La brecha de ingresos, las tareas del hogar y la responsabilidad de cargar con personas dependientes, que usualmente son asignadas a mujeres, son de los principales factores del avance de la feminización de la pobreza.

“El peso del trabajo de cuidados no remunerado recae sobre las mujeres. Es un obstáculo para que accedan a recursos económicos y mejoren sus condiciones de vida. Además, se hace invisible el aporte que estas tareas tienen a la economía regional“, afirmó Corina Rodríguez, experta del Centro Interdisciplinario para el Estudio de Políticas Públicas de Argentina, a la agencia de noticias EFE.

Este jueves 14 de julio se desarrolló un conversatorio de ONU Mujeres, la Secretaría de Acceso a Derechos y Equidad, y la Comisión Interamericana de Mujeres de la Organización de Estados Americanos (OEA), en el marco de la reunión de ministros de Desarrollo Social de las Américas sobre pobreza y equidad, donde se dejó claro que en el subcontinente, a pesar del crecimiento económico de la última década, existe mayor proporción de mujeres en situación de pobreza que hombres.

Queda mucho trabajo por hacer para que las mujeres latinoamericanas puedan conciliar mejor su vida laboral y familiar. Rodríguez puntualizó que en muchos países de la región “las licencias por maternidad no llegan a los estándares de la Organización Internacional del Trabajo (OIT); por paternidad, son insignificantes, y por crianza de los hijos, inexistentes”.

Además señaló que los avances en políticas de cuidados se han centrado en la crianza de niños y niñas, dejando por fuera a las personas con enfermedades crónicas o discapacidades o adultos mayores, que también generan dependencia.

“La región está atravesando un cambio demográfico, y los países están envejeciendo de manera acelerada. La ausencia de políticas públicas para el cuidado de adultos mayores es un problema a la vuelta de la esquina”, enfatizó Rodríguez.

En el caso de las personas que realizan tareas de cuidados de forma remunerada, por ejemplo en casas de terceros, “sus condiciones laborales suelen ser ‘muy precarias’, lo que genera unos servicios de mala calidad”, según dijo.

Además de esta división por sexos de las tareas de cuidados, Rodríguez alertó que el avance de las actividades económicas extractivas, vinculadas a la explotación de recursos naturales, precariza la situación económica de las mujeres.

América Latina vive un proceso de reprimarización de sus economías. Se ha retrasado su proceso de industrialización, en favor de la explotación y venta al exterior de materias primas. Estas actividades, como la minería o la explotación agrícola intensiva, generan pocos empleos, menos aún para las mujeres”, expuso.

La expulsión conlleva además, para muchas mujeres campesinas, la migración hacia ciudades o países donde tienen condiciones de vida precarias, e implica el riesgo de ser captadas por redes de trata de personas para la explotación laboral o sexual.

La inversión en el empoderamiento económico de la mujeres es uno de los pilares necesarios para lograr los Objetivos de Desarrollo sostenible, y aunque se ha avanzado en la igualdad de los sexos, persisten brechas de género y de oportunidades económicas.

Foto: Actualidad RT

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