Ochenta y dos años de informar día a día, llegan a su final este 17 de marzo. La edición impresa de El Carabobeño circulará por última vez este jueves, luego de bregar durante dos años contra las trabas para obtener papel e insumos para producir el periódico.

En las instalaciones de El Carabobeño, ubicadas en la ciudad de Valencia, se realizó este miércoles una concentración en solidaridad al diario: “Aquí están todas las fuerzas vivas de Carabobo: están los diputados y la alcaldía de oposición, la Universidad de Carabobo, el sector cultural, la Cámara de Comercio, los gremios económicos”, detalló Carolina González, jefa de redacción del matutino.

La comunidad valenciana se mantendrá en vigilia en la sede del diario regional hasta este 17 de marzo, último día de este medio impreso.

El Gobierno tiene una lista de alrededor de 15 diarios a los que podría surtir de bobinas. “Están dando ocho toneladas por periódico y, estirándolo al máximo, puede durar hasta 15 días”, detalló González.

“Es delicado porque todo está en manos de ellos. Ahorita nos quitaron el periódico, mañana podría ser la web”, dijo la periodista, horas antes de que la rotativa se detuviera definitivamente.

Esta crisis de papel prensa en El Carabobeño deja sin empleo a 467 trabajadores. Unos se han ido, otros han renunciado y otros pocos se mantienen desde la página web.

La última vez que llegó papel a la imprenta de El Carabobeño fue el 18 de marzo de 2015, cuando el Complejo Editorial Alfredo Maneiro (CEAM) respondió al llamado insistente de la editorial.

Para mayo de 2015, el inventario de El Carabobeño solo alcanzaba para tres semanas si se mantenía el mecanismo de impresión de 32 páginas en lugar de 48 por ejemplar. La presión aumentó el 24 de junio del año pasado, cuando el diario pudo superar un “cierre inminente” de no ser porque una compañía, de la que González prefirió reservarse el nombre, les donara papel prensa para circular unos días más.

“Vamos a impulsar fuertemente el portal de El Carabobeño porque la idea es hacer que siga sonando como siempre lo ha hecho”, dice González.

Esta historia ya es conocida en Venezuela, donde han cerrado medios impresos por la falta de papel. Entre los años 2013 y 2014 dos periódicos ya habían salido de circulación. El 5 de marzo de 2014, el diario gratuito Primera Hora dejó de imprimirse de manera definitiva por falta de papel, al igual que el Diario Antorcha de Anzoátegui lo hizo el 31 de agosto de 2013 por falta de insumos.

En agosto de 2015 el Correo del Caroní se vio forzado a convertirse en semanario luego de no superar la crisis de papel e insumos.

Al inicio de este año, entre el 9 y el 11 de enero dejaron de circular tres rotativos: el Diario La Costa, de Falcón; el Diario de Sucre, de Sucre; y el Periódico de Occidente, del estado Anzoátegui. Todos dejaron de recibir papel del CEAM.

A continuación el editorial de despedida de la última edición impresa de este 17 de marzo

Hoy se está concretando un vil zarpazo contra uno de los más sagrados derechos del ser humano: El derecho a estar informado.

Ha llegado el impensable día en que El Carabobeño pone fin a sus ediciones impresas. Es el resultado de un enfrentamiento entre la verdad y el derecho que tiene la ciudadanía a estar informada, y un gobierno que llegó al poder a través de la malicia y el engaño para administrar el erario nacional y las instituciones como mejor les convenga.

La agonía ha sido larga y dolorosa. Se agotaron las gestiones en procura de la asignación de divisas a El Carabobeño para pagar deudas por insumos adquiridos en el exterior. Luego, con la creación de la Corporación Alfredo Maneiro, al Diario del Centro se le ha negado, desde hace un año, la cuota de papel que legalmente le corresponde, porque se trata de una mercancía adquirida con dinero del Estado venezolano. Ha sido un ensañamiento con una empresa que, desde su fundación en 1933, nunca le temió a los ocupantes del Palacio de Miraflores, ni siquiera al tirano Juan Vicente Gómez, quien mandó al exilio en Cuba a nuestro director fundador don Eladio Alemán Sucre.

El Carabobeño no estará más en papel impreso en los hogares, como ha sido durante generaciones, a menos que haya un cambio en la conducción de Venezuela, que erradique tanta maldad, tanto odio y tanto resentimiento, como hemos tenido en los 17 años más tenebrosos de la historia de este país, que a pesar de ello no ha perdido la esperanza de recuperar su alegría y el estímulo para volver a convertirse en una de las naciones más prósperas de América Latina.

En el penoso transitar que hemos vivido estos últimos años, el diario ha recibido manifestaciones solidarias de la comunidad, con huelgas de hambre, foros y concentraciones. El lunes 13, una distinguida representación de las instituciones del estado, encabezadas por el señor arzobispo de Valencia, Reinaldo Del Prette y la rectora de la Universidad de Carabobo, Jessy Divo, y el presidente de la Academia de la Historia, Carlos Cruz, visitó el Capitolio con la finalidad de solicitarle al gobernador Francisco Ameliach sus gestiones para solucionar el problema, pero el funcionario no asistió argumentando que tenía compromisos en Caracas.

Venezuela no es un país libre ni democrático, por lo cual la libertad de expresión y de prensa son derechos expropiados. Comenzaron eliminándole las concesiones a emisoras de radio y estaciones de televisión. No se escatimaron costos para apoderarse de medios impresos y para crear panfletos de circulación gratuita, estableciendo así lo que el propio Gobierno denomina hegemonía comunicacional. Para los medios independientes que resistieron la embestida fue creada la Corporación Alfredo Maneiro, que tiene la potestad de determinar cuáles reciben papel y cuáles no.

Nos Vemos Pronto

Hoy nos despedimos, pero es solo un hasta luego. Volveremos, lo sabemos. No se puede acabar una historia de 82 años por el simple capricho de unos gobernantes soberbios y antidemocráticos.

El Diario del Centro está en el corazón de los carabobeños y de ahí no podrán sacarlo, ni con la censura ni con la arrogancia que impone el poder mal manejado.

Este cierre es una evidencia de que desde esta casa editora se ha ejercido un periodismo veraz y objetivo, ese que no le gusta a un gobierno que ha hecho todos los esfuerzos por imponer una hegemonía comunicacional que, en Carabobo, con el cierre de nuestra edición impresa, es ya un hecho.

El nuestro es un periodismo duro pero cuidadoso, pendiente de la veracidad y del contraste de las fuentes, a pesar de lo difícil de esta tarea en tiempos en los que abunda la famosa frase: no tengo autorización para declarar.

Nos despedimos, por ahora. Volveremos a seguir ejerciendo periodismo con honestidad y con las libertades que este país se merece. Nos vemos muy pronto.

Tomado de El Carabobeño

</div>