Astrid de Medina le dedicó casi la mitad de su vida al servicio de Cirugía IV del Hospital Universitario de Caracas (HUC, Clínico). Este 15 de febrero, a los 80 años de edad y a pesar de todas sus dolencias, sostenía una pancarta de protesta en la entrada del centro de salud en el que trabajó 36 años como enfermera auxiliar. “Los jubilados queremos morirnos viejos, no de hambre y falta de medicinas”, podía leerse en el cartel en sus manos.
“Si comemos, ‘medio-comemos’. No nos alcanza. Yo sufro de artrosis, de artritis, de la tiroides, de la columna, de todo. Tengo tiempo que no tomo medicinas porque si compro medicinas, no puedo comer, y si no me muero del hambre me puedo morir de enfermedad”, dijo.
Astrid era una más entre las decenas de trabajadores y jubilados que manifestaron en más de 16 centros de salud en Caracas y otros estados de Venezuela en contra de los bajos sueldos, la falta de insumos y el deterioro de las condiciones laborales. Para ella, el principal llamado a las autoridades nacionales es aumentar los sueldos, pues apenas sobrevive con la jubilación y el apoyo ocasional de su nieta.
“A nosotros nos pagan en bolívares y todo nos lo cobran en dólares. Yo no tengo familia que me dé dólares. Mi jubilación son 7 bolívares mensuales. Con eso no compro ni medio cartón de huevo. A veces para comer pico un huevito y lo divido en cuatro partes“, expresó.

Carmen Ortega —jubilada, de 81 años de edad— afirma estar en una situación similar. Siente que le han quitado todo tras haber trabajado por más de tres décadas en el Clínico.
“Soy diabética, hipertensa y tengo un marcapasos. Mis hijos son los que tienen que salir por mí. ¿Es posible esto después de haber trabajado 32 años a nivel de salud? Trabajé como auxiliar de nutrición a nivel de piso con pacientes, pendiente de la comida, de todo lo relacionado con la nutrición, pero eso se acabó. Este hospital está en el suelo. Este no es el hospital en el que yo trabajé. Esto es peor”, lamentó.
Las auxiliares de nutrición actuales viven el deterioro desde adentro del hospital que un día fue modelo en Latinoamérica. Akaki Ospina, quien tiene 18 años de servicio, asegura que es deprimente tener que ir al hospital y ver que la comida que les dan a los pacientes no es la adecuada.

“Dan un bollito solo de harina amarilla, mortadela, muy raro dan pollo. Dan arroz, pasta sola, si llegan granos dan minestrón, pero esa no es la comida. Eso pudiera ser en tu casa, pero en una institución tienes que cumplir por la patología que tiene el paciente, que no es solamente el medicamento: la comida va con ello, es una llave”, señaló.
Ospina suma cinco días con la misma mascarilla, pues en el hospital no les dan insumos ni equipos de protección personal. Asegura que tampoco hay cloro, jabón, guantes o material de bioseguridad más allá de las áreas que atienden pacientes con COVID-19. Solo se mantiene en el Clínico por vocación y porque consiguió un trabajo adicional en el que gana 60 dólares mensuales.

Hospital sin trabajadores y sin beneficios
Según Denis Guédez, dirigente sindical del Hospital Universitario de Caracas, el centro de salud se está quedando vacío debido a los bajos sueldos. De acuerdo con sus registros, de una nómina de 10 mil trabajadores quedan apenas 5 mil. Algunas enfermeras y enfermeros no pudieron unirse a la protesta de este martes para no dejar a sus servicios sin personal.
“Ayer pagaron la quincena pero muchos trabajadores se quejaban porque pagaron 15 o 20 bolívares de sueldo (entre 3 y 4,5 dólares). De verdad que es imposible seguir sobreviviendo con eso. Es imposible seguir atendiendo las áreas de COVID-19, seguir trabajando con las uñas y ese salario que no les alcanza ni siquiera para el pasaje. Exigen que den el 100% pero ya no se puede, ya el hospital está quedando solo”, destacó Guédez.
Además de los bajos sueldos, el personal actual y los jubilados denuncian que quedaron sin beneficios laborales. El último “gran beneficio” que se mantenía era la entrega de una bolsa de comida con harina, azúcar, café, arroz y pasta, pero no la reciben desde finales de 2021. Tampoco les entregaron el “bono hallaquero” de diciembre.

“Todos los beneficios contractuales desaparecieron. Aquí se perdieron las bonificaciones para los trabajadores en el turno de la noche, otros bonos y las evaluaciones más nunca las volvieron a pagar. ¿Por qué no tiran una auditoría dentro de la institución hospitalaria? Abierta, donde participen los trabajadores, y ahí van a descubrir una cantidad de irregularidades dentro de la institución”, dijo Luber Bencomo, trabajador de seguridad del hospital, con 18 años de servicio.
A sus 54 años, Bencomo aún quiere seguir en el Clínico, pero siente que su trabajo es solo una “colaboración” porque su remuneración no le alcanza. Para sobrevivir tuvo que realizar otras actividades comerciales e incluso incursionó en la venta de urnas. Además de mejores salarios, también desea mejores condiciones para que todo paciente que llegue pueda ser atendido en condiciones dignas.

Una situación caótica
Santiago Tovar, presidente de la Asociación de Jubilados del HUC, califica la situación como “caótica” tanto para los trabajadores actuales como para los jubilados.
“Trabajé en el departamento de Recursos Humanos. Llegué aquí como portero y llegué a ser analista de personal estudiando y esforzándome, para ahora ganar un sueldo de miseria, porque antes mi sueldo me alcanzaba, pero este año es caótico. Nos quitaron todo a los jubilados. No nos podemos enfermar porque no nos ven, no tenemos a dónde ir. Estamos desasistidos”, indicó.
A sus 84 años de edad, puede mantenerse gracias a sus hijos y familiares en el exterior. Desde su posición como representante de los jubilados, hace lo posible por ayudar a sus compañeros, pero a veces sus esfuerzos no son suficientes. Los jubilados incluso deben hacer cola desde la madrugada para poder conseguir una cita en algún servicio del hospital y en ocasiones ni siquiera consiguen atención para una emergencia.
“Un día vino un jubilado: lo trajeron por COVID-19, pero lo mandaron para Los Teques y en el camino se murió, en vez de atenderlo aquí. Ayer vino otra. La tenían en el carro, hablé con todo el mundo y no la atendieron”, destacó. “Pero se están muriendo los jubilados no tanto por el COVID-19, sino por el hambre, porque ya la gente no tiene cómo comprar”.
