¿Qué va a pasar en Venezuela? Pocos lo saben a ciencia cierta. Desde 2016 el Tribunal Supremo de Justicia ha desconocido a la Asamblea Nacional; en enero de 2017, la Asamblea Nacional desconoció al Presidente de la República; y el 4 de julio de 2017 pasará a la historia como el día en el que la fiscal general de la República, Luisa Ortega Díaz, desconoce al Tribunal Supremo de Justicia.
«No he cometido ningún delito y si así hubiese sido, no me someteré a este tribunal ilegítimo. Lo desconozco», dijo la alta funcionaria, al tiempo en que estaba siendo sometida a un antejuicio de mérito en el Supremo, poco después de que la Sala Constitucional, a su vez,desconociera la autoridad de la Fiscal General y juramentara como vicefiscal a Katherine Harrington.
“A ella tampoco la reconozco” dijo Ortega Díaz, ante un auditorio que la aplaudía, mientras la funcionaria desgranaba su defensa a distancia, acusaba y trataba de usar la ironía para descalificar la acción intentada por el diputado Pedro Carreño y avalada por el TSJ, así como por el defensor del pueblo, Tarek William Saab.
Eran aproximadamente las 10 y 25 minutos de la mañana cuando Herrington tomaba juramento en el auditorio auxiliar del TSJ. Todos los integrantes de la Sala Constitucional estaban presentes, incluyendo el exdiputado oficialista Calixto Ortega, a quien rumores han señalado de no estar de acuerdo con el alcance de este conflicto de poderes, que coloca al país en una situación inédita.
La explicación del magistrado Juan José Mendoza para que la Sala desconociera la decisión de la fiscal de nombrar como vicefiscal a Rafael González Arias, quien fue ratificado en ese cargo con el voto unánime de la Asamblea Nacional el 3 de julio, fue el desacato de la AN.
Ya la Sala Constitucional había adelantado lo que podía ocurrir. Una semana atrás, el 27 de junio, el mismo día cuando la sede del TSJ fue atacada por ráfagas disparadas desde un helicóptero, la Sala había declarado la nulidad del nombramiento en la sentencia 469.
La sede del Tribunal Supremo de Justicia amaneció este martes 4 de julio con doble o triple custodia. Los vehículos de control del orden público conocidos como «murciélagos» habían desplegado sus alas desde las 5:00 am, cortando el paso por la céntrica avenida Baralt, desde la esquina de Puente Guanábano hasta San José (hacia el norte). Sin embargo, esto no fue impedimento para la instalación de una tarima, que ocupaba una acera de la sede del TSJ, desde la cual sonaba a todo volumen la banda sonora de una de las campañas del presidente Hugo Chávez.
Se realizarían dos actos este día. El primero terminó por ser el nombramiento de la vicefiscal designada de la sala constitucional, Katherine Harrignton, y el segundo el antejuicio de mérito contra la fiscal Luisa Ortega Díaz.
Sobre el primer acto no se tenía conocimiento. A lo sumo una convocatoria de prensa del TSJ pautada para las 8:30 am, en la cual se creía que darían respuesta a la solicitud realizada la tarde del lunes por la defensa de la fiscal Ortega, que recusó a los magistrados que la juzgarían, por «tener interés directo».
Al llegar al TSJ, una línea de periodistas esperaban para su ingreso. Traspasada la primera alcabala tocaba revisión de implementos con un perro y posteriormente para entrar al lobby había que pasar por un detector de metales. Estas medidas son recientes y se atribuyen al ataque del martes 27 de junio.
Una vez adentro del auditorio auxiliar, ya se empezaba a sospechar que algo distinto ocurriría. El mobiliario dispuesto con dos sillas y una mesa para la secretaría de la sala, así como un atril con micrófono hacía suponer se nombraría a una nueva o nuevo vicefiscal. Las primeras apuestas se volcaron hacia Miriam Morandi. Esta ciudadana fue la candidata del grupo del Psuv controlado por la primera combatiente Cilia Flores en 2014 cuando se ratificó a Ortega Díaz en su cargo de fiscal.
