Los venezolanos tenemos una capacidad de improvisación que es notable, sino la más significativa de Latinoamérica. Creo que esto se debe básicamente a que nuestra capacidad de anticipar y planificar es muy pobre, y al mejor estilo de la célebre frase de Eudomar Santos «como vamos viniendo, vamos viendo», afrontamos nuestro cotidiano acontecer, relevantes decisiones económicas, de negocios e incluso de salud:
“Chamo en este país uno no se puede planificar, porque todo cambia a diario”, “deja el rollo con el repuesto loco, que ahí vemos qué hacemos si se para la máquina”, “no te preocupes, estamos sólo media hora tarde para la reunión, pero igualito nos vas a recibir”, “la plata la conseguimos sin problema hermano, te vas a volver loco si sigues con la pensadera”, “vamos tranquilos, allá resolvemos la gasolina con Maritza”, “tranquilo eso sólo es una gripe pana, no seas hipocondríaco”.
¿Qué tan familiares nos suenan estas frases y referencias?, ¿cuántos veces las habremos escuchado?
Por supuesto, cuando se presentan las contingencias, que son casi todos los días, tenemos que correr, e improvisar soluciones elaboradas, a veces más simples, muchas veces, mamarrachadas, que nos hacen vivir en un continuo “apagar de incendios”, como mejor podamos.
Todo el mundo adjudica el fenómeno “última hora”, al cambio continuo y la inestabilidad de los tiempos del chavismo. Pero, desde la Cuarta República ya teníamos problemas de planificación e improvisación.
De dónde vendrá esta naturaleza de no anticipar ni planificar, sino de improvisar, improvisar y volver a improvisar.
Si estuviera vivo el insigne psiquiatra, escritor y diplomático, Francisco Herrera Luque, diría que se debía a la lacra que trajo Colón y sus sucesores como colonos a las indias occidentales y particularmente a Venezuela. Eso afirmaba en su libro “Viajeros de Indias” que le sirvió como tesis doctoral en 1961. Tras un concienzudo estudio en los Archivos de Indias de Cádiz, identificó a cada uno de los inmigrantes que llegaron a Venezuela, durante el siglo siguiente al descubrimiento de América.
De esta investigación, asegura Herrera Luque, que la mayoría de los colonos de nuestro país, eran sociópatas y prostitutas, que se aventuraban a buscar riqueza fácil en el nuevo continente. El psiquiatra, fenomenólogo y genetista de convicción, decía que nuestro gentilicio estaba lleno de cromosomas y genes “piches”, que nos hacía violar las normas, no sentir culpa por ello, no aprender de las experiencias o frustraciones previas, ser desorganizados, inmediatistas e impulsivos.
En este sentido, nos comparaba con los países angloparlantes de América, que recibieron una migración cuáquera, con principios espirituales, que escapaban de sus países de origen por motivos de persecución religiosa o por pobreza, y con todos los deseos de buscar la bíblica tierra prometida, para construir una nueva vida. Por esto, condenaba nuestra sociedad al fracaso. Ya que nosotros y nuestros líderes y dirigentes teníamos esa “mala sangre” española.
Recuerdo vívidamente una discusión en clases con el Dr. Herrera Luque, a quien tuve el honor de conocer como docente, sobre su tesis genética condenatoria. Recuerdo haberle mencionado el ejemplo de Bolívar, Páez y otros próceres que habían sido referentes y en quienes poco psicopatía yo veía.
Por encima de sus anteojos, me miró con expresión de fastidio, y me retó:
—Bachiller lea historia antes de hacer comentarios de ese tipo. Ante todo, Bolívar era un megalómano que luchaba por ser un emperador como Napoleón. Si bien tiene el mérito de la liberación del yugo español de muchos países latinoamericanos, vaya usted a saber a qué yugo pretendía someternos, si la historia se lo hubiera permitido.
—Además, no se olvide, Bolívar, traicionó y entregó a los españoles a uno de sus mentores y reales precursores de la independencia, a Miranda, para poder erigirse él mismo como líder protagónico del proceso independentista.
—Páez, por otra parte, después de arrasar con los realistas en la batalla de las Queseras del Medio, en Apure en 1819, logra que Bolívar le entregue la Cruz de Libertador, a él y sus lugartenientes, y le solicita que lo acompañe al cruce del Paso de los Andes para conquistar a la Nueva Granada, dominada por los españoles.
—¿Qué hace Páez?, se hace el “pendejo”, traiciona a Bolívar, y lo deja sólo con Santander, en pleno páramo, con unos pocos de cientos de hombres. La mayoría mueren en el camino por las condiciones de frío extremo. Mientras el General Bolívar y sus hombres de alto rango, iban en bestias y abrigados, los pocos soldados, casi todos llaneros, apenas llevaban vestido y la mayoría iba descalzo. ¿Le parece a usted que eso hace un líder?
