Luis Villafranca acudió con sus tres hermanos a la manifestación que convocó la oposición este miércoles 23 de enero en Maturín. Mientras en Caracas la multitudinaria manifestación se congregaba en la plaza Juan Pablo II de Chacao, en Monagas casi mil personas acudieron a una oración en la Catedral Nuestra Señora del Carmen.
La iglesia, ubicada entre las calles Monagas y la avenida Bolívar, recibió a los manifestantes para una misa y bendición del obispo de la Diócesis de Maturín, monseñor Enrique Pérez Lavado.
Pero a las 12:30 del mediodía de este 23 de enero, personas que estaban en la plazoleta de la Catedral comenzaron a correr y gritar de regreso al templo. A unos pocos metros, encapuchados incendiaron una camioneta en la calle Monagas, frente a la sede regional del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv).
Lanzaron bombas molotov contra la fachada de la casa partidista y enseguida comenzaron enfrentamientos con colectivos del oficialismo y funcionarios de los cuerpos de seguridad. La Guardia Nacional Bolivariana estuvo al frente de las acciones.
Fue necesario cerrar las puertas de la Catedral, donde 942 personas quedaron atrapadas. Villafranca contó a Efecto Cocuyo las horas de angustia que vivieron dentro del recinto religioso.
Adultos mayores y niños estaban en el lugar, junto a jóvenes que salieron con pancartas y banderas por las calles de Maturín en rechazo a Nicolás Maduro y apoyo a Juan Guaidó.
«Estaba sumamente preocupado. Por un momento pensé que iba a salir sin vida. Tenía sed, hambre. Me preocupaba que andaba con mis tres hermanos, uno de ellos menor de edad», dijo el joven abogado y activista de derechos humanos.
A las afueras había una refriega. Los médicos que acudieron a la movilización debieron trasladar en carros particulares a tres jóvenes heridos. Uno de ellos debió ser intervenido en una clínica. Una bala de perdigón le perforó los intestinos y tuvo exposición de vísceras.
Uno de los galenos que lo auxilió también conversó con Efecto Cocuyo. Dijo que otro manifestante recibió un disparo. Afortunadamente la bala solo lo rozó y no le fracturó la pierna afectada.
El médico, después de asistir a los heridos, regresó a la Catedral. Allí estaban su esposa y su hija ya encerradas. Logró entrar porque en ese momento llegaba un sacerdote amigo que le permitió el acceso a la iglesia.
«Los colectivos estaban rodeando la catedral con la intención de agredir a los que estábamos allí adentro. Así estuvo esa situación cuatro horas y media, desde que terminó la misa hasta que el comandante de la Zodi y el de la Policía, permitieron, como una concesión, que la gente saliera».
Como profesional de la salud asistió a una joven diabética a quien se le bajó la azúcar ante la angustia dentro de la iglesia. Había también muchas personas mayores con hipertensión y una señora que sufría de arritmia cardíaca, preocupada porque no tenía su medicamento.
Al menos cuatro sacerdotes estuvieron con los manifestantes. Se dispusieron a ayudar y mantuvieron en calma a las personas en la Catedral. La última de ellas salió a las 6:30 de la tarde, casi una hora después de que inició la evacuación.
Fue necesario que el comandante de la Zodi, el general Ovidio Delgado, el comandante de la GNB, Nayade Lockiby, el comandante de la Policía de Monagas, y la defensora delegada del pueblo, Hermelinda Cabello, estuvieran al frente de este proceso.
Las personas salieron de cinco en cinco, en una especie de corredor para que no hubiese ninguna agresión.
Pero las casi seis horas dentro de la iglesia fueron tensas. Las puertas de la Catedral fueron reforzadas con los bancos del templo. Las movían a cada rato con intención de tumbarlas.
Para el médico, los que estaban detrás de esta especie de «terror psicológico» y el asedio contra los ciudadanos eran los miembros de la GNB para hacer creer que eran los colectivos. Denunció que, incluso, estos mismos efectivos colocaron cabillas a las puertas de la Catedral para evitar que la gente saliera.
Villafranca destacó que pasaron mucha sed durante todo ese tiempo. Hubo que turnarse para poder ir a los baños. En las afueras los enfrentamientos se mantenían y los gases lacrimógenos, para dispersar a manifestantes y colectivos, entraron a la iglesia. Debieron apagar los aires acondicionados porque estaban entrando los gases a través de los ductos.
La Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) también denunció el hecho. Señaló que querían entrar de forma violenta a la Catedral. Sin embargo, al contrario del médico, dijeron que el Ejército custodiaba las instalaciones.
Mons. Enrique Pérez Lavado informa que están atrapados en la Catedral de Maturin con seminaristas, sacerdotes y unas 700 personas que participan en la manifestación. Son asediados, intentan irrumpir de forma violenta.
— CEV (@CEVmedios) January 23, 2019
#23Ene El Ejército Nacional Bolivariano custodia entradas de la Catedral Nuestra Señora del Carmen de #Maturín donde se encuentran más de mil personas afectas a la oposición. 3:55pm vía @radiofeyalegria pic.twitter.com/iydOadNw8w
— CEV (@CEVmedios) January 23, 2019
Continúa la situación irregular en la Catedral de Maturin. Aproximadamente más de 700 personas permanecen encerradas dentro de la Catedral. En los alrededores existe presencia de colectivos. pic.twitter.com/8dSAHnybzK
— CEV (@CEVmedios) January 23, 2019
Las autoridades pretendían que al evacuar a los que estaban en la iglesia separaran a los estudiantes de la Universidad de Oriente (UDO), a quienes responsabilizaron de la quema de la sede del Psuv.
En su programa de este jueves, la gobernadora Yelitza Santaella (Psuv) acusó a los sacerdotes de ser cómplices y esconder a los que responsabilizó de los hechos violentos.
«Se metieron allí y después tuvieron que estar sacándolos, atenderlos, casi que los llevamos a sus casas para protegerlos, ¿yo los mandé a meterse para la catedral, tenían las puertas abiertas qué casualidad», expresó.
Rechazó que la acusaran de secuestrar a las personas. Retó a los presbíteros, a quienes dijo que si ellos reconocen a Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela, ella juramentará a un grupo de mujeres «con batolas» para que sean «sacerdotas y den la palabra de Dios».
«Estaba todo preparado y no digan que no sabían, tengo que decir la verdad…. Allí se metieron y nosotros tuvimos después que sacarlos, montarle su patio de honor con la Fanb que trabaja por la paz, es lo que nos corresponde hacer».
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Luis Villafranca acudió con sus tres hermanos a la manifestación que convocó la oposición este miércoles 23 de enero en Maturín. Mientras en Caracas la multitudinaria manifestación se congregaba en la plaza Juan Pablo II de Chacao, en Monagas casi mil personas acudieron a una oración en la Catedral Nuestra Señora del Carmen.
La iglesia, ubicada entre las calles Monagas y la avenida Bolívar, recibió a los manifestantes para una misa y bendición del obispo de la Diócesis de Maturín, monseñor Enrique Pérez Lavado.
Pero a las 12:30 del mediodía de este 23 de enero, personas que estaban en la plazoleta de la Catedral comenzaron a correr y gritar de regreso al templo. A unos pocos metros, encapuchados incendiaron una camioneta en la calle Monagas, frente a la sede regional del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv).
Lanzaron bombas molotov contra la fachada de la casa partidista y enseguida comenzaron enfrentamientos con colectivos del oficialismo y funcionarios de los cuerpos de seguridad. La Guardia Nacional Bolivariana estuvo al frente de las acciones.
Fue necesario cerrar las puertas de la Catedral, donde 942 personas quedaron atrapadas. Villafranca contó a Efecto Cocuyo las horas de angustia que vivieron dentro del recinto religioso.
Adultos mayores y niños estaban en el lugar, junto a jóvenes que salieron con pancartas y banderas por las calles de Maturín en rechazo a Nicolás Maduro y apoyo a Juan Guaidó.
«Estaba sumamente preocupado. Por un momento pensé que iba a salir sin vida. Tenía sed, hambre. Me preocupaba que andaba con mis tres hermanos, uno de ellos menor de edad», dijo el joven abogado y activista de derechos humanos.
A las afueras había una refriega. Los médicos que acudieron a la movilización debieron trasladar en carros particulares a tres jóvenes heridos. Uno de ellos debió ser intervenido en una clínica. Una bala de perdigón le perforó los intestinos y tuvo exposición de vísceras.
Uno de los galenos que lo auxilió también conversó con Efecto Cocuyo. Dijo que otro manifestante recibió un disparo. Afortunadamente la bala solo lo rozó y no le fracturó la pierna afectada.
