Después de un año y cuatro meses sin pisar Venezuela, Concepción Mendoza viajará a Caracas. No lo hace porque quiere, sino por necesidad: pretende visitar a su hijo que está preso en el Sebin, implicado en el asesinato del diputado oficialista Robert Serra.

La madre de Leiver Padilla, mejor conocido como “el Colombia”, espera verlo por primera vez en la capital, aunque no tiene muchas esperanzas: “Mi otro hijo, que también vive allá, ha intentado visitarlo varias veces, pero no lo dejan pasar porque dicen que por seguridad aún nadie puede verlo. Yo no sé si a mí me dejen, pero tengo que intentarlo. Cuando estuvo detenido aquí (en Colombia) sí lo vi, tres veces. Allá (en Venezuela) no sé cómo sea todo”, dice, desde su vivienda en Cartagena de Indias.

Es miércoles, 1 de julio, pasadas las 4:00 de la tarde. Hace calor en la costa colombiana. Los nietos pequeños de Concepción, hijos de su hijo menor, entran y salen de la casa. Juegan adentro y afuera. Corretean por la calle angosta sin asfaltar que divide a dos barrios cartageneros: Los Jardines y La Consolata. Vuelven a entrar a la casa y se lanzan en un colchón que está afuera, en la sala, tendido en el piso de cerámica, mientras la abuela conversa con Efecto Cocuyo.

Hace unos minutos, Concepción estaba ocupada doblando ropa, empacando. Espera tomar el autobús que sale a las 5:30 de la mañana del día siguiente, con destino a Caracas. Se irá hasta Maicao y cruzará la frontera para llegar a Maracaibo y tomar otro bus. Es un trayecto que le tomará unas 18 horas, pero es la única opción que tiene: “Me sale más barato viajar así. Nosotros somos una familia de bajos recursos y yo no puedo viajar en avión, porque no me alcanza el dinero. Además, ya estoy acostumbrada”, cuenta, quien vivió durante 30 años en suelo venezolano. En 2004 decidió volver definitivamente a Colombia, pero luego regresó por periodos cortos de tiempo, porque la llamaban para trabajar.

En Venezuela, esta mujer de 59 años tuvo cuatro hijos. Dos se regresaron a Cartagena con ella y dos se quedaron: uno vive en Petare y el otro, “el Colombia”, vivía en un apartamento que le adjudicó el Gobierno, en la Misión Vivienda de La Paz. Allí estuvo dos años, antes de que lo capturaran.

El pasado 30 de mayo, Leiver Padilla fue extraditado a Venezuela desde Colombia, donde permaneció detenido seis meses en la cárcel de Cómbita, en el departamento de Boyacá. El Gobierno venezolano lo señala como uno de los presuntos asesinos materiales de Serra. Su madre no lo cree. Está convencida de que lo involucraron en el homicidio por la amistad que mantuvo con Edwin Torres Camacho, escolta del diputado, también detenido.

“Ellos eran amigos y vecinos. Pero parece que el escolta le dio unas armas a mi hijo para que se las guardara y creo que por eso lo incriminan, pero él no hizo nada, eso me lo dice Jehová Dios y yo estoy aferrada a él. No conoció a ese diputado. Sí era chavista y bastante que apoyó al Gobierno. Sólo que se vino huyendo de Caracas, porque creyó que si lo agarraban allá lo iban a matar”, asegura Concepción.

En una caja pequeña que en algún momento contuvo un celular, la madre de “el Colombia” atesora una carta que él escribió tras las rejas, cuando estaba en Cómbita. Apenas se la entregó, ella misma se encargó de transcribirla, la imprimió y la distribuyó en algunos medios de comunicación. Es un documento dirigido al presidente colombiano, Juan Manuel Santos, en el que el hombre imputado por la justicia venezolana pide un juicio justo y asegura ser un trabajador social, inocente de lo que se le acusa. “El presidente venezolano y el escolta tienen que saber quién fue y se tapan conmigo”, escribe, casi al final, en bolígrafo azul, el hijo de esta cartagenera.

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-¿Algún miembro de la familia ha podido visitar a su hijo desde que fue extraditado a Caracas?

-No, nadie. Ni mi otro hijo que vive allá, porque no lo dejan entrar. La esposa de Leiver también está detenida, creo que en el mismo lugar, pero ellos nunca se han visto. Sus hijos son menores de edad y creo que ni siquiera han intentado ir, no han podido. Por eso es que yo voy allá, a ver si a mí sí me dejan entrar, por ser su mamá. Gracias a Jehová Dios, ya logré reunir el dinero para poder viajar y visitarlo, en colecticas. Los hermanos de la congregación me ayudaron porque mi familia toda es pobre y yo no tengo ni una pensión. Pero me ayudaron aquí y allá, tú sabes, aruñando en todos lados. Yo también me rebusco vendiendo fritos los fines de semana en la puerta de mi casa.