—Paéz aprovechando que Bolívar está gestando la libertad de Colombia y otros países, lo traiciona y se hace del poder en Venezuela, pasando de ser un subalterno del Libertados a convertirse en el líder de la independencia en el país.
—Después de la muerte de Bolívar, Páez, con ralea de caudillo feudalista, se asegura de ser nombrado presidente de Venezuela en 2 oportunidades por un grupo de amiguetes que conformaban un congreso viciado. Asimismo, se autoproclama dictador en una tercera oportunidad, después del regreso de su primer exilio. Ya en esa época, Páez y los políticos a su alrededor eran acusados de corrupción y manipulación electoral.
—Nuestros líderes de referencia son como el resto de los venezolanos y muy parecidos a los españoles, que también son un desastre en el manejo de los dineros privados y públicos, así como en el manejo del poder y social en general.
Ante tan segura ponencia, y sobrecogedora presencia, tan solo con 18 años, poco me atreví a discutir al Dr. Herrera Luque, quien además tenía razón cuando decía que yo era un iletrado histórico.
Hoy casi 50 años después de ese episodio, sin duda hay cosas que no comparto de la tesis genetista de Herrera, así como hay cosas que no puedo refutar respecto a nuestra conducta como sociedad.
En la próxima entrega, hablaremos de cómo estos aspectos de nuestro modo de ser, nos afectan en el mundo empresarial y económico, y cómo debemos afrontarlos.
***
Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
Del mismo autor: Mi viejo y el covid
El sociólogo y filósofo Zygmunt Bauman advierte recientemente sobre una realidad más dantesca: el impacto que tiene la imposibilidad de estar solos. «Pero la desconexión con la gente también es una dificultad. Según las últimas investigaciones, la persona promedio pasa siete horas y media -la mitad del día despierto- frente a una pantalla, no frente […]
En medio de una crisis energética, disputas geopolíticas, sequías, incremento de precios de los alimentos, pandemia, etc., hay una industria que no ha detenido su crecimiento y a nadie se le ocurriría declarar que hay una escasez: drogas. A decir verdad —salvo algunos años excepcionales—, desde la famosa declaración de la «guerra contra las drogas» […]
Numerosas razones convergen sobre la brecha que hay entre la política y la educación. El abordaje de este temas desde la perspectiva académico–universitaria adquiere un mejor sentido para concienciar no sólo acerca de la importancia que implica, sino sobre el efecto que generan en el ejercicio profesional. Incluso, en medio de la actitud que, en […]
Un tempestuoso día de marzo de 1827, a los 56 años, falleció el compositor alemán Ludwig van Beethoven. Estaba en cama desde diciembre, fue atacado por ictericia, sus miembros y abdomen se hincharon, cada respiración era una lucha. Luego de fallecer, sus amigos se dedicaron a la tarea de clasificar las pertenencias personales, descubriendo un documento […]
Los venezolanos tenemos una capacidad de improvisación que es notable, sino la más significativa de Latinoamérica. Creo que esto se debe básicamente a que nuestra capacidad de anticipar y planificar es muy pobre, y al mejor estilo de la célebre frase de Eudomar Santos «como vamos viniendo, vamos viendo», afrontamos nuestro cotidiano acontecer, relevantes decisiones económicas, de negocios e incluso de salud:
“Chamo en este país uno no se puede planificar, porque todo cambia a diario”, “deja el rollo con el repuesto loco, que ahí vemos qué hacemos si se para la máquina”, “no te preocupes, estamos sólo media hora tarde para la reunión, pero igualito nos vas a recibir”, “la plata la conseguimos sin problema hermano, te vas a volver loco si sigues con la pensadera”, “vamos tranquilos, allá resolvemos la gasolina con Maritza”, “tranquilo eso sólo es una gripe pana, no seas hipocondríaco”.
¿Qué tan familiares nos suenan estas frases y referencias?, ¿cuántos veces las habremos escuchado?
Por supuesto, cuando se presentan las contingencias, que son casi todos los días, tenemos que correr, e improvisar soluciones elaboradas, a veces más simples, muchas veces, mamarrachadas, que nos hacen vivir en un continuo “apagar de incendios”, como mejor podamos.
Todo el mundo adjudica el fenómeno “última hora”, al cambio continuo y la inestabilidad de los tiempos del chavismo. Pero, desde la Cuarta República ya teníamos problemas de planificación e improvisación.
De dónde vendrá esta naturaleza de no anticipar ni planificar, sino de improvisar, improvisar y volver a improvisar.
