El Día Mundial del Hombre —19 de noviembre—, instituido por los organismos internacionales hace como unos 20 años, casi siempre pasa inadvertido. Sin embargo, es oportunidad para traer a la agenda pública temas de género que tienen que ver con los varones.

Los hombres, a pesar de ser privilegiados sociales en muchos aspectos, también tienen que luchar contra estereotipos y prejuicios hacia ellos, rígidas demandas sociales, denunciar la discriminación social y legal que les afecta, hacer ver que no hay una sola manera de ser hombre, combatir la invisibilidad de sus problemas como género. Mucho trabajo por hacer.

A pesar de los problemas actuales de la masculinidad, el principal objetivo del día del hombre es invitarlos a ellos, en particular, y a la sociedad, en general, a reflexionar sobre la salud de los hombres. En otra oportunidad ampliamos esa idea. Por ahora, quedémonos con la situación de los varones en la pandemia del coronavirus.

La fantasía de la vulnerabilidad masculina

El imaginario sociocultural asume que los hombres son fuertes físicamente y por ello pueden enfrentar y resistir los embates de salud hasta el ultimo momento. Esa pauta se internaliza y forma parte de la autoimagen masculina. Pueden, inclusive, creerse invulnerables. Por supuesto, eso es una fantasía. Tan solo saber que las enfermedades virales como el VIH y la gripe o influenza afectan mayormente a los hombres, así como los padecimientos cardiovasculares y varios tipos de cáncer, nos dejan saber que la fortaleza masculina tiene un limite. Mundialmente, los hombres mueren, en promedio, a menor edad que las mujeres.

Como una paradoja a la creencia de la invulnerabilidad masculina, ellos pueden ser altamente vulnerables. Las pautas de masculinidad exigen fortaleza y reprimir cualquier signo de debilidad. Enfermarse, sentirse mal física o emocionalmente, es uno de esos signos. Por ello, muchos varones ocultan los malestares que pudieran hacerlos ver como débiles, aguantan hasta el último momento. Esa es la exigencia social y el convencimiento personal de muchos. La masculinidad a ultranza puede matar.

Aunque se haya flexibilizado la pauta de que “los hombres no lloran”, muchos siguen sufriendo calladamente. Y es que tampoco pueden andar por allí expresando todo lo que sienten, quejándose por lo que sufren. Eso no se ve bien en un hombre. Si ellos están muy cargados, pueden explotar violentamente porque la rabia y la violencia sí son masculinas.

La contención emocional en los varones hace que, mundialmente, ellos sean muy propensos a la depresión –que no saben identificar y tampoco expresar– y que el mayor número de suicidas o víctimas por accidentes o muertes violentas sean hombres.

Los hombres y la pandemia del coronavirus

Los datos sobre la pandemia del coronavirus en Europa, durante los primeros seis meses, dicen que el 57% de las personas infectadas y un 72% de las muertes por COVID-19 son hombres. Es posible que en otras partes la tendencia sea semejante. Así, al menos, ha sido en China.

Poco se ha profundizado en las razones de la diferencia en el impacto de la pandemia en hombres y mujeres, pero se han mencionado posibles factores genéticos y enfermedades previas como la hipertensión que suele ser mas frecuente en hombres. Por otro lado, hay factores conductuales. Los hombres suelen ser pocos cuidadosos con su salud y acuden al médico solo en momentos críticos, cuando ya no aguantan más. El COVID-19 no tiene por qué ser una excepción.

Otras consecuencias de la pandemia en la masculinidad

Más allá del impacto de la pandemia en la salud física y emocional de los hombres hay otra secuela que los puede estar afectando en demasía. La económica. Aun cuando esto, por supuesto, también afecta a las mujeres y más a las que tienen a su cargo toda la responsabilidad económica del hogar. Pero, en el caso de los hombres, puede afectar su auto-imagen y la exigencia social de ser el proveedor. Esto aumenta el riesgo de depresión y la angustia. No en vano, en las imágenes informativas sobre protestas y manifestaciones por pérdida de trabajo, con excepción del área cultural, predomina la presencia masculina.

También el teletrabajo desde el hogar puede estar generando estrés en los hombres. Quizás muchos de ellos se están enfrentando a situaciones que les son novedosas como es lidiar con lo doméstico y lo laboral en un mismo espacio. La idea no es mostrarlos como víctimas en situaciones donde las mujeres enfrentan con sacrificio y éxito cotidiano, sino entender lo estresante que puede ser para ellos el enfrentar situaciones a las que no están acostumbrados y las circunstancias los obligan a ello.

También puede haber consecuencias emocionales en los hombres por la condición de encierro. Hay sociedades, familias y mujeres que asumen que “los hombres son de la calle” y de esa forma son educados. El estar encerrado puede generar más angustia y hasta cólera en los hombres acostumbrados a airearse sexualmente fuera de sus casas.

Mucho, entonces, nos queda por saber y aprender sobre el impacto de esta traumática experiencia de las restricciones sociales como consecuencia de la pandemia en el comportamiento de los hombres. Por supuesto, también en el comportamiento de las mujeres, pero eso es harina de otro costal.

Al fin y al cabo, el día del hombre se creó para contribuir a la toma de conciencia (awareness es un bello término en inglés) de la problemática masculina, mostrar que los hombres son vulnerables, que tienen que cuidar de su salud física y emocional. Es un día para la auto-reflexión sobre la masculinidad e invitar a los demás a hacerlo, haya pandemia o no.

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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

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