No son ni las 9:00 am y ya Rosa González ha bajado las escaleras tres veces para poder llenar las garrafas. Sale del servicio de Cirugía II, atraviesa la mitad del Hospital Clínico Universitario y baja cinco pisos hasta el «cuarto de llenado». En la sala ubicada en la planta baja, lúgubre como un sótano, hay unos siete tanques de plástico. Allí los pacientes llenan botellas, tobos y botellones para cargarlos de vuelta a sus habitaciones. Los tanques ni siquiera están cubiertos con tapa.
«Hay días en los que tengo que bajar hasta seis veces porque todo está muy sucio aquí arriba. Tengo 59 años y debo que bajar cinco pisos para poder medio asear a mi hijo. No dejo de pensar que, mientras yo estoy abajo, a él puede darle una hemorragia», relata Rosa. «A veces hasta se forman colas para poder llenar las botellas«.
Su hijo Marcel tiene 15 días hospitalizado en el Clínico por una angiodisplasia intestinal, una enfermedad que ocasiona pérdidas intermitentes de sangre desde el tracto intestinal.
En un pequeño armario que hay en la habitación, Rosa guarda las reservas de agua de ambos. Las lleva consigo al baño para bajar los inodoros. También las usa para lavarse las manos constantemente, pero dice que la situación de suciedad persiste. Los pasillos del hospital hieden.
«A veces ni siquiera tengo agua para beber y tengo que a ir a la cocina a pedir que me regalen un poco», relata Rosa
En un contacto con el canal del Estado, Venezolana de Televisión, el ministro de Salud, Carlos Alvarado, reconoció las dificultades para suministrar agua a los hospitales del país debido a los megaapagones.
“La situación en los hospitales está controlada. Tenemos dificultades con el suministro de agua en algunos de los establecimientos de salud”, admitió Alvarado este domingo, 31 de marzo.
Sin embargo, la situación está lejos de ser controlada en el Hospital José María Vargas de Caracas. Desde la madrugada del sábado, 30 de marzo, no llegan camiones cisternas para llenar los tanques.
Este lunes, 1 de abril, los tanques de plástico dispuestos en la entrada del centro de salud no tenían ni una gota de agua. Mientras, pacientes deambulaban con sus botellones vacíos por los pasillos del hospital en busca del líquido para poder reponer las reservas almacenadas junto a sus camas.
«Nos dijeron que había llegado una cisterna, pero fue mentira. No hay ni una gota de agua en el hospital y no se sabe cuándo la vayan a traer», lamenta Lucía Montes, hija de un paciente de Medicina Interna en el Vargas.
Regresó al cubículo de su padre con los botellones vacíos tras un esfuerzo por buscar agua en la emergencia pediátrica, una cuadra más arriba. A su padre le practicaron los exámenes necesarios para descartar que sus complicaciones respiratorias se deban a una tuberculosis, enfermedad altamente que puede transmitirse cuando la persona infectada tose o estornuda.
En el hospital de niños J.M. de los Ríos la cisterna que adquiere el hospital solo cubre el suministro a la hemodiálisis, donde los niños de Nefrología reciben tratamiento todos los días. El resto del centro pediátrico se queda sin una gota, incluso en las salas de hospitalización del mismo servicio.
«La cisterna solo surte a la unidad de diálisis y a un baño que está cerca. Todas las mamás venimos para acá para llenar los botellones y poder tenerlos para asear a los niños y limpiar los inodoros. Hay madres de otros servicios que vienen y se roban lo que hemos recogido», cuenta Liliana Chinaglia, madre de un paciente con insuficiencia renal.
Debajo del lavamanos de su habitación, Liliana también guarda botellas con agua no potable. Solo la usa para el aseo
En su cuarto almacena las garrafas bajo su cama y bajo el lavamanos. Con eso lava los envases de la comida y, cuando los tanques del hospital se vacían, con esos mismos envases se ayuda para poder bañarse.
«Por lo menos el sábado (30 de marzo) no hubo agua. Menos mal habíamos recogido un poco. Mi hijo usa pañal y hay veces que se ensucia todo ¿Cómo hago yo? Tengo que bañarlo», afirma.
Lo que más le preocupa a Liliana es que su hijo tiene una bacteria en el catéter y que las gérmenes proliferen en el servicio ante la falta de higiene en todo el recinto hospitalario. «Estamos propensos a infecciones», asegura.
En una protesta realizada el día domingo, 31 de marzo, una cisterna distribuyó agua entre manifestantes que cerraron las vías en la Av. Sucre de Caracas. El conductor de ese vehículo dijo a Efe que su destino inicial era el hospital Pérez Carreño, pero recibió una «orden telefónica» indicándole que se desviara hacia esa zona para intentar apaciguar las protestas.