Si estuviera vivo el insigne psiquiatra, escritor y diplomático, Francisco Herrera Luque, diría que se debía a la lacra que trajo Colón y sus sucesores como colonos a las indias occidentales y particularmente a Venezuela. Eso afirmaba en su libro “Viajeros de Indias” que le sirvió como tesis doctoral en 1961. Tras un concienzudo estudio en los Archivos de Indias de Cádiz, identificó a cada uno de los inmigrantes que llegaron a Venezuela, durante el siglo siguiente al descubrimiento de América.
De esta investigación, asegura Herrera Luque, que la mayoría de los colonos de nuestro país, eran sociópatas y prostitutas, que se aventuraban a buscar riqueza fácil en el nuevo continente. El psiquiatra, fenomenólogo y genetista de convicción, decía que nuestro gentilicio estaba lleno de cromosomas y genes “piches”, que nos hacía violar las normas, no sentir culpa por ello, no aprender de las experiencias o frustraciones previas, ser desorganizados, inmediatistas e impulsivos.
En este sentido, nos comparaba con los países angloparlantes de América, que recibieron una migración cuáquera, con principios espirituales, que escapaban de sus países de origen por motivos de persecución religiosa o por pobreza, y con todos los deseos de buscar la bíblica tierra prometida, para construir una nueva vida. Por esto, condenaba nuestra sociedad al fracaso. Ya que nosotros y nuestros líderes y dirigentes teníamos esa “mala sangre” española.
Recuerdo vívidamente una discusión en clases con el Dr. Herrera Luque, a quien tuve el honor de conocer como docente, sobre su tesis genética condenatoria. Recuerdo haberle mencionado el ejemplo de Bolívar, Páez y otros próceres que habían sido referentes y en quienes poco psicopatía yo veía.
Por encima de sus anteojos, me miró con expresión de fastidio, y me retó:
—Bachiller lea historia antes de hacer comentarios de ese tipo. Ante todo, Bolívar era un megalómano que luchaba por ser un emperador como Napoleón. Si bien tiene el mérito de la liberación del yugo español de muchos países latinoamericanos, vaya usted a saber a qué yugo pretendía someternos, si la historia se lo hubiera permitido.
—Además, no se olvide, Bolívar, traicionó y entregó a los españoles a uno de sus mentores y reales precursores de la independencia, a Miranda, para poder erigirse él mismo como líder protagónico del proceso independentista.
—Páez, por otra parte, después de arrasar con los realistas en la batalla de las Queseras del Medio, en Apure en 1819, logra que Bolívar le entregue la Cruz de Libertador, a él y sus lugartenientes, y le solicita que lo acompañe al cruce del Paso de los Andes para conquistar a la Nueva Granada, dominada por los españoles.
—¿Qué hace Páez?, se hace el “pendejo”, traiciona a Bolívar, y lo deja sólo con Santander, en pleno páramo, con unos pocos de cientos de hombres. La mayoría mueren en el camino por las condiciones de frío extremo. Mientras el General Bolívar y sus hombres de alto rango, iban en bestias y abrigados, los pocos soldados, casi todos llaneros, apenas llevaban vestido y la mayoría iba descalzo. ¿Le parece a usted que eso hace un líder?
—Paéz aprovechando que Bolívar está gestando la libertad de Colombia y otros países, lo traiciona y se hace del poder en Venezuela, pasando de ser un subalterno del Libertados a convertirse en el líder de la independencia en el país.
—Después de la muerte de Bolívar, Páez, con ralea de caudillo feudalista, se asegura de ser nombrado presidente de Venezuela en 2 oportunidades por un grupo de amiguetes que conformaban un congreso viciado. Asimismo, se autoproclama dictador en una tercera oportunidad, después del regreso de su primer exilio. Ya en esa época, Páez y los políticos a su alrededor eran acusados de corrupción y manipulación electoral.
—Nuestros líderes de referencia son como el resto de los venezolanos y muy parecidos a los españoles, que también son un desastre en el manejo de los dineros privados y públicos, así como en el manejo del poder y social en general.
Ante tan segura ponencia, y sobrecogedora presencia, tan solo con 18 años, poco me atreví a discutir al Dr. Herrera Luque, quien además tenía razón cuando decía que yo era un iletrado histórico.
Hoy casi 50 años después de ese episodio, sin duda hay cosas que no comparto de la tesis genetista de Herrera, así como hay cosas que no puedo refutar respecto a nuestra conducta como sociedad.
En la próxima entrega, hablaremos de cómo estos aspectos de nuestro modo de ser, nos afectan en el mundo empresarial y económico, y cómo debemos afrontarlos.
***
Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
Del mismo autor: Mi viejo y el covid