Había rostros que se repetían: el de los ojos vigilantes del difunto presidente Hugo Chávez y el del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, con un símbolo de «prohibido», bajo un sol implacable que persistió durante toda la marcha, denominada «Venezuela se respeta», en rechazo a la extensión de la orden ejecutiva emitida desde la Casa Blanca contra un grupo de altos funcionarios nacionales.
Entre los asistentes, se contaron trabajadores de alcaldías, gobernaciones, de institutos autónomos vinculados al Gobierno Nacional, así como del Seniat, Sencamer, Ipostel, Mercal, Hidrocapital, entre otros; quienes se fueron reuniendo a «cuentagotas» cerca de la Torre Cantv, en la avenida Libertador, punto de encuentro de la manifestación que estaba pautada para las 9:00 de la mañana.
Mientras aguardaban que iniciara el recorrido, muchos marchistas buscaron refugio del sol en los extremos de la calzada. En esa primera parada, se reunían firmas para mandarle un mensaje a la Asamblea Nacional: «Firma para promover una Ley de protección de las empresas recuperadas por el Estado, así como Diana, Agropatria… ¡firma!» constantemente decía una señora a todo el que se acercaba siguiendo las percusiones de los tambores.
No eran las únicas rúbricas solicitadas: algunos manifestantes se preguntaban entre sí quién tenía las listas de asistencia. La duda no era solo para los funcionarios públicos, sino para los que venían de los estados Yaracuy, Aragua, Carabobo, Vargas, Portuguesa y Monagas, quienes estaban claramente identificados.
En los camiones dispersos a lo largo de la avenida, estaban los encargados de arengar a la multitud que cada vez se hacía más grande. Los primeros personeros del Gobierno en dirigirse a la marcha fueron el vicepresidente ejecutivo, Aristóbulo Istúriz, y el diputado Diosdado Cabello, quienes después de cantar en coro una versión actualizada de «Al combate me voy» de Alí Primera, dieron la orden pasadas las 12 del mediodía para comenzar el recorrido hasta la Plaza O’Leary.
Entre gritos, aplausos y mandarinas voladoras hacia la multitud para refrescarse por el calor, ondeaban las banderas de Venezuela, Cuba, Ecuador, de los partidos políticos Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv), Unidad Popular Venezolana (UPV), Nuevo Camino Revolucionario (NCR), Patria para Todos (PPT), Redes y hasta de la comunidad LGBT. Las consignas iban desde «Yankee go home» hasta «Tiburón, ¿qué buscas en la orilla?«, estribillo del conocido tema de Rubén Blades.
La sorpresa también se hizo presente en la marcha. Un «doble» de Hugo Chávez sorprendió a más de uno al gritar: «patria, socialismo o muerte». En las distintas tarimas, camiones y conversaciones improvisadas se repetía un mensaje: «El decreto de Barack Hussein Obama pone a Venezuela en riesgos de una invasión; es por eso que no tenemos medicinas, estamos produciendo los genéricos, no olvidemos», decía un hombre desde un camión.
Después de bailar una canción de salsa con la primera dama y diputada, Cilia Flores, frente a la multitud concentrada en la Plaza O’Leary, el presidente de la República, Nicolás Maduro, aseguró: «No es tiempo de arrebatos. Es tiempos de ponerse de pie, firmes, de ponerse a trabajar, a producir por la Patria, y dejar el lloriqueo y las vacilaciones. Es tiempo de revolución», al tiempo que solicitaba la defensa de la soberanía nacional.
Tras la reflexión política, Maduro cambió de tema y anunció que los efectos del fenómeno «El Niño» lo han obligado a tomar las previsiones para ahorrar agua y electricidad. “He tomado la decisión de declarar toda la Semana Santa, desde el sábado 19 de marzo hasta el domingo de resurrección, 27 de marzo, como días feriados no laborables para todos los trabajadores públicos del país y toda la educación nacional, a todos los estudiantes de liceos y universidades” explicó.
El jefe de Estado también convocó desde el 1 de abril a hacer un censo nacional chavista, «para que la gente se saque un carnet bolivariano, del chavista, del patriota para acabar con el bachaquerismo y la guerra económica».
A pocos metros de la concentración, en la avenida Baralt, hubo varias unidades de MetroBus dispuestas para trasladar a los marchistas que vinieron del interior del país. También, muy cerca de allí, en el supermercado Día Día, se seguían viendo las colas para adquirir productos de primera necesidad.