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No son ni las 9:00 am y ya Rosa González ha bajado las escaleras tres veces para poder llenar las garrafas. Sale del servicio de Cirugía II, atraviesa la mitad del Hospital Clínico Universitario y baja cinco pisos hasta el «cuarto de llenado». En la sala ubicada en la planta baja, lúgubre como un sótano, hay unos siete tanques de plástico. Allí los pacientes llenan botellas, tobos y botellones para cargarlos de vuelta a sus habitaciones. Los tanques ni siquiera están cubiertos con tapa.
«Hay días en los que tengo que bajar hasta seis veces porque todo está muy sucio aquí arriba. Tengo 59 años y debo que bajar cinco pisos para poder medio asear a mi hijo. No dejo de pensar que, mientras yo estoy abajo, a él puede darle una hemorragia», relata Rosa. «A veces hasta se forman colas para poder llenar las botellas«.
Su hijo Marcel tiene 15 días hospitalizado en el Clínico por una angiodisplasia intestinal, una enfermedad que ocasiona pérdidas intermitentes de sangre desde el tracto intestinal.
En un pequeño armario que hay en la habitación, Rosa guarda las reservas de agua de ambos. Las lleva consigo al baño para bajar los inodoros. También las usa para lavarse las manos constantemente, pero dice que la situación de suciedad persiste. Los pasillos del hospital hieden.
«A veces ni siquiera tengo agua para beber y tengo que a ir a la cocina a pedir que me regalen un poco», relata Rosa
En un contacto con el canal del Estado, Venezolana de Televisión, el ministro de Salud, Carlos Alvarado, reconoció las dificultades para suministrar agua a los hospitales del país debido a los megaapagones.
“La situación en los hospitales está controlada. Tenemos dificultades con el suministro de agua en algunos de los establecimientos de salud”, admitió Alvarado este domingo, 31 de marzo.
Sin embargo, la situación está lejos de ser controlada en el Hospital José María Vargas de Caracas. Desde la madrugada del sábado, 30 de marzo, no llegan camiones cisternas para llenar los tanques.
Este lunes, 1 de abril, los tanques de plástico dispuestos en la entrada del centro de salud no tenían ni una gota de agua. Mientras, pacientes deambulaban con sus botellones vacíos por los pasillos del hospital en busca del líquido para poder reponer las reservas almacenadas junto a sus camas.
«Nos dijeron que había llegado una cisterna, pero fue mentira. No hay ni una gota de agua en el hospital y no se sabe cuándo la vayan a traer», lamenta Lucía Montes, hija de un paciente de Medicina Interna en el Vargas.
Regresó al cubículo de su padre con los botellones vacíos tras un esfuerzo por buscar agua en la emergencia pediátrica, una cuadra más arriba. A su padre le practicaron los exámenes necesarios para descartar que sus complicaciones respiratorias se deban a una tuberculosis, enfermedad altamente que puede transmitirse cuando la persona infectada tose o estornuda.
En el hospital de niños J.M. de los Ríos la cisterna que adquiere el hospital solo cubre el suministro a la hemodiálisis, donde los niños de Nefrología reciben tratamiento todos los días. El resto del centro pediátrico se queda sin una gota, incluso en las salas de hospitalización del mismo servicio.
«La cisterna solo surte a la unidad de diálisis y a un baño que está cerca. Todas las mamás venimos para acá para llenar los botellones y poder tenerlos para asear a los niños y limpiar los inodoros. Hay madres de otros servicios que vienen y se roban lo que hemos recogido», cuenta Liliana Chinaglia, madre de un paciente con insuficiencia renal.
Debajo del lavamanos de su habitación, Liliana también guarda botellas con agua no potable. Solo la usa para el aseo
En su cuarto almacena las garrafas bajo su cama y bajo el lavamanos. Con eso lava los envases de la comida y, cuando los tanques del hospital se vacían, con esos mismos envases se ayuda para poder bañarse.
«Por lo menos el sábado (30 de marzo) no hubo agua. Menos mal habíamos recogido un poco. Mi hijo usa pañal y hay veces que se ensucia todo ¿Cómo hago yo? Tengo que bañarlo», afirma.
Lo que más le preocupa a Liliana es que su hijo tiene una bacteria en el catéter y que las gérmenes proliferen en el servicio ante la falta de higiene en todo el recinto hospitalario. «Estamos propensos a infecciones», asegura.
En una protesta realizada el día domingo, 31 de marzo, una cisterna distribuyó agua entre manifestantes que cerraron las vías en la Av. Sucre de Caracas. El conductor de ese vehículo dijo a Efe que su destino inicial era el hospital Pérez Carreño, pero recibió una «orden telefónica» indicándole que se desviara hacia esa zona para intentar apaciguar las protestas.
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