Siguen llegando venezolanos a la frontera con Ecuador y la presión no cede

LA HUMANIDAD · 22 AGOSTO, 2018 23:09

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Dylan Baddour


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Llegan en grupos, juntos. Cientos de venezolanos permanecen en la frontera con Ecuador esperando, abogando, luchando para que les permitan el paso hacia el país suramericano, una vez que las autoridades de esa nación restringieran el paso, que antes era era libre, al exigir un pasaporte. 

Son muchos los que vendieron todo para comprar pasajes y empezar una nueva vida afuera. Los que no tuvieron qué vender llegaron caminando y haciendo colas, mientras sus familias cuentan con que ellos puedan encontrar algún sustento para luego enviárselos. Por ahora, están durmiendo a la intemperie,  cubriéndose del frío andino a más de 3.000 metros de altura.

Estas son algunas de las historias comunes y extraordinarias de algunos de ellos,que se encuentran entres los cientos de miles de migrantes venezolanos que andan por el continente buscando cómo construir una nueva vida, ya que las suyas se han caídos a pedazos.  

Una familia

Al salir de Valencia (Carabobo) vendieron sus televisores, lavadora y otros enseres. Pidieron dinero a familiares en el exterior, de esos que ya emigraron.  Se despidieron de su casa, de sus amigos. Y lograron juntar la plata para comprar pasajes de bus directo desde Cúcuta (Colombia) a Lima (Perú), que salió en $ 215 por persona. Sobre sus espaldas llevaban una gran cantidad de equipaje, como quien no quiere dejar nada atrás. 

Es difícil dejar las pertenencias atrás

Cuando llegaron a Ecuador, el sábado por la noche, se les informó que no podían pasar, pues algunos de sus pasaportes vencerán dentro de seis meses. «Imagina gente como nosotros que vendimos todo, hasta nuestras camas, que llegamos acá y nos cierran la puerta«, dijo uno de los hijos de la familia que prefirió no ser identificada.

Algunos lloraban al darse cuenta de que tendrían que dormir al descampado, aguantando el frío en al aire libre, una andanza que jamás les había tocado. Y no iba a ser por una noche. No sabían hasta cuándo se quedarían alla.

Dejé a mi hija de 2 años. Ella cuenta conmigo, -se quejaba una mujer de 46 años, en medio del llanto-. “¿Por qué las cosas son así? ¿Por qué nos tratan así? Vendimos todo para buscar una mejor vida para nuestros hijos. ¿Cómo podemos devolvernos?”.

Caterene Gómez 

Caterene (a la izquierda) dejó toda su familia en Venezuela.

Caterene óomez llevaba 12 días caminando. Llegó a la frontera con un par de amigos a los que conoció en el camino, mientras hacían cola. 

“Vale la pena ayudar a nuestras familias, dijo ella escondida tras una cobija de lana. Dejé toda mi vida atrás.”

No se amilana por las advertencias. Asegura que llegó hasta la frontera a pie y dispuesta seguir. «Solo caminando. Aún si nos dicen que no podemos seguir, caminamos igual”.

Kaiser López

Con ganas de seguir a Perú, pero sin pasaporte.

Esperó más de un año para recibir su pasaporte. Hizo varios pagos y fue entrevistado. Pero después de este período, Kaiser López se dio cuenta de que la gestión no se estaba haciendo, por lo que decidió salir antes de que sus probabilidades se redujeran y las oportunidades de trabajo se acabaran.

Sabía que sin pasaporte era posible llegar hasta Chile. Pero mientras iba en camino, Ecuador y Perú empezaron a exigir pasaportes, por lo que decidió cruzar Colombia en un bus, chocando entonces con la frontera ecuatoriana. Si no le dejaban pasar, dijo, tendría que quedarse en Colombia para construir solo una vida.

Y llegaron los jóvenes…

Estos jóvenes se encontraron en Cúcuta, Colombia. Vienen de varias ciudades y casi todos van en busca de un sustento para mantener a sus hijos, parejas o padres en Venezuela. Entre ellos se encuentra una mujer embarazada.

Justo en el puente internacional «Simón Bolívar» que une Táchira con Norte de Santanter, todos compraron pasaje en el mismo bus, un viaje hacia Lima. Una semana después dicen que se identifican como familia, luego de dejar a las propias para embarcarse en un viaje a lo desconocido. 

Y tal fue el vínculo que crearon que, cuando en Ecuador no dejaron pasar a algunos por falta de pasaporte, todos decidieron quedarse a dormir juntos sin importar las condiciones adversas. Si no nos dejan pasar vamos caminando o como sea«, aseguran sin abandonar la sonrisa.

José y Kenny Ramos

Sin comida y sin dinero

Jose y Kenny Ramos son primos, ambos de Valencia. Uno era mesero, el otro trabajaba en el campo. Decidieron agarrar camino sin nada de dinero, con la mirada puesta en Perú, donde se decía que había un buen sueldo, donde les alcanzaría la plata para mandar a sus familias.