El médico, después de asistir a los heridos, regresó a la Catedral. Allí estaban su esposa y su hija ya encerradas. Logró entrar porque en ese momento llegaba un sacerdote amigo que le permitió el acceso a la iglesia.
«Los colectivos estaban rodeando la catedral con la intención de agredir a los que estábamos allí adentro. Así estuvo esa situación cuatro horas y media, desde que terminó la misa hasta que el comandante de la Zodi y el de la Policía, permitieron, como una concesión, que la gente saliera».
Como profesional de la salud asistió a una joven diabética a quien se le bajó la azúcar ante la angustia dentro de la iglesia. Había también muchas personas mayores con hipertensión y una señora que sufría de arritmia cardíaca, preocupada porque no tenía su medicamento.
Al menos cuatro sacerdotes estuvieron con los manifestantes. Se dispusieron a ayudar y mantuvieron en calma a las personas en la Catedral. La última de ellas salió a las 6:30 de la tarde, casi una hora después de que inició la evacuación.
Fue necesario que el comandante de la Zodi, el general Ovidio Delgado, el comandante de la GNB, Nayade Lockiby, el comandante de la Policía de Monagas, y la defensora delegada del pueblo, Hermelinda Cabello, estuvieran al frente de este proceso.
Las personas salieron de cinco en cinco, en una especie de corredor para que no hubiese ninguna agresión.
Pero las casi seis horas dentro de la iglesia fueron tensas. Las puertas de la Catedral fueron reforzadas con los bancos del templo. Las movían a cada rato con intención de tumbarlas.
Para el médico, los que estaban detrás de esta especie de «terror psicológico» y el asedio contra los ciudadanos eran los miembros de la GNB para hacer creer que eran los colectivos. Denunció que, incluso, estos mismos efectivos colocaron cabillas a las puertas de la Catedral para evitar que la gente saliera.
Villafranca destacó que pasaron mucha sed durante todo ese tiempo. Hubo que turnarse para poder ir a los baños. En las afueras los enfrentamientos se mantenían y los gases lacrimógenos, para dispersar a manifestantes y colectivos, entraron a la iglesia. Debieron apagar los aires acondicionados porque estaban entrando los gases a través de los ductos.
La Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) también denunció el hecho. Señaló que querían entrar de forma violenta a la Catedral. Sin embargo, al contrario del médico, dijeron que el Ejército custodiaba las instalaciones.
Mons. Enrique Pérez Lavado informa que están atrapados en la Catedral de Maturin con seminaristas, sacerdotes y unas 700 personas que participan en la manifestación. Son asediados, intentan irrumpir de forma violenta.
— CEV (@CEVmedios) January 23, 2019
#23Ene El Ejército Nacional Bolivariano custodia entradas de la Catedral Nuestra Señora del Carmen de #Maturín donde se encuentran más de mil personas afectas a la oposición. 3:55pm vía @radiofeyalegria pic.twitter.com/iydOadNw8w
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Continúa la situación irregular en la Catedral de Maturin. Aproximadamente más de 700 personas permanecen encerradas dentro de la Catedral. En los alrededores existe presencia de colectivos. pic.twitter.com/8dSAHnybzK
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Las autoridades pretendían que al evacuar a los que estaban en la iglesia separaran a los estudiantes de la Universidad de Oriente (UDO), a quienes responsabilizaron de la quema de la sede del Psuv.
En su programa de este jueves, la gobernadora Yelitza Santaella (Psuv) acusó a los sacerdotes de ser cómplices y esconder a los que responsabilizó de los hechos violentos.
«Se metieron allí y después tuvieron que estar sacándolos, atenderlos, casi que los llevamos a sus casas para protegerlos, ¿yo los mandé a meterse para la catedral, tenían las puertas abiertas qué casualidad», expresó.
Rechazó que la acusaran de secuestrar a las personas. Retó a los presbíteros, a quienes dijo que si ellos reconocen a Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela, ella juramentará a un grupo de mujeres «con batolas» para que sean «sacerdotas y den la palabra de Dios».
«Estaba todo preparado y no digan que no sabían, tengo que decir la verdad…. Allí se metieron y nosotros tuvimos después que sacarlos, montarle su patio de honor con la Fanb que trabaja por la paz, es lo que nos corresponde hacer».