Sudáfrica saludó este 1 de enero al año nuevo dando su último y sentido adiós en un funeral de Estado al arzobispo emérito Desmond Tutu, premio Nobel de la paz y figura clave de la lucha contra el régimen racista del «apartheid».
Tutu «era nuestra brújula moral, pero también era nuestra conciencia nacional», dijo hoy al intervenir en la ceremonia el presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa.
La nación africana se despidió de quien siempre actuó como la «voz de la multitud silenciada», tal como apuntó en su sermón el obispo retirado Michael Nuttall, que trabajó junto con Tutu durante su época como arzobispo de Ciudad del Cabo, donde fue la primera persona negra en ser nombrada para el cargo en 1986.
Como si la ciudad llorara también la muerte de Tutu, la lluvia arreciaba esta mañana en Ciudad del Cabo (suroeste) cuando, algo pasadas las 10.00 hora local (8.00 GMT), comenzó el oficio en la catedral anglicana de San Jorge, con el tráfico cortado en la mayoría de calles que la rodean.
«Si el arzobispo estuviera aquí, hubiera dicho ‘¿Por qué parecéis todos tan tristes?’. Hubiera intentado arrancarnos una risa», dijo Ramaphosa durante su discurso -el único pronunciado, siguiendo los deseos del propio Tutu- captando el tono general del funeral, que fue emotivo pero también alegre y de celebración por la vida del difunto.
La misa de réquiem se vio marcada por las restricciones derivadas de la covid-19, que obligaron a reducir el número de asistentes a un centenar.
Entre ellos, se contaron figuras destacadas del país, como los expresidentes Thabo Mbeki (1999-2008) y Kgalema Motlanthe (2008-2009) o la ministra de Infraestructura y exalcaldesa de Ciudad del Cabo Patricia de Lille.
Asimismo, asistieron al funeral personalidades internacionales, como el rey Letsie III de Lesoto, la activista mozambiqueña Graça Machel -viuda de Nelson Mandela- y la expresidenta irlandesa Mary Robinson, cercana a Tutu.
No pudo acudir, sin embargo, el líder espiritual tibetano, el Dalai Lama -cuya amistad con Tutu era conocida- a causa de la pandemia y de problemas para obtener una visa de entrada al país, según dijo a medios locales el representante que asistió en su nombre.
Las exequias contaron con la participación de diferentes coros -con interpretaciones emitidas de manera virtual- cuyas voces llenaron el templo al cantar el himno nacional de Sudáfrica, un símbolo de la unidad «arco iris» que defendió Tutu toda su vida.
Intervinieron también brevemente tanto Naomi Tutu, hija del arzobispo y reverenda anglicana ella misma, como el primado de la Iglesia anglicana y arzobispo de Canterbury, Justin Welby (en su caso, a través de un vídeo).
Como parte del funeral de Estado, Ramaphosa entregó la bandera nacional a la viuda del arzobispo emérito, Nomalizo Leah Tutu, el único elemento ceremonial de carácter militar que el fallecido quiso incluir.
Se cierra así una semana de duelo y homenajes en el país, incluyendo la instalación de una capilla ardiente en la catedral durante el jueves y el viernes por la que desfilaron cientos de sudafricanos para despedirse.
Siguiendo los deseos de Tutu, su cuerpo será incinerado y sus cenizas depositadas en esta catedral en un acto privado durante los próximos días, según confirmó el actual arzobispo de Ciudad del Cabo y líder de la Iglesia anglicana del sur de África, Thabo Makgoba, que ofició la ceremonia.
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Sudáfrica saludó este 1 de enero al año nuevo dando su último y sentido adiós en un funeral de Estado al arzobispo emérito Desmond Tutu, premio Nobel de la paz y figura clave de la lucha contra el régimen racista del «apartheid».
Tutu «era nuestra brújula moral, pero también era nuestra conciencia nacional», dijo hoy al intervenir en la ceremonia el presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa.
La nación africana se despidió de quien siempre actuó como la «voz de la multitud silenciada», tal como apuntó en su sermón el obispo retirado Michael Nuttall, que trabajó junto con Tutu durante su época como arzobispo de Ciudad del Cabo, donde fue la primera persona negra en ser nombrada para el cargo en 1986.
Como si la ciudad llorara también la muerte de Tutu, la lluvia arreciaba esta mañana en Ciudad del Cabo (suroeste) cuando, algo pasadas las 10.00 hora local (8.00 GMT), comenzó el oficio en la catedral anglicana de San Jorge, con el tráfico cortado en la mayoría de calles que la rodean.
«Si el arzobispo estuviera aquí, hubiera dicho ‘¿Por qué parecéis todos tan tristes?’. Hubiera intentado arrancarnos una risa», dijo Ramaphosa durante su discurso -el único pronunciado, siguiendo los deseos del propio Tutu- captando el tono general del funeral, que fue emotivo pero también alegre y de celebración por la vida del difunto.
La misa de réquiem se vio marcada por las restricciones derivadas de la covid-19, que obligaron a reducir el número de asistentes a un centenar.
Entre ellos, se contaron figuras destacadas del país, como los expresidentes Thabo Mbeki (1999-2008) y Kgalema Motlanthe (2008-2009) o la ministra de Infraestructura y exalcaldesa de Ciudad del Cabo Patricia de Lille.
Asimismo, asistieron al funeral personalidades internacionales, como el rey Letsie III de Lesoto, la activista mozambiqueña Graça Machel -viuda de Nelson Mandela- y la expresidenta irlandesa Mary Robinson, cercana a Tutu.
No pudo acudir, sin embargo, el líder espiritual tibetano, el Dalai Lama -cuya amistad con Tutu era conocida- a causa de la pandemia y de problemas para obtener una visa de entrada al país, según dijo a medios locales el representante que asistió en su nombre.
Las exequias contaron con la participación de diferentes coros -con interpretaciones emitidas de manera virtual- cuyas voces llenaron el templo al cantar el himno nacional de Sudáfrica, un símbolo de la unidad «arco iris» que defendió Tutu toda su vida.
Intervinieron también brevemente tanto Naomi Tutu, hija del arzobispo y reverenda anglicana ella misma, como el primado de la Iglesia anglicana y arzobispo de Canterbury, Justin Welby (en su caso, a través de un vídeo).
Como parte del funeral de Estado, Ramaphosa entregó la bandera nacional a la viuda del arzobispo emérito, Nomalizo Leah Tutu, el único elemento ceremonial de carácter militar que el fallecido quiso incluir.
Se cierra así una semana de duelo y homenajes en el país, incluyendo la instalación de una capilla ardiente en la catedral durante el jueves y el viernes por la que desfilaron cientos de sudafricanos para despedirse.
Siguiendo los deseos de Tutu, su cuerpo será incinerado y sus cenizas depositadas en esta catedral en un acto privado durante los próximos días, según confirmó el actual arzobispo de Ciudad del Cabo y líder de la Iglesia anglicana del sur de África, Thabo Makgoba, que ofició la ceremonia.