Desde Arauca, Colombia, viajaron a pie o pidiendo cola. Durmieron al aire libre y comieron poco, lo que los colombianos les brindaron en el camino. Tomaron 20 camiones en dos semanas para llegar a la frontera con Ecuador, pero no la pudieron pasar.

Se quedaron unas horas con los cientos de venezolanos durmiendo ahí mientras decidían qué hacer. Al final, optaron por seguir como clandestinos, inmigrantes irregulares en Ecuador.

Así se fueron caminando con sus mochilas hasta el bosque y desaparecieron entre los árboles.

Irán Arteaga 

Irán Arteaga es un joven de 20 años quien jamás había salido de su país. Por ser el mayor de sus hermanos, le tocó llevar el peso de la familia y migrar para encontrar los recursos para apoyarles. Quedaron pocos jóvenes en su barrio en Mérida, y muchos de sus amigos ya se ubican en una zona de Santiago de Chile.

Su mamá es doctora, pero él gana más que ella con un trabajo por Internet. La familia vive en una casa de tres pisos, pero a pesar de esto, a veces no tiene suficiente dinero para comer bien. Su papá tiene contactos en el Gobierno para sacar pasaporte rápidamente

Sus padres y tíos vendieron una computadora, un congelador y un electrodoméstico. Además, pidieron plata a familiares y amigos en el exterior para juntar lo suficiente para el pasaje. La familia también se agenció un contacto en la frontera con Cúcuta que lo ayudó a pasar.

Saliendo en bus de Bogotá no había comido más que galletas y snacks de papas fritas durantes los últimos dos dias. Quiso ahorrar plata para su vida en tierra chilena.

En el bus hacia la frontera con Ecuador, usando un celular prestado se fijaba en páginas web hechas por venezolanos para guiar a sus paisanos en su trayecto. Siguiendo las recomendaciones de la página iba a llegar a Ipiales, Colombia, encontrar un bus hasta el puente Rumichaca y tomar otro hasta Tulcán, Ecuador; seguir en otro hasta Quito, y así seguir seis días más hasta Chile, donde lo esperaba un amigo. Era de los pocos que tenía pasaporte, cruzó la frontera siguió solo en su camino hacia la migración.  

Venezolanos en frontera ecuatoriana piden facilidades de paso a Perú

LA HUMANIDAD · 22 AGOSTO, 2018

Siguen llegando venezolanos a la frontera con Ecuador y la presión no cede

Texto por Dylan Baddour

Llegan en grupos, juntos. Cientos de venezolanos permanecen en la frontera con Ecuador esperando, abogando, luchando para que les permitan el paso hacia el país suramericano, una vez que las autoridades de esa nación restringieran el paso, que antes era era libre, al exigir un pasaporte. 

Son muchos los que vendieron todo para comprar pasajes y empezar una nueva vida afuera. Los que no tuvieron qué vender llegaron caminando y haciendo colas, mientras sus familias cuentan con que ellos puedan encontrar algún sustento para luego enviárselos. Por ahora, están durmiendo a la intemperie,  cubriéndose del frío andino a más de 3.000 metros de altura.

Estas son algunas de las historias comunes y extraordinarias de algunos de ellos,que se encuentran entres los cientos de miles de migrantes venezolanos que andan por el continente buscando cómo construir una nueva vida, ya que las suyas se han caídos a pedazos.  

Una familia

Al salir de Valencia (Carabobo) vendieron sus televisores, lavadora y otros enseres. Pidieron dinero a familiares en el exterior, de esos que ya emigraron.  Se despidieron de su casa, de sus amigos. Y lograron juntar la plata para comprar pasajes de bus directo desde Cúcuta (Colombia) a Lima (Perú), que salió en $ 215 por persona. Sobre sus espaldas llevaban una gran cantidad de equipaje, como quien no quiere dejar nada atrás. 

Es difícil dejar las pertenencias atrás

Cuando llegaron a Ecuador, el sábado por la noche, se les informó que no podían pasar, pues algunos de sus pasaportes vencerán dentro de seis meses. «Imagina gente como nosotros que vendimos todo, hasta nuestras camas, que llegamos acá y nos cierran la puerta«, dijo uno de los hijos de la familia que prefirió no ser identificada.

Algunos lloraban al darse cuenta de que tendrían que dormir al descampado, aguantando el frío en al aire libre, una andanza que jamás les había tocado. Y no iba a ser por una noche. No sabían hasta cuándo se quedarían alla.

Dejé a mi hija de 2 años. Ella cuenta conmigo, -se quejaba una mujer de 46 años, en medio del llanto-. “¿Por qué las cosas son así? ¿Por qué nos tratan así? Vendimos todo para buscar una mejor vida para nuestros hijos. ¿Cómo podemos devolvernos?”.

