Ruperta tiene 45 años y pesa aproximadamente cuatro toneladas, cuando debería estar pesando siete. Es la elefanta del Zoológico de Caricuao y los veterinarios estiman que todavía le quedan unos 20 años más de vida. Sin embargo, tuvo una caída la semana pasada que reveló el precario estado de salud en el que se encuentra: tras pasar varios días comiendo solo auyama y lechosa, el paquidermo presentó un cuadro diarreico y se deshidrató.
«Se cayó subiendo una rampa en la zona en donde se encuentra. Estaba débil y tenía una diarrea que no se le había tratado», explicó Marlene Sifontes, secretaria del sindicato unitario de Inparques. El riesgo para un animal como Ruperta es inminente. «Tras la caída no se podía parar. Es peligroso porque por su peso puede aplastar sus pulmones«, añadió.
Fue necesario traer grúas para poder poner a Ruperta de pie. Luego de la caída, un veterinario la evaluó, le puso suero y le cambió la dieta a zanahorias. La mala alimentación no solo se circunscribe al caso del paquidermo, los animales de los zoológicos y parques del país atraviesan una situación similar.
«Nosotros venimos denunciando esta situación desde hace mucho tiempo», advirtió Sifontes. La sindicalista denunció que la dieta de un solo felino en el Parque del Este se la reparten entre tres porque no hay suficiente comida. También que en el Zoológico de Caricuao hay un pony con dermatitis que se está tratando con remedios caseros, porque los parques tampoco tienen medicinas.
Tras conocer el caso de Ruperta, vecinos de Caricuao, caraqueños y varias figuras del medio artístico se movilizaron para donar comida al mamífero. Sin embargo, las autoridades del zoológico rechazaron los aportes en alimentos por «medidas de seguridad». La premisa es que esa comida pudiera estar envenenada.
Sifontes explicó que los trabajadores de Inparques no están autorizados para recibir este tipo de donaciones. Sin embargo, exhortó a los visitantes del parque a denunciar las irregularidades y los deterioros en las instalaciones. «Agradecemos la preocupación de todos los vecinos y necesitamos su apoyo para denunciar lo que ellos ven», dijo.
Luego de que la situación de Ruperta se hiciera viral en las redes sociales, las autoridades del zoológico mostraron las neveras con los alimentos destinados a los animales. No obstante, la sindicalista denunció que la cantidad de comida exhibida no solo corresponde al Zoológico de Caricuao, sino también al Parque Generalísimo Francisco de Miranda.
«Ahí están mostrando la cava, pero no dicen que esa comida también va para otro lado y que en el Parque del Este la están esperando desde el viernes, pero no la han podido recibir porque no hay vehículos», aseguró.
También advirtió que la compra de alimentos para los animales no siempre es oportuna ni variada. Incluso denunció que, en algunos casos, ha llegado a vencerse la comida comprada. Mientras tanto, los mamíferos, los reptiles y las aves viven de donaciones, de una dieta monótona o de lo que los mismos trabajadores ponen de sus bolsillos.
Foto: Román Camacho
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Ruperta tiene 45 años y pesa aproximadamente cuatro toneladas, cuando debería estar pesando siete. Es la elefanta del Zoológico de Caricuao y los veterinarios estiman que todavía le quedan unos 20 años más de vida. Sin embargo, tuvo una caída la semana pasada que reveló el precario estado de salud en el que se encuentra: tras pasar varios días comiendo solo auyama y lechosa, el paquidermo presentó un cuadro diarreico y se deshidrató.
«Se cayó subiendo una rampa en la zona en donde se encuentra. Estaba débil y tenía una diarrea que no se le había tratado», explicó Marlene Sifontes, secretaria del sindicato unitario de Inparques. El riesgo para un animal como Ruperta es inminente. «Tras la caída no se podía parar. Es peligroso porque por su peso puede aplastar sus pulmones«, añadió.
Fue necesario traer grúas para poder poner a Ruperta de pie. Luego de la caída, un veterinario la evaluó, le puso suero y le cambió la dieta a zanahorias. La mala alimentación no solo se circunscribe al caso del paquidermo, los animales de los zoológicos y parques del país atraviesan una situación similar.
«Nosotros venimos denunciando esta situación desde hace mucho tiempo», advirtió Sifontes. La sindicalista denunció que la dieta de un solo felino en el Parque del Este se la reparten entre tres porque no hay suficiente comida. También que en el Zoológico de Caricuao hay un pony con dermatitis que se está tratando con remedios caseros, porque los parques tampoco tienen medicinas.
Tras conocer el caso de Ruperta, vecinos de Caricuao, caraqueños y varias figuras del medio artístico se movilizaron para donar comida al mamífero. Sin embargo, las autoridades del zoológico rechazaron los aportes en alimentos por «medidas de seguridad». La premisa es que esa comida pudiera estar envenenada.
Sifontes explicó que los trabajadores de Inparques no están autorizados para recibir este tipo de donaciones. Sin embargo, exhortó a los visitantes del parque a denunciar las irregularidades y los deterioros en las instalaciones. «Agradecemos la preocupación de todos los vecinos y necesitamos su apoyo para denunciar lo que ellos ven», dijo.
Luego de que la situación de Ruperta se hiciera viral en las redes sociales, las autoridades del zoológico mostraron las neveras con los alimentos destinados a los animales. No obstante, la sindicalista denunció que la cantidad de comida exhibida no solo corresponde al Zoológico de Caricuao, sino también al Parque Generalísimo Francisco de Miranda.
«Ahí están mostrando la cava, pero no dicen que esa comida también va para otro lado y que en el Parque del Este la están esperando desde el viernes, pero no la han podido recibir porque no hay vehículos», aseguró.
También advirtió que la compra de alimentos para los animales no siempre es oportuna ni variada. Incluso denunció que, en algunos casos, ha llegado a vencerse la comida comprada. Mientras tanto, los mamíferos, los reptiles y las aves viven de donaciones, de una dieta monótona o de lo que los mismos trabajadores ponen de sus bolsillos.
Foto: Román Camacho