Transcurrieron las horas- en Venezuela algo iguala a casi todos, la impuntualidad en los actos oficiales- y ya a las 10 y algunos minutos se procedió a la juramentación de Harrington.
Para ese momento ya se sabía internamente que la fiscal Ortega Díaz no acudiría al Supremo. Minutos antes, a eso de las 9:30 am había convocado a una rueda de prensa en la sede del Ministerio Público para las 10:00 am.
Finalizado el breve acto de juramentación de la nueva vicefiscal, versión TSJ, algunos periodistas nos marchamos a la sede del Ministerio Público.
Allí reinaba el alboroto desde la entrada. Un grupo de personas tenía pancartas de papel a favor de la Constitución de 1999. Un grupo de policías charlaba en una de las esquinas, a la salida de la estación de Metro Parque Carabobo, unos hombres en motos estaban apostados al frente del edificio, y según asistentes, eran miembros de algún colectivo- los grupos de choque del gobierno.
Dentro del MP en la zona del comedor transmitían por pantallas internas la exposición de la fiscal, quien acompañada de su plana mayor hablaba en el auditorio, frente a un público que la aupaba. Desde esa tribuna exponía su defensa, cuestionaba la solicitud de Carreño, argumentaba la nulidad del nombramiento de los magistrados exprés- hecho ocurrido en diciembre de 2015, una vez que el gobierno perdió la Asamblea Nacional, mientras corría el plazo para la instalación de la nueva AN- y alimentaba los vítores al agregar comentarios sobre la corrupción, la crisis económica, los narcosobrinos, el narcotráfico y las capacidades intelectuales de Carreño.
“Se me acusa de haber declarado que las sentencias 155 y 156 rompían el orden constitucional… Yo si lo dije y lo sostengo” y una lluvia de aplausos la secundó.
“Parece que defender la Constitución en este país es un crimen. Es un crimen” y nuevamente hubo aplausos.
Pero el momento cumbre llegaría cuando declaró: Yo no he cometido delitos ni faltas, y no me someteré a este tribunal inconstitucional e ilegítimo. Lo desconozco.
Eran aproximadamente las 11:40 am. En ese instante, el auditorio gritó su respaldo a la funcionaria, quien se despojó del blazer azul que vestía. Ya se acercaba al final de su alocución, que duró aproximadamente una hora.
Daba por hecho que este mismo martes sería destituida en el TSJ, acción que calificó de un golpe de Estado peor que el de Pedro Carmona Estanga (abril de 2002). Ofreció que publicaría en las redes sociales su defensa, un documento de 79 páginas, que junto a 16 anexos en donde constan algunas de sus afirmaciones hizo llegar al TSJ. Para este momento de la historia su público gritaba “Valiente, valiente”.
Cuando Luisa Ortega Díaz hablaba se llevaba a cabo el antejuicio en su contra. Distinto a su pronóstico, el TSJ no tomó la decisión inmediatamente, se dio un plazo de cinco días para anunciar ya lo que todos dan por cantado.
Sin embargo, lo que realmente no se sabe es el rumbo que seguirán los acontecimientos. Es la primera vez que LOD desconoce al Supremo. “Si el TSJ me destituye, tendré que contribuir a la restitución de la democracia, como lo establece el artículo 333 de la Constitución, dijo.
No obstante, Ortega Díaz terminó sus palabras con un mensaje de esperanza. Sentenció que quienes hoy impulsaban el caos, no podrán acabar con el país.
“Yo seguiré en la lucha y vamos a triunfar. Dios bendiga a Venezuela”, concluyó.
Mientras se dirigía a la salida lateral del auditorio, los asistentes la bañaban de elogios. En la puerta un grupo de trabajadores la esperaba para entonar el himno nacional.
El día 4 de julio de 2017 pasará a la historia de Venezuela. Fue el día en que una mujer, investida aún de autoridad, daba el paso de decirle no al Tribunal Supremo de Justicia, cuya legitimidad está en entredicho y que para muchos se ha convertido en el cadalso donde ahorcan la poca institucionalidad que queda en Venezuela.