Caterene Gómez 

Caterene (a la izquierda) dejó toda su familia en Venezuela.

Caterene óomez llevaba 12 días caminando. Llegó a la frontera con un par de amigos a los que conoció en el camino, mientras hacían cola. 

“Vale la pena ayudar a nuestras familias, dijo ella escondida tras una cobija de lana. Dejé toda mi vida atrás.”

No se amilana por las advertencias. Asegura que llegó hasta la frontera a pie y dispuesta seguir. «Solo caminando. Aún si nos dicen que no podemos seguir, caminamos igual”.

Kaiser López

Con ganas de seguir a Perú, pero sin pasaporte.

Esperó más de un año para recibir su pasaporte. Hizo varios pagos y fue entrevistado. Pero después de este período, Kaiser López se dio cuenta de que la gestión no se estaba haciendo, por lo que decidió salir antes de que sus probabilidades se redujeran y las oportunidades de trabajo se acabaran.

Sabía que sin pasaporte era posible llegar hasta Chile. Pero mientras iba en camino, Ecuador y Perú empezaron a exigir pasaportes, por lo que decidió cruzar Colombia en un bus, chocando entonces con la frontera ecuatoriana. Si no le dejaban pasar, dijo, tendría que quedarse en Colombia para construir solo una vida.

Y llegaron los jóvenes…

Estos jóvenes se encontraron en Cúcuta, Colombia. Vienen de varias ciudades y casi todos van en busca de un sustento para mantener a sus hijos, parejas o padres en Venezuela. Entre ellos se encuentra una mujer embarazada.

Justo en el puente internacional «Simón Bolívar» que une Táchira con Norte de Santanter, todos compraron pasaje en el mismo bus, un viaje hacia Lima. Una semana después dicen que se identifican como familia, luego de dejar a las propias para embarcarse en un viaje a lo desconocido. 

Y tal fue el vínculo que crearon que, cuando en Ecuador no dejaron pasar a algunos por falta de pasaporte, todos decidieron quedarse a dormir juntos sin importar las condiciones adversas. Si no nos dejan pasar vamos caminando o como sea«, aseguran sin abandonar la sonrisa.

José y Kenny Ramos

Sin comida y sin dinero

Jose y Kenny Ramos son primos, ambos de Valencia. Uno era mesero, el otro trabajaba en el campo. Decidieron agarrar camino sin nada de dinero, con la mirada puesta en Perú, donde se decía que había un buen sueldo, donde les alcanzaría la plata para mandar a sus familias.

Desde Arauca, Colombia, viajaron a pie o pidiendo cola. Durmieron al aire libre y comieron poco, lo que los colombianos les brindaron en el camino. Tomaron 20 camiones en dos semanas para llegar a la frontera con Ecuador, pero no la pudieron pasar.

Se quedaron unas horas con los cientos de venezolanos durmiendo ahí mientras decidían qué hacer. Al final, optaron por seguir como clandestinos, inmigrantes irregulares en Ecuador.

Así se fueron caminando con sus mochilas hasta el bosque y desaparecieron entre los árboles.

Irán Arteaga 

Irán Arteaga es un joven de 20 años quien jamás había salido de su país. Por ser el mayor de sus hermanos, le tocó llevar el peso de la familia y migrar para encontrar los recursos para apoyarles. Quedaron pocos jóvenes en su barrio en Mérida, y muchos de sus amigos ya se ubican en una zona de Santiago de Chile.

Su mamá es doctora, pero él gana más que ella con un trabajo por Internet. La familia vive en una casa de tres pisos, pero a pesar de esto, a veces no tiene suficiente dinero para comer bien. Su papá tiene contactos en el Gobierno para sacar pasaporte rápidamente

Sus padres y tíos vendieron una computadora, un congelador y un electrodoméstico. Además, pidieron plata a familiares y amigos en el exterior para juntar lo suficiente para el pasaje. La familia también se agenció un contacto en la frontera con Cúcuta que lo ayudó a pasar.

Saliendo en bus de Bogotá no había comido más que galletas y snacks de papas fritas durantes los últimos dos dias. Quiso ahorrar plata para su vida en tierra chilena.

En el bus hacia la frontera con Ecuador, usando un celular prestado se fijaba en páginas web hechas por venezolanos para guiar a sus paisanos en su trayecto. Siguiendo las recomendaciones de la página iba a llegar a Ipiales, Colombia, encontrar un bus hasta el puente Rumichaca y tomar otro hasta Tulcán, Ecuador; seguir en otro hasta Quito, y así seguir seis días más hasta Chile, donde lo esperaba un amigo. Era de los pocos que tenía pasaporte, cruzó la frontera siguió solo en su camino hacia la migración.  

Venezolanos en frontera ecuatoriana piden facilidades de paso a Perú

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