-¿Se ha comunicado con el abogado de su hijo?

-No. Incluso creo que lo cambiaron, me dice mi otro hijo que vive allá. Yo no sé cómo está todo, también por eso es que voy.

-¿Qué le dijo Leiver cuando llegó a Cartagena? ¿Por qué abandonó Caracas?

Primero él me llamó desde Caracas y me dijo: ‘Mami, me quiero ir para allá porque acá me están acusando de algo que no he hecho yo’. Me dijo que lo habían llamado y le dijeron que lo estaban involucrando en algo.

-¿Quién lo llamó?

-No sé, no le pregunté. Yo me imagino que personas de cerca de su casa que se enteraron porque la policía fue a su casa y le hicieron un allanamiento.

-En ese momento, ¿él le explicó de qué lo acusaban?

-Bueno sí, pero porque yo le pregunté y le insistí. Me dijo que habían matado a un diputado y que ahora lo estaban culpando a él. Yo le pregunté quién lo culpaba y me dijo: ‘Mami, unos panas’.

 -¿Le dijo quiénes eran esos panas?

-Sí, pero luego también de que yo le insistí. Era el escolta del diputado, pero no sé quién más. Él me dijo que fue el escolta, pero yo no pregunté quién más. Ellos eran panas panas, como dicen allá en su país. Eran amigos y vecinos. El escolta vivía en la torre de al frente del apartamento de Leiver. Esto no me consta, pero es lo que me cuenta mi hijo.

-La información oficial es que hay varios detenidos por el caso y cuatro son los escoltas de Serra, ¿usted sabía?

-No, me estoy enterando. Lo que sé es lo que dijo Maduro cuando mostró las fotos de mi hijo en cadena nacional, que las sacó del Facebook. Él dijo que uno de sus escoltas lo había entusiasmado y que supuestamente planearon eso hace tres meses. El Presidente incluso mostró unos videos de las cámaras de seguridad de la casa del diputado, pero ahí nunca muestra el rostro de mi hijo. Yo en este caso, creo que el primer autor material e intelectual es el escolta, porque él es el que estaba cuidándolo. Y si él permite que a Robert le hagan daño, es su culpa. Ahora, ¿quién está encubriendo al escolta? ¿quiénes son los implicados? Leiver dice que él no fue y yo le creo a mi hijo.

-¿Sabe dónde estaba su hijo cuando practicaron el allanamiento a su apartamento en la Misión Vivienda?

-Él según estaba en el Tigre (Anzoátegui) en casa de un compadre suyo. Pero no sé si andaba con la esposa y los hijos. En ese momento él no sabía lo que estaba pasando. Al diputado lo matan un miércoles y mi hijo se va de viaje un viernes. La vivienda la allanaron después de una semana, pero mi hijo no se enteró al momento sino unos días después, cuando lo llamaron para alertarlo. Lo que sí puedo decir, según lo que me dice su mujer, es que cuando ocurrió el asesinato mi hijo estaba durmiendo en su casa con ella.

-¿Cuándo habló con la esposa de su hijo?

-Ella ahí detenida me hizo una llamada rápida preguntando por sus hijos, que cómo estaban.

-¿Sabe si en el apartamento consiguieron armas?

-No te sé decir. Lo que sé es que el escolta le dio unas armas para que las guardara. Ese día mi hijo iba a comprar los pasajes para irse al Tigre y se consiguió al tipo abajo  en el edificio. Ahí es que él le pide que le haga el favor y Leiver le pregunta que por qué no las guarda en su casa. El escolta le responde que porque la mamá no está y que a él se le habían quedado las llaves en otro lugar, entonces no tenía cómo abrir su apartamento.

-¿Cuándo llegó su hijo a Cartagena?

-Día exacto no me acuerdo, pero sé que fue en octubre del año pasado, a pocas semanas de que murió el diputado. En ese entonces yo tenía la cabeza atribulada y todo se me olvidaba. Fueron días de mucho estrés, bueno, todavía… Pero lo agarraron el 2 de noviembre aquí, dos semanas después de que llegó. Yo estaba muy nerviosa y asustada, porque no sabía cómo afrontar eso, porque nunca hemos estado metidos en un lío de esos. Yo lo que le decía a mi hijo era que se entregara.

-¿No cree que la huida de su hijo complicó más el caso?