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¿Qué va a pasar en Venezuela? Pocos lo saben a ciencia cierta. Desde 2016 el Tribunal Supremo de Justicia ha desconocido a la Asamblea Nacional; en enero de 2017, la Asamblea Nacional desconoció al Presidente de la República; y el 4 de julio de 2017 pasará a la historia como el día en el que la fiscal general de la República, Luisa Ortega Díaz, desconoce al Tribunal Supremo de Justicia.
«No he cometido ningún delito y si así hubiese sido, no me someteré a este tribunal ilegítimo. Lo desconozco», dijo la alta funcionaria, al tiempo en que estaba siendo sometida a un antejuicio de mérito en el Supremo, poco después de que la Sala Constitucional, a su vez,desconociera la autoridad de la Fiscal General y juramentara como vicefiscal a Katherine Harrington.
“A ella tampoco la reconozco” dijo Ortega Díaz, ante un auditorio que la aplaudía, mientras la funcionaria desgranaba su defensa a distancia, acusaba y trataba de usar la ironía para descalificar la acción intentada por el diputado Pedro Carreño y avalada por el TSJ, así como por el defensor del pueblo, Tarek William Saab.
Eran aproximadamente las 10 y 25 minutos de la mañana cuando Herrington tomaba juramento en el auditorio auxiliar del TSJ. Todos los integrantes de la Sala Constitucional estaban presentes, incluyendo el exdiputado oficialista Calixto Ortega, a quien rumores han señalado de no estar de acuerdo con el alcance de este conflicto de poderes, que coloca al país en una situación inédita.
La explicación del magistrado Juan José Mendoza para que la Sala desconociera la decisión de la fiscal de nombrar como vicefiscal a Rafael González Arias, quien fue ratificado en ese cargo con el voto unánime de la Asamblea Nacional el 3 de julio, fue el desacato de la AN.
Ya la Sala Constitucional había adelantado lo que podía ocurrir. Una semana atrás, el 27 de junio, el mismo día cuando la sede del TSJ fue atacada por ráfagas disparadas desde un helicóptero, la Sala había declarado la nulidad del nombramiento en la sentencia 469.
La sede del Tribunal Supremo de Justicia amaneció este martes 4 de julio con doble o triple custodia. Los vehículos de control del orden público conocidos como «murciélagos» habían desplegado sus alas desde las 5:00 am, cortando el paso por la céntrica avenida Baralt, desde la esquina de Puente Guanábano hasta San José (hacia el norte). Sin embargo, esto no fue impedimento para la instalación de una tarima, que ocupaba una acera de la sede del TSJ, desde la cual sonaba a todo volumen la banda sonora de una de las campañas del presidente Hugo Chávez.
Se realizarían dos actos este día. El primero terminó por ser el nombramiento de la vicefiscal designada de la sala constitucional, Katherine Harrignton, y el segundo el antejuicio de mérito contra la fiscal Luisa Ortega Díaz.
Sobre el primer acto no se tenía conocimiento. A lo sumo una convocatoria de prensa del TSJ pautada para las 8:30 am, en la cual se creía que darían respuesta a la solicitud realizada la tarde del lunes por la defensa de la fiscal Ortega, que recusó a los magistrados que la juzgarían, por «tener interés directo».
Al llegar al TSJ, una línea de periodistas esperaban para su ingreso. Traspasada la primera alcabala tocaba revisión de implementos con un perro y posteriormente para entrar al lobby había que pasar por un detector de metales. Estas medidas son recientes y se atribuyen al ataque del martes 27 de junio.
Una vez adentro del auditorio auxiliar, ya se empezaba a sospechar que algo distinto ocurriría. El mobiliario dispuesto con dos sillas y una mesa para la secretaría de la sala, así como un atril con micrófono hacía suponer se nombraría a una nueva o nuevo vicefiscal. Las primeras apuestas se volcaron hacia Miriam Morandi. Esta ciudadana fue la candidata del grupo del Psuv controlado por la primera combatiente Cilia Flores en 2014 cuando se ratificó a Ortega Díaz en su cargo de fiscal.
