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Mariana Souquett Gil | @nanasouquett
Foto por Mairet Chourio | @mairetchourio (Archivo)Las fallas de agua persisten en diversas unidades de diálisis del país y retrasan los tratamientos de decenas de pacientes renales que dependen de máquinas para vivir, mientras que el déficit del personal sanitario también se agrava.
Desde el 16 de febrero, pacientes de la unidad de diálisis de Acarigua, en el estado Portuguesa, pedían cisternas tanto al Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (Ivss) como a la Alcaldía para garantizar que la unidad contara con agua y así cumplir sus tratamientos. Sin embargo, para las primeras horas de la mañana del 17 de febrero, aún no había agua.
«Desde ayer (16 de febrero) se tenía conocimiento de que no había agua en esa unidad de diálisis en Portuguesa, que queda en Acarigua. Los pacientes estaban solicitando el agua al Seguro Social y al alcalde, pero el alcalde nunca respondió. Esta mañana tuvimos que hacer la denuncia por Twitter y como a las 8:30 a. m. llegó la cisterna», dijo Reymer Villamizar, director de Amigos Trasplantados de Venezuela, a Efecto Cocuyo.
Según la organización, la mayoría de las unidades de diálisis de las regiones no cuentan con suministro directo de agua y deben abastecerse con cisternas. Portuguesa, Carabobo, Táchira y Lara son los estados que presentan más problemas con el suministro de agua. De acuerdo con Villamizar, muchos pacientes sienten angustia por no tener la certeza de que habrá agua cuando acudan a dializarse.
«Por el agua a veces conectan tarde a los pacientes. El agua y la electricidad son los factores externos que hacen que tengan que retrasar las diálisis o que la suspendan. Pocas veces suspenden, pero sí retrasan y eso afecta bastante. A veces las alcaldías o las gobernaciones tardan en enviar agua y los mismos pacientes se reúnen y tienen que comprar cisternas», añadió Villamizar.
En Caracas también se registra la misma situación en algunas unidades de diálisis. Yermy Yeján es paciente de la unidad Juan Pablo II, en la avenida Nueva Granada. Ahí, asegura, por lo menos una vez a la semana se retrasan los turnos de diálisis debido a problemas con el agua. El 14 de febrero, él y los pacientes de su turno, el de las 6 a. m., fueron conectados a las máquinas cuatro horas después de lo correspondido.
«Estuve esperando desde las 6 a. m. y a las 3 de la tarde salí de diálisis. Estamos hablando de más de ocho horas para tener diálisis completa viniendo de un fin de semana, con una carga hídrica, cuando vienes con las toxinas al máximo. Es por falta de administración porque si ya sabes el domingo que no tienes agua, como ente, debes llamar a tus cisternas para que estén ahí el domingo en la noche o el lunes en la mañana», explicó Yeján, quien se dializa desde hace 5 años.
Otro de los principales problemas en la unidad donde se atiende Yeján es la falta de personal sanitario para cubrir cada turno y velar por los pacientes.
«Hoy (17 de febrero) en una de las salas de la unidad en la que hay 13 pacientes había una sola enfermera conectando a los 13 pacientes. Se le hizo el llamado al Ivss y ellos dicen que no tienen personal. Esperamos que no pase ninguna emergencia, porque ¿cómo hace una enfermera para atender a 13 pacientes a la vez?», añadió.
En la unidad de diálisis Juan Pablo II tampoco cuentan con suficiente personal médico, ni especialistas en otras disciplinas necesarias en el abordaje integral para una persona con enfermedad renal crónica.
Según los pacientes de esta unidad, solo en enero despidieron a cuatro enfermeros, cerca del 25% del personal de la unidad, pero no contrataron a nadie que los reemplazara. Entre ellos había una enfermera trasplantada y trabajadores con más de 10 años de servicio.
«No contamos con médicos. Tenemos médicos integrales que van una vez, dos veces a la semana, pero no tenemos nefrólogo, psicólogo, nutricionista, no tenemos un seguimiento constante al paciente porque nos dan la diálisis pero no por calidad de vida, sino para que sobrevivamos un poquito más hasta que nos llegue la hora y fallezcamos porque eso es lo que pasa a diario. Es normal llegar a la unidad, preguntar por un paciente, y que te digan ‘falleció ayer, falleció antes de ayer’, porque son muy pocos los que pueden optar por salir y menos por un trasplante», expresó.
Una de las pérdidas más recientes fue la del adolescente Ángel Céspedes, de solo 15 años, quien era paciente del J. M. de los Ríos pero se dializaba en la unidad Juan Pablo II.
Los pacientes esperan que mejore el suministro de insumos y medicamentos, pues el bicarbonato necesario para la diálisis llega semanalmente y no hay almacenado para tener reservas para un mes.