-Yo le doy gracias a Jehová Dios de que él huyera de Caracas. Ya sabemos como están las cosas con la justicia en Venezuela y cómo son esas cárceles. Si lo agarraban allá no lo iban a llevar al Sebin, seguro lo llevaban a cualquier otra cárcel común, un malandro lo mataba y caso cerrado. Él estaba seguro de que allá lo iban a matar. De pronto todo sí se complica porque pueden tomarlo como que estaba huyendo de la justicia, pero si no huye quizás le hubiese pasado algo peor. Huyó de la muerte. Y si judicialmente se complicó, bueno, puede ser, pero al menos tiene la vida.

-¿Cómo fue la detención?

-No sé porque no estaba ahí. A Leiver no lo agarraron en mi casa. Él estuvo unos días conmigo y luego por seguridad, se fue porque hubo días que por aquí pasaba mucho carro raro, camionetas grandes, y esta calle no es para que estén transitando esos carros. Uno sabe quién pasa por aquí. Entonces mi hijo se fue para Policarpa, otro barrio de Cartagena, a donde una hermana mía. Él se fue un sábado, estaba muy asustado. El domingo fue que lo agarraron. Y lo agarraron desarmado, ni una hojilla le encontraron. Entonces que Maduro me explique por qué dice que mi hijo es guerrillero y paramilitar. Que yo sepa un guerrillero no anda desarmado.

-¿A qué se dedicaban su hijo y la esposa?

-Neira, su mujer, trabajaba en una fábrica de ropa, era costurera. Mi hijo se dedicaba a la albañilería y a la construcción. La cancha que hicieron en la comuna de La Paz la trabajó él. También trabajó con Pdvsa, creo que en una contratista, cuando estuvo en el refugio de la avenida Libertador. De vez en cuando se rebuscaba como mototaxista porque tenía una moto. A veces vendía ‘fritos’, como yo, en un carrito, freía cerdo y cosas así, pero le iba bien. Yo tengo entendido que mi hijo era muy respetado en su comunidad. Una señora que vive allá se comunicó conmigo hace días y me dijo que desde que Leiver no está eso se dañó, que las cosas no están bien.

-¿A qué se refiere?

-Bueno, lo que ella me dijo es que la malandrería se desató y que todo está sucio, que la gente no cuida nada. Lo que pasa es que mi hijo era como el cabecilla, por decir así, de una organización. Desde que llegó él se encargó de mantener limpia la comuna en todos los sentidos. Allí había muchas personas de mala conducta y el se ingenió como una asociación de muchachos, los puso a trabajar, les dio clases de albañilería, los mantenía ocupados para que no se fueran por malos pasos.

-¿En Pdvsa también tuvo esa organización?

-No. Él formó eso cuando se mudó a la Misión Vivienda porque sentía que tenía un compromiso con el Gobierno. Mi hijo sí era chavista y bastante que los apoyó. Incluso participó en las campañas y en las elecciones se organizaba con otros compañeros para llevar gente en sus motos a los centros electorales, a que votaran. Cuando Chávez hizo aquel acto de cierre de campaña que llovió mucho, mi hijo estaba ahí por convicción. Ahora, con todo este problema, no sé si sienta lo mismo por el Gobierno.

-¿Dónde están los hijos de Leiver?

-Mi hijo tiene dos y su esposa tiene dos. Son cuatro hermanos, pero de diferente madre y padre. Leiver tiene una niña de 16 y un niño de 15. Neira tiene uno de 14 y otro más grande, pero no sé bien la edad. A ese también lo implican en el caso, pero no sé si está detenido. Yo creo que el apartamento está ocupado, ahí hay gente, por lo que me dicen. Pero me imagino que los nietos estarán con su otra abuela. Yo no sé, eso lo voy a verificar ahora que vaya para Caracas.

-¿Usted sabe quién es Julio Vélez?

-Sí… Me suena. ¿Ese no es el concejal que dicen que mató a su esposa en Cúcuta?

-También está detenido en Caracas y es señalado como presunto financista del homicidio de Serra…

-Uy, yo no sabía eso. Imagínate… Pero seguro sale fácil porque debe ser un señor con plata, no como nosotros, que somos pobres.

-¿Qué espera de su visita a Caracas? ¿Cuánto tiempo se va a quedar allá?

-No sé cuánto tiempo me voy a quedar, pero no puede ser mucho porque el dinero que llevo no es suficiente para pasar unos cuántos días, además, no voy porque quiero, sino por necesidad. De lo que espero… Bueno, yo quisiera ver el video que mostró Maduro, pero que me lo muestren ellos y que me digan dónde supuestamente está mi hijo ahí. Que me muestren el rostro y ver si ahí sale. Si sale ahí, me dolerá mucho como madre, pero ya yo estaré convencida porque lo vi. Pero hasta que no lo vea yo voy a seguir creyendo en la inocencia de mi hijo.

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