Transcurrieron las horas- en Venezuela algo iguala a casi todos, la impuntualidad en los actos oficiales- y ya a las 10 y algunos minutos se procedió a la juramentación de Harrington.
Para ese momento ya se sabía internamente que la fiscal Ortega Díaz no acudiría al Supremo. Minutos antes, a eso de las 9:30 am había convocado a una rueda de prensa en la sede del Ministerio Público para las 10:00 am.
Finalizado el breve acto de juramentación de la nueva vicefiscal, versión TSJ, algunos periodistas nos marchamos a la sede del Ministerio Público.
Allí reinaba el alboroto desde la entrada. Un grupo de personas tenía pancartas de papel a favor de la Constitución de 1999. Un grupo de policías charlaba en una de las esquinas, a la salida de la estación de Metro Parque Carabobo, unos hombres en motos estaban apostados al frente del edificio, y según asistentes, eran miembros de algún colectivo- los grupos de choque del gobierno.
Dentro del MP en la zona del comedor transmitían por pantallas internas la exposición de la fiscal, quien acompañada de su plana mayor hablaba en el auditorio, frente a un público que la aupaba. Desde esa tribuna exponía su defensa, cuestionaba la solicitud de Carreño, argumentaba la nulidad del nombramiento de los magistrados exprés- hecho ocurrido en diciembre de 2015, una vez que el gobierno perdió la Asamblea Nacional, mientras corría el plazo para la instalación de la nueva AN- y alimentaba los vítores al agregar comentarios sobre la corrupción, la crisis económica, los narcosobrinos, el narcotráfico y las capacidades intelectuales de Carreño.
“Se me acusa de haber declarado que las sentencias 155 y 156 rompían el orden constitucional… Yo si lo dije y lo sostengo” y una lluvia de aplausos la secundó.
“Parece que defender la Constitución en este país es un crimen. Es un crimen” y nuevamente hubo aplausos.
Pero el momento cumbre llegaría cuando declaró: Yo no he cometido delitos ni faltas, y no me someteré a este tribunal inconstitucional e ilegítimo. Lo desconozco.
Eran aproximadamente las 11:40 am. En ese instante, el auditorio gritó su respaldo a la funcionaria, quien se despojó del blazer azul que vestía. Ya se acercaba al final de su alocución, que duró aproximadamente una hora.
Daba por hecho que este mismo martes sería destituida en el TSJ, acción que calificó de un golpe de Estado peor que el de Pedro Carmona Estanga (abril de 2002). Ofreció que publicaría en las redes sociales su defensa, un documento de 79 páginas, que junto a 16 anexos en donde constan algunas de sus afirmaciones hizo llegar al TSJ. Para este momento de la historia su público gritaba “Valiente, valiente”.
Cuando Luisa Ortega Díaz hablaba se llevaba a cabo el antejuicio en su contra. Distinto a su pronóstico, el TSJ no tomó la decisión inmediatamente, se dio un plazo de cinco días para anunciar ya lo que todos dan por cantado.
Sin embargo, lo que realmente no se sabe es el rumbo que seguirán los acontecimientos. Es la primera vez que LOD desconoce al Supremo. “Si el TSJ me destituye, tendré que contribuir a la restitución de la democracia, como lo establece el artículo 333 de la Constitución, dijo.
No obstante, Ortega Díaz terminó sus palabras con un mensaje de esperanza. Sentenció que quienes hoy impulsaban el caos, no podrán acabar con el país.
“Yo seguiré en la lucha y vamos a triunfar. Dios bendiga a Venezuela”, concluyó.
Mientras se dirigía a la salida lateral del auditorio, los asistentes la bañaban de elogios. En la puerta un grupo de trabajadores la esperaba para entonar el himno nacional.
El día 4 de julio de 2017 pasará a la historia de Venezuela. Fue el día en que una mujer, investida aún de autoridad, daba el paso de decirle no al Tribunal Supremo de Justicia, cuya legitimidad está en entredicho y que para muchos se ha convertido en el cadalso donde ahorcan la poca institucionalidad que queda en Venezuela.
Aquí la defensa completa de la Fiscal Escrito de Defensa FGR (1)