“¿Usted sabe a qué huele un preso venezolano?”, pregunta Humberto Prado director del Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP) durante la presentación del Informe que preparó la organización para esta fecha y se responde: “Es una mezcla de olores. Es un olor muy especial. Una mezcla entre sangre, maldad, rencilla, envidia, esperanza, lágrimas, sacrificios”.

Prado presentó este miércoles 4 de noviembre en la Parroquia de la UCV, el trabajo que por primera vez en 14 años separa la situación de las comisarías policiales con la de prisiones, desglosa el presupuesto del Ministerio Penitenciario, pero demuestra la cruda realidad que viven los privados de libertad en Venezuela.

PRISIONES

Aunque la situación carcelaria es crítica por donde se mire, explica el director de la ONG, que tanto en las cárceles como en los calabozos de las policías se presentan los mismos problemas. Lo que los diferencia es el número y la gravedad.

De acuerdo con las cifras evaluadas, el vocero del OVP aseguró que en centros penitenciarios existe un 190% de hacinamiento. “Hasta el mes de septiembre se reportaron 49.644 internos en este tipo de centros y existe una capacidad instalada para 26 mil. O sea que tenemos un excedente de 23.000”, indicó. En las comisarías policiales este porcentaje aumenta a 300%. Mencionó Daniela Reverón que en estos centros la situación es tan crítica que han visto casos en los que en una celda de una persona permanecen hasta 20.

La alimentación es un tema pendiente en todo el sistema. Ante la falta de presupuesto, en los calabozos los familiares llevan las tres comidas a los detenidos, pero en los centros penitenciarios esto no se permite. A penas les dejan llevar pequeñas porciones durante sus visitas y muchos reos se quejan de la escasa alimentación que les brindan.

Las enfermedades se replican en ambos escenarios. Humberto Prado alertó que aún para esta fecha siguen muriendo presos por VIH Sida, tuberculosis o hepatitis. La organización condena la falta de atención médica, que debería estar garantizada por un médico presente en la institución las 24 horas del día. “Este año se disparó la sarna y las enfermedades dermatológicas, así como las respiratorias”, indicó el activista.

Una de las causas, según explicaron los investigadores, es la falta de higiene y las precarias condiciones de los lugares. En las comisarías es incluso peor que en las cárceles, según refirió Reverón, puesto que los detenidos no tienen siquiera acceso a baños. Orinan hasta en botellas de plástico, relató.

Aunque hay presos que mueren por enfermedades, el 85% cae por la violencia con armas de fuego, resaltó Prado. “Anteriormente nada más morían algunos presos por arma blanca, chuzos, chopos, ahora usan armas de fabricación industrial, pistolas, revólveres, granadas”, relató. Sobre la cantidad de presos muertos, señaló que en los primeros seis meses de 2015 hubo 109 y los heridos fueron 30. En comparación a los 150 que fallecieron el primer semestre del año pasado, la cifra se redujo. Sin embargo, el director indicó que la importante reducción en el número de heridos (pasó de 110 a 30) se debe a que los disparos están siendo certeros.

Acceder a la data de las comisarías fue más complicado, explicó Reverón. Es por ello que las cifras de muertos y heridos que maneja es las generadas durante las fugas. “ Durante los primeros 9 meses del 2015 en 20 centros de reclusión temporal se generaron 6 motines, 8 intentos de fuga, 6 incidentes de fugas exitosas y 6 secuestros a funcionarios (…) como resultado fueron 79 los reclusos fugados, 49 heridos y 9 personas muertas”, expresó la investigadora. Sobre ello aclaró que las victimas no solo fueron detenidos, sino también funcionarios en custodia y hasta civiles.

En las cárceles se generaron cerca de 1.220 casos de bocas cosidas cuya motivación, explicó el director del Obervatorio, es el traslado hacia otro penal. “Lo hacen porque consideran que su vida corre peligro. Llegan al punto de flagelarse con una hojilla y cocerse para que los escuchen”, indicó el especialista.

El OVP resaltó dos casos de violencia relevantes durante este año que se generaron la Cárcel de Tocuyito, en el que murieron 19 personas calcinadas; y la reciente situación en Rodeo II, donde hubo rehenes durante una semana.

Mujeres tras las rejas

El 6% de la población carcelaria -2.761- está repartido en una cárcel de mujeres y 16 anexos o colonias en prisiones para hombres, indicó Prado y alertó con preocupación el hecho de que mujeres que fueron detenidas quedan embarazas o se infectan de enfermedades de transmisión sexual, como VIH, durante su condena. Al igual que los hombres, la situación de la alimentación les afecta y aseguró que no están recibiendo sus tres comidas.

En los calabozos policiales, las femeninas han compartido celdas con hombres. Reverón comentó que ha conseguido casos de mujeres embarazadas durmiendo en el piso de estas comisarías ante la falta de condiciones para su estancia allí.

Los problemas se agravan porque una infraestructura que está diseñada para que un detenido pase tan solo 48 horas, mientras espera que un juez tome su caso, se queda mucho más tiempo. El OVP calcula que es un promedio de seis meses, aunque en el Censo Jurídico que realizaron por comisarías de Caracas y Miranda, comprobaron que había gente que tenía hasta dos años en los recintos.

Esto es una evidencia del fracaso del Plan Cayapa que este 2015 cumplió 4 años desde su fundación. Sin meterse en el tema de los calabozos, solo tomando en cuenta los centros penitenciarios , Prado comentó que “las detenciones preventivas están por encima de las personas procesadas y todavía existe un 60% de gente que cumple la pena sin ser juzgada”. En su opinión la inversión en dicho plan solo se ha vulnerado el derecho al trabajo de los abogados, al obligar a los internos a la asignación de un defensor por parte del Estado. “Para solucionar el retardo y el hacinamiento hay que atacar el problema estructural y no se está haciendo”, señaló.

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