Una nueva directiva encabezada por el diputado de Voluntad Popular, Juan Guaidó, se perfila para el próximo sábado, 5 de enero. En medio de expectativas por fijar posición firme contra el Gobierno de Nicolás Maduro y de exhortos por asumir un proceso de transición, la Asamblea Nacional (AN) tiene por delante un 2019 que, para los analistas políticos, promete ser todo menos fácil.
La coordinadora de Vente Venezuela, María Corina Machado, pidió a la AN no reconocer a Maduro como presidente, llenar ese “vacío de poder” y designar un Gobierno de transición encabezado por el mismo Guaidó.
Más recientemente, profesores de Derecho Constitucional de la Universidad Central de Venezuela advirtieron sobre la disolución de la República a partir del próximo 10 de enero y recomendaron a la AN convocar a una consulta popular en la que la ciudadanía pueda pronunciarse sobre la Asamblea Nacional Constituyente.
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En medio de estos exhortos, propuestas y solicitudes ¿cuáles son los escenarios que se le plantean a la AN para este 2019 y qué es lo que realmente puede hacer el cuerpo parlamentario?
“Hay demasiadas expectativas puestas sobre la AN“, afirma la politóloga María Puerta Riera, quien apunta que las esperanzas depositadas en el Poder Legislativo de cara al 10 de enero, fecha en la que Maduro asume su segundo mandato, podrían ponerle aún más presión al Parlamento y contribuir a “sepultar” su imagen.
“Primero, este año luce difícil para la AN por las matrices de opinión que hay en las expectativas y, segundo, por las verdaderas atribuciones y capacidades que tiene el Poder Legislativo. No por lo que por Ley puede hacer, sino por lo que, de facto, el Gobierno le permite dentro de su margen de maniobra”, explica Puerta.
Para el abogado y politógo, Gilberto Carrasquero, la directiva de la AN tiene la facultad de decretar el vacío de poder y hacer que el presidente del Legislativo asuma la presidencia de la República. Sin embargo, plantea que más importante aún es determinar el sentido político de tomar estas acciones y sus repercusiones a futuro.
“¿Tiene sentido que la AN haga esto? Si se decreta el vacío de poder y un diputado asume la presidencia, entonces el día de mañana va a estar preso”, asegura.
Carrasquero asoma también la posibilidad de conformar una junta de Gobierno que funcione desde el exilio y que se convierta en un interlocutor válido y legítimo de la oposición ante la comunidad internacional. Eso sí, que opere fuera de las fronteras porque dentro estaría sometido a la “persecución política”.
“Está la tesis de la junta de Gobierno y la tesis del consejo de Estado. Hay quienes dicen que esta última pretende una suerte de legitimidad y precisan que no está planteada en la Constitución; por lo que la única opción que tenemos es apegarnos a los artículos 350 y 333 para decretar el vacío constitucional y conformar una junta de Gobierno“, continúa.
La prioridad es coherencia
No obstante, tanto Puerta como Carrasquero piden a la AN coherencia. La primera, para con la situación política que atraviesa el país; y el segundo, para con la comunidad internacional y las acciones que ha asumido en los últimos tres años.
“El problema de la AN es que tiene que manejar un mensaje coherente. Si los actores políticos son incapaces de articular un mensaje, ¿cómo vamos a esperar que la AN lo haga?”, inquiere Puerta.
Para la politóloga, la AN puede convertirse en una referencia si logra asumir su rol en una coyuntura política tan compleja como la actual.
“Lo que la gente percibe es abandono, una orfandad política. El país está a la deriva y sin un mensaje cohesionado ¿Cómo puede la AN convertirse en una referencia en un momento como este? Sirviendo de articulador para los distintos sectores de la sociedad”, insiste Puerta.
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