Maryuri Guilarte ha hecho de todo para “redondear” el sueldo que percibe como enfermera. Ha sido taxista, ha vendido café con su termo, ha preparado empanadas en la playa e, incluso, ha alquilado sillas y toldos a los temporadistas que visitan las costas del estado Vargas. Todo para no abandonar su vocación: la enfermería.
Este 12 de mayo se celebra el Día de la Enfermera, pero poco tienen para celebrar quienes ejercen esta profesión en el país. Golpeados por los bajos sueldos, tomar turnos dobles o reforzar guardias dejó de ser algo rentable. La economía informal se ha vuelto la única solución para cuidar los bolsillos y sobrevivir en hiperinflación.
“Yo soy enfermera de vocación porque el sueldo no me alcanza. Soy una de las que aman su profesión”, confiesa Maryuri, quien es coordinadora epidemiológica de varios ambulatorios en Vargas. Agrega que sus ingresos solo le alcanzan apenas para comprar medio kilo de queso y un cartón de huevos, insuficientes para cubrir la alimentación de sus tres hijas y cuatro nietos.
Maryuri es solo un caso no de cientos, si no de miles. “Hay casos de enfermeros que salen de una guardia a vender café en Sabana Grande a primera hora de la mañana. Algunos venden pastelitos o cigarros detallados para poder incrementar sus ingresos. No es justo que, después de formarnos, nos veamos en la necesidad de hacer esto”, expresa Ana Rosario Contreras, presidente del Colegio de Enfermeros de Caracas.
Un salario de una enfermera en un hospital de la red pública no llega a los 3 millones de bolívares. Trabajar en un centro privado no hace ninguna diferencia: en una clínica una profesional puede llegar a ganar poco más de sueldo mínimo, monto que solo alcanza para apenas comprar un kilo de carne.
Según el último aumento salarial decretado por el presidente Nicolás Maduro el pasado 30 de abril, el sueldo mínimo quedó en un millón de bolívares. Un ingreso de una enfermera con título de técnico superior está en 1.076.000 y el de una con título universitario se ubica en 1.176.000, aproximadamente.
Para Contreras, una trabajadora de la enfermería debería ganar un sueldo por encima de los 90 millones de bolívares para poder cubrir los gastos de la cesta básica. Considera que ese ingreso debería ascender a más de 100 millones de bolívares si se consideran otros gastos, como transporte, habitación y educación.
“Hoy día las enfermeras tenemos que vivir dos grandes tragedias: ver morir a nuestros pacientes porque no tenemos medicinas y llegar a una casa en la que no hay comidas para nuestros hijos”, dice la presidenta del Colegio de Enfermeros. “Si el presidente no quiere que dejemos los hospitales solos, como está sucediendo, entonces que apruebe un salario capaz de cubrir el costo de la cesta básica”, exige.
Hospitales sin enfermeras
Ángela Pino mantiene su vocación intacta, tanto que hasta continúa sus estudios en enfermería para especializarse como instrumentista. La oportunidad de regresar a un centro de salud se le ha presentado en más de una ocasión, pero se ha negado a tomarlas todas. La razón: lo que gana como taxista jamás lo ganaría en una sala de operaciones, ni siquiera en una clínica privada.
“Yo me gradué de enfermera hace tres años y, cuando yo comencé, el país era otro. Tú podías hacer una guardia o trabajar en el turno nocturno y ganarte un dinerito. Ya no es así”, lamenta Ángela.
Hace unas semanas la llamaron para ofrecerle trabajo en la Clínica El Ávila, pero declinó. La oferta laboral, dice, es lo que ella ganaría en “un día malo” como taxista.
“La enfermería es lo que me gusta y es mi vocación, pero con la situación que tenemos uno ya no puede hacer lo que le gusta. Yo no voy a meterme a una clínica a ganar un sueldo mínimo al mes cuando taxeando puedo hacer 10 en un solo día”, afirma Ángela, madre de una niña.
Fanny Gamarra, presidente de la Federación de Colegios de Enfermeros y Enfermeras de Venezuela, precisa que no existe una cifra de cuántos profesionales ejercen oficios paralelos. Sin embargo, afirma que es una realidad que afecta al sector por la situación económica que atraviesa el país.
“Estimamos que hay un egreso cercano al 30%, bien sea porque el personal se va a ejercer otros oficios o se va del país. Anteriormente, firmaba semanalmente unos 10 títulos de profesionales que querían poner sus papeles en regla para migrar. Ahora firmo 20”, advirtió Gamarra.
“Nosotros no tenemos nada que celebrar. Por el contrario, tenemos más razones por las cuales protestar. Aquí hay que aplaudir a las enfermeras que van a trabajar, nos sale más barato quedarnos en casa y que nos descuenten el día que ir a hasta los hospitales”, asegura Ana Rosario Contreras.