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Había rostros que se repetían: el de los ojos vigilantes del difunto presidente Hugo Chávez y el del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, con un símbolo de «prohibido», bajo un sol implacable que persistió durante toda la marcha, denominada «Venezuela se respeta», en rechazo a la extensión de la orden ejecutiva emitida desde la Casa Blanca contra un grupo de altos funcionarios nacionales.
Entre los asistentes, se contaron trabajadores de alcaldías, gobernaciones, de institutos autónomos vinculados al Gobierno Nacional, así como del Seniat, Sencamer, Ipostel, Mercal, Hidrocapital, entre otros; quienes se fueron reuniendo a «cuentagotas» cerca de la Torre Cantv, en la avenida Libertador, punto de encuentro de la manifestación que estaba pautada para las 9:00 de la mañana.
Mientras aguardaban que iniciara el recorrido, muchos marchistas buscaron refugio del sol en los extremos de la calzada. En esa primera parada, se reunían firmas para mandarle un mensaje a la Asamblea Nacional: «Firma para promover una Ley de protección de las empresas recuperadas por el Estado, así como Diana, Agropatria… ¡firma!» constantemente decía una señora a todo el que se acercaba siguiendo las percusiones de los tambores.
No eran las únicas rúbricas solicitadas: algunos manifestantes se preguntaban entre sí quién tenía las listas de asistencia. La duda no era solo para los funcionarios públicos, sino para los que venían de los estados Yaracuy, Aragua, Carabobo, Vargas, Portuguesa y Monagas, quienes estaban claramente identificados.
En los camiones dispersos a lo largo de la avenida, estaban los encargados de arengar a la multitud que cada vez se hacía más grande. Los primeros personeros del Gobierno en dirigirse a la marcha fueron el vicepresidente ejecutivo, Aristóbulo Istúriz, y el diputado Diosdado Cabello, quienes después de cantar en coro una versión actualizada de «Al combate me voy» de Alí Primera, dieron la orden pasadas las 12 del mediodía para comenzar el recorrido hasta la Plaza O’Leary.
Entre gritos, aplausos y mandarinas voladoras hacia la multitud para refrescarse por el calor, ondeaban las banderas de Venezuela, Cuba, Ecuador, de los partidos políticos Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv), Unidad Popular Venezolana (UPV), Nuevo Camino Revolucionario (NCR), Patria para Todos (PPT), Redes y hasta de la comunidad LGBT. Las consignas iban desde «Yankee go home» hasta «Tiburón, ¿qué buscas en la orilla?«, estribillo del conocido tema de Rubén Blades.
La sorpresa también se hizo presente en la marcha. Un «doble» de Hugo Chávez sorprendió a más de uno al gritar: «patria, socialismo o muerte». En las distintas tarimas, camiones y conversaciones improvisadas se repetía un mensaje: «El decreto de Barack Hussein Obama pone a Venezuela en riesgos de una invasión; es por eso que no tenemos medicinas, estamos produciendo los genéricos, no olvidemos», decía un hombre desde un camión.
Después de bailar una canción de salsa con la primera dama y diputada, Cilia Flores, frente a la multitud concentrada en la Plaza O’Leary, el presidente de la República, Nicolás Maduro, aseguró: «No es tiempo de arrebatos. Es tiempos de ponerse de pie, firmes, de ponerse a trabajar, a producir por la Patria, y dejar el lloriqueo y las vacilaciones. Es tiempo de revolución», al tiempo que solicitaba la defensa de la soberanía nacional.
Tras la reflexión política, Maduro cambió de tema y anunció que los efectos del fenómeno «El Niño» lo han obligado a tomar las previsiones para ahorrar agua y electricidad. “He tomado la decisión de declarar toda la Semana Santa, desde el sábado 19 de marzo hasta el domingo de resurrección, 27 de marzo, como días feriados no laborables para todos los trabajadores públicos del país y toda la educación nacional, a todos los estudiantes de liceos y universidades” explicó.
El jefe de Estado también convocó desde el 1 de abril a hacer un censo nacional chavista, «para que la gente se saque un carnet bolivariano, del chavista, del patriota para acabar con el bachaquerismo y la guerra económica».
A pocos metros de la concentración, en la avenida Baralt, hubo varias unidades de MetroBus dispuestas para trasladar a los marchistas que vinieron del interior del país. También, muy cerca de allí, en el supermercado Día Día, se seguían viendo las colas para adquirir productos de primera necesidad.