En cuanto a las medicinas y suplementos, solo les entregan calcio, ácido fólico y vitaminas. Tampoco les dan el medicamento Zemplar, necesario para sus huesos. Destacan que cada ampolla cuesta entre 7 y 8 dólares, pero dependiendo de los valores pueden necesitar hasta 20 ampollas.
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Desde el 16 de febrero, pacientes de la unidad de diálisis de Acarigua, en el estado Portuguesa, pedían cisternas tanto al Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (Ivss) como a la Alcaldía para garantizar que la unidad contara con agua y así cumplir sus tratamientos. Sin embargo, para las primeras horas de la mañana del 17 de febrero, aún no había agua.
«Desde ayer (16 de febrero) se tenía conocimiento de que no había agua en esa unidad de diálisis en Portuguesa, que queda en Acarigua. Los pacientes estaban solicitando el agua al Seguro Social y al alcalde, pero el alcalde nunca respondió. Esta mañana tuvimos que hacer la denuncia por Twitter y como a las 8:30 a. m. llegó la cisterna», dijo Reymer Villamizar, director de Amigos Trasplantados de Venezuela, a Efecto Cocuyo.
Según la organización, la mayoría de las unidades de diálisis de las regiones no cuentan con suministro directo de agua y deben abastecerse con cisternas. Portuguesa, Carabobo, Táchira y Lara son los estados que presentan más problemas con el suministro de agua. De acuerdo con Villamizar, muchos pacientes sienten angustia por no tener la certeza de que habrá agua cuando acudan a dializarse.
«Por el agua a veces conectan tarde a los pacientes. El agua y la electricidad son los factores externos que hacen que tengan que retrasar las diálisis o que la suspendan. Pocas veces suspenden, pero sí retrasan y eso afecta bastante. A veces las alcaldías o las gobernaciones tardan en enviar agua y los mismos pacientes se reúnen y tienen que comprar cisternas», añadió Villamizar.
En Caracas también se registra la misma situación en algunas unidades de diálisis. Yermy Yeján es paciente de la unidad Juan Pablo II, en la avenida Nueva Granada. Ahí, asegura, por lo menos una vez a la semana se retrasan los turnos de diálisis debido a problemas con el agua. El 14 de febrero, él y los pacientes de su turno, el de las 6 a. m., fueron conectados a las máquinas cuatro horas después de lo correspondido.
«Estuve esperando desde las 6 a. m. y a las 3 de la tarde salí de diálisis. Estamos hablando de más de ocho horas para tener diálisis completa viniendo de un fin de semana, con una carga hídrica, cuando vienes con las toxinas al máximo. Es por falta de administración porque si ya sabes el domingo que no tienes agua, como ente, debes llamar a tus cisternas para que estén ahí el domingo en la noche o el lunes en la mañana», explicó Yeján, quien se dializa desde hace 5 años.
Otro de los principales problemas en la unidad donde se atiende Yeján es la falta de personal sanitario para cubrir cada turno y velar por los pacientes.
«Hoy (17 de febrero) en una de las salas de la unidad en la que hay 13 pacientes había una sola enfermera conectando a los 13 pacientes. Se le hizo el llamado al Ivss y ellos dicen que no tienen personal. Esperamos que no pase ninguna emergencia, porque ¿cómo hace una enfermera para atender a 13 pacientes a la vez?», añadió.
En la unidad de diálisis Juan Pablo II tampoco cuentan con suficiente personal médico, ni especialistas en otras disciplinas necesarias en el abordaje integral para una persona con enfermedad renal crónica.
Según los pacientes de esta unidad, solo en enero despidieron a cuatro enfermeros, cerca del 25% del personal de la unidad, pero no contrataron a nadie que los reemplazara. Entre ellos había una enfermera trasplantada y trabajadores con más de 10 años de servicio.
«No contamos con médicos. Tenemos médicos integrales que van una vez, dos veces a la semana, pero no tenemos nefrólogo, psicólogo, nutricionista, no tenemos un seguimiento constante al paciente porque nos dan la diálisis pero no por calidad de vida, sino para que sobrevivamos un poquito más hasta que nos llegue la hora y fallezcamos porque eso es lo que pasa a diario. Es normal llegar a la unidad, preguntar por un paciente, y que te digan ‘falleció ayer, falleció antes de ayer’, porque son muy pocos los que pueden optar por salir y menos por un trasplante», expresó.
Una de las pérdidas más recientes fue la del adolescente Ángel Céspedes, de solo 15 años, quien era paciente del J. M. de los Ríos pero se dializaba en la unidad Juan Pablo II.
Los pacientes esperan que mejore el suministro de insumos y medicamentos, pues el bicarbonato necesario para la diálisis llega semanalmente y no hay almacenado para tener reservas para un mes.
En cuanto a las medicinas y suplementos, solo les entregan calcio, ácido fólico y vitaminas. Tampoco les dan el medicamento Zemplar, necesario para sus huesos. Destacan que cada ampolla cuesta entre 7 y 8 dólares, pero dependiendo de los valores pueden necesitar hasta 20 ampollas.