La llamada Generación X cambió de música, al mutar de la exageración glam y la tecnofilia del pop ochentoso a la fusión de géneros divergentes que rompieron esquemas estéticos establecidos, transmitidos por MTV.
En lugar del grunge de Seattle, en Latinoamérica, la década de los 90 fue el momento para, tras desafiar la idea de lo que se conocía como Rock En Español, finalmente mostrar las joyas de la idiosincrasia continental que mezclaba lo sajón y lo local para un producto único global, pero autóctono.
Repasemos cuatro discos latinoamericanos que cumplen un cuarto de siglo este 2020:
El Dorado – Aterciopelados (Colombia) – Abril de 1995 – BMG
Tomando como nombre la leyenda latinoamericana por excelencia, el segundo disco de la aún entonces banda colombiana, pero claramente liderada por Andrea Echeverri y Héctor Buitrago, es conocido popularmente por los súper hits “Florecita rockera” y “Bolero Falaz”. Pero la letra incluye no sólo las influencias de las expresiones callejeras, tradicionales y juveniles de Colombia sino crítica social a la violencia política, su posición ecologista y reflexión sobre las relaciones personales.
Musicalmente es una despedida de la hegemonía del rock y el punk que caracterizaron a su disco anterior “Con el corazón en la mano” (1993) para unirlo con música tradicional colombiana, algo de reggae (Florecita rockera) e incluso vals, tango, música andina o ranchera sin perder la crudeza en temas como “Pilas!” en el que sólo hay sonidos hardcore, que recuerdan a su primera banda Delia y Los Aminoácidos.
El disco también incluye canciones que pasaron a ser del repertorio más emblemático de la banda como “Colombia Conexión”, “De tripas corazón”, “La estaca”, “Candela” o “El Diablo”, que mezclan elementos de todos estos mundos, con una mirada local y latinoamericana con sonoridades híbridas.
El Dorado marca el inicio de la internacionalización de la banda, que giró por toda Latinoamérica, parte de Estados Unidos y España de la mano de gigantes como Soda Stereo y Héroes del Silencio, vendiendo además un millón de copias en épocas de pre-piratería en línea.

Chaco – Illya Kuryaki and the Valderramas (Argentina) – Mayo de 1995 – Independiente
En medio de una ola de bandas latinas en el nuevo canal musical alternativo, logró destacar el dúo conformado por Emmanuel Horvilleur y Dante Spinetta, unos raperos argentinos blancos que hacían karate en lo que parecía una película policial sexy de los 70 bajo el pegajoso pero indescifrable coro de “Abarajáme, abarajáme la bañera, nena”.
Con un título también geográfico y simbólico, el disco toma el nombre del Chaco, una región argentina rural con habitantes originarios y empobrecida pero de naturaleza extraordinaria. Estos hijos de famosos de la escena musical argentina decidieron también hacer una fusión de sus gustos por la psicodelia del rock y el funk de los setenta con el hip hop que habían practicado en sus dos anteriores discos en su adolescencia.
El disco va de la extraña poética lisérgica cultivada por El Flaco (padre de Dante) a los acústicos brevísimos de atmósfera etérea, pasando por el duro hardcore de Remisero, el súper sensual Jaguar House y las referencias orientalistas, del cine afroamericano y las sagas policiales de los 70. Desarrolla además lo que sería lo más poderoso del dúo IKV, las power ballads que combinan el space rock con arreglos orquestales.
Podría parecer una fórmula pero su defensa de los indígenas chaqueños, su spanglish de Nueva York, sus influencias musicales diversas, la crítica social y su apariencia de chicanos cinta negra funcionó. Un cuarto de millón de copias y mejor video del año MTV 1996.

Rey Azúcar – Los Fabulosos Cadillacs (Argentina) – Junio de 1995 – Sony Music
A diferencia de sus pares, esta agrupación de nueve miembros de ska tenía mucho tiempo en la carrera discográfica antes de ver la luz internacional. Gracias al éxito previo del tema “Matador” de su disco recopilatorio Vasos Vacíos (1993), la llegada del “Mal bicho” les permitió la internacionalización tras muchos avatares, críticas y desencuentros con las ventas.
Así que Rey Azúcar es el punto de inflexión de la banda que tenía una década haciendo bailar sus influencias sajonas del punk, rock, ska y reggae con ritmos tan diversos como la murga argentina y la salsa caribeña. El toque lo pusieron sus productores, exintegrantes de Talking Heads, que elevaron la calidad de las ideas de Flavio, Vicentico y Rotman (saxofón y compositor).
En la tradición de sus discos anteriores, Rey Azúcar contiene colaboraciones y versiones de sus héroes del rock y punk europeo. En este caso se trata del tema Strawberry Fields Forever de The Beatles junto a la cantante Debbie Harry del grupo Blondie así como Mick Jones de The Clash en Mal Bicho. Pero el disco también tiene sus propias raíces e influencias más cercanas, pues se escucha el legado de Mano Negra, los compatriotas de Todos Tus Muertos y Rubén Blades.
Cumplieron sus sueños pues los llevó a hacer una gira por Europa con su mensaje de justicia social inspirado en la famosa obra del uruguayo Eduardo Galeano, con su discurso contra-poder, bailable y rebelde, súper latinoamericano. Después vendrían los reconocidos discos “Fabulosos Calavera” y “La marcha del golazo solitario”.

Sueño Stereo – Soda Stereo (Argentina) – Junio de 1995 – Sony Music
Otros veteranos argentinos, quienes presentaron este año su séptimo y último disco de estudio. Su tema “Ella usó mi cabeza como un revólver” está incluida en varias listas de las mejores canciones del rock latinoamericano, adelantaba lo que sería esta producción: rock y electrónica con permanentes arreglos de cuerdas que mostrarían una cara más experimental del trío.
Presentado tres años después de su anterior grabación, exhibió una mayor presencia de la música electrónica que introdujo Charly Alberti al principio pero que Zeta y Cerati habían trabajado fuera del grupo, pero también innovaciones con la incorporación del brit pop o el rock progresivo, nunca antes usado por Soda Stereo produciendo clásicos de última generación como “Zoom”.
El disco es esencialmente ecléctico, tanto que culmina con un trío de temas electrónicos, sin la voz de Gustavo ni el predominio casi total de la guitarra, que realmente iba para un disco doble de ambient (al estilo de lo que luego hizo Café Tacuba con “Revés/Yo Soy”) que la disquera no aceptó mientras las letras de todo el disco juegan con analogías de conceptos y tecnologías de sonido y audio con las relaciones personales.
Una producción de su momento, sin compromisos con las ventas, felices de la carrera que habían obtenido y sin presionarse sobre la década que venía. Así lo definieron en varias entrevistas, en que simplemente lo reflejaron como una fotografía del momento sin más pretensiones que reflejarse a sí mismos. De nuevo, alta rotación en MTV e invitación a presentarse al Unplugged (que no lo fue tanto) y gira por Hispanoamérica.
