Aunque ejerce el periodismo desde hace tres años, la oportunidad de conocer distintos escenarios de violencia en las ciudades colombianas de Bogotá y Cali le ha dado a Natalia Arenas, del portal informativo La Silla Vacía, la experiencia necesaria para afirmar que “entender las lógicas territoriales ayuda a comprender el problema de la violencia”.
Es necesario comprender la dinámica de la violencia de una manera distinta, que permita poner en marcha un tipo de periodismo que, en el país vecino, han llamado “periodismo para indignados”; la propuesta intenta revertir el fenómeno de víctimas diferenciadas que se da en el proceso informativo colombiano.
La periodista colombiana explica que, aunque las cifras a partir de 2007 indican que los homicidios en su país se han reducido, en el departamento de Chocó, por ejemplo, el problema se ha incrementado gracias a una dinámica que es propia de la región y que implica la presencia activa de paramilitares, de militares y de la guerrilla.
“Hay que entender geográficamente qué está pasando. En el Chocó hay tres mil desplazados y se registra un incremento de la violencia. Los paramilitares nunca se fueron, solo han cambiado de nombre varias veces, pero controlan un territorio que es clave para el tráfico de cocaína. El gobierno dice que desde que se firmó la paz en Colombia ya no hay paramilitares, pero la realidad es que estos se mueven como quieren y el Estado no hace nada”, agrega Arenas.
Estas situaciones influyen en la cobertura de este tipo de problemas. La periodista dice que en Colombia sucede como en México: “Estamos narrando la violencia de una manera que no deja ver cuál es el panorama real. Estamos contando lo que dicen que pasa sin contar lo que realmente pasa. Contamos muertos, pero no contamos quién es la persona de carne y hueso que muere”.
Arenas indicó que en su país solo se investiga 38% de los homicidios y que la cobertura de la violencia se inclina más por lo llamativo que por lo profundo. “La gran estrategia de seguridad que han desarrollado las autoridades es poner videos en las ciudades. Estos videos son difundidos, en ocasiones, como noticias, pero se invisibiliza la profundidad de los problemas. Se sacrifica la noticia por la imagen”.
Para ilustrar lo que sucede con la cobertura periodística, Arenas hizo referencia al trabajo de una investigadora colombiana en la que analizaron 500 titulares de prensa. Ese estudio permitió ver cómo se contaba la violencia en la prensa. “Si los homicidios eran atribuidos a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), entonces se mencionaba el autor en el titular; en cambio, si eran los paramilitares, no se nombra el autor”.
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