Concepción Mendoza llegó a la puerta y se presentó como la madre Leiver Padilla, mejor conocido como “el Colombia”. En compañía de una sobrina y de la esposa de otro de sus hijos -quien ya ha intentado verlo y no la han dejado entrar- advirtió que venía a visitarlo por primera vez. De inmediato le dijeron que no podría pasar, este domingo, día de visitas, cuando todos los reclusos esperaban a sus familiares en El Helicoide, sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin).

Las tres mujeres llegaron a las 10:50 de la mañana de este 5 de julio, día de la independencia de Venezuela. A las 11:15 una voz retumbó por el radio transmisor del hombre encargado de custodiar la entrada: “46” se escuchó, segundos después de que el uniformado apretara el botón y le informara a su interlocutor a quiénes tenía al frente. Para los funcionarios del Sebin, que siempre hablan en códigos, “46” significa “no”.

Yo soy su madre, yo vengo llegando de Colombia, entonces la idea es saber si come, si no come, si tiene dolor de cabeza– le dice Concepción al funcionario.

-No, señora, eso está garantizado- responde él.

-Bueno pero no es igual que su mamá sepa sus condiciones y cómo está. O sea, yo me siento como si esto fuera un secuestro, que no sé nada de mi hijo- implora.

-No, claro, claro, yo la entiendo…- dice el uniformado, sin darle alguna razón sobre el impedimento de su entrada.

El audio que a continuación escuchará, es precisamente la grabación de esa breve conversación que sostuvieron con este funcionario, la madre, la sobrina y la cuñada del hombre de 34 años a quien señalan como uno de los autores materiales del asesinato del diputado oficialista Robert Serra. Después de insistirle para que le preguntara al interlocutor del radio sobre la razón de la respuesta, el hombre volvió a decir que no, que si quedara de su parte las dejaría pasar pero que las órdenes de los “los jefes” no pueden ser cuestionadas y que por lo tanto, él prefería no indagar sino respetar esa orden.

Concepción y las otras dos mujeres aguardaron dos horas en la entrada del Sebin, cubriéndose de la lluvia bajo par de paraguas, cuando llegó la esposa de Carlos García Martínez, alias “Tintín”, otro de los detenidos por el caso del diputado y quien habría ofrecido detalles de “cómo lo asesinaron”, según declaraciones del presidente Nicolás Maduro, en una cadena nacional transmitida el 15 de octubre de 2014.

La joven morena, cabello hasta la cintura y uñas acrílicas de casi 5 centímetros de largo, saludó rápido porque iba apurada pero le dijo a Concepción que no se preocupara, que “el Colombia” estaba bien porque ella lo había visto varias veces. “Él se asoma y uno lo ve en las visitas, pero ese está bien, tranquila, sólo que no lo dejan salir. Al frente de su celda hay una cámara de seguridad. Pero hágale una nota, yo se la doy a los muchachos y ellos se la lanzan”, le sugirió. En menos de un minuto, la madre de Padilla escribió un mensaje corto al reverso de un volante. La esposa de “Tintín” lo dobló y lo guardó en su bolsillo, antes de entrar.

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Después de un año y cuatro meses sin pisar Venezuela, Concepción, de 59 años, viajó a Caracas desde Cartagena de Indias, donde está residenciada. Este lunes 6 de julio contactará al abogado de “el Colombia”, asignado por el Ministerio Público. No tiene su número de teléfono ni sabe cómo se llama, pero espera encontrarlo en tribunales, a primera hora, para que la ayude a ver a su hijo, quien llegó extraditado a Venezuela el pasado 30 de mayo. Estuvo seis meses en la prisión de Cómbita (Boyacá). En Colombia, el país de su madre, sí le permitieron las visitas familiares.

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