“La ANC demostrará que es la garantía real de paz para Venezuela” aseguró Maduro el pasado 24 de julio, reafirmando la concordancia discursiva de todos los actores del gobierno. Los que se oponen a la constituyente se oponen a la paz; por ende representan la violencia.
Según el discurso oficial la paz se impondrá a la agenda violenta de la oposición en el marco de más de 100 días de protestas.
¿Teníamos un país en paz antes de los más de 100 asesinados en el marco de las protestas?
21.752 personas, la mayoría hombres, murieron violentamente durante el 2016 según cifras del Ministerio Público. Lo que equivale a 60 personas asesinadas diariamente. De 2 a 3 asesinatos cada hora.
¿Cómo proteger a los familiares de víctimas de la violencia armada? Es un excelente artículo publicado por Verónica Zubillaga en Efecto Cocuyo.
“Si asumimos que estas personas tenían como mínimo, una madre y una pareja o un hijo, eso significa –de manera conservadora–que solo en un año tenemos 60.000 sobrevivientes de la violencia armada.”
¿Qué decir de niños y adolescentes menores de 18 años? En la base de datos de Cecodap disponemos de 1150 homicidios durante el año 2016. Estas víctimas no constituyen el total de las víctimas, dado que las estadísticas oficiales no se publican desde hace años, es una muestra de los casos conocidos. Tasa de mortalidad que nos coloca entre los países con mayor número de adolescentes varones asesinados.
¿Se puede hablar de un país en paz con esa cantidad de hogares atravesados por el dolor, la rabia, la tristeza? Conste que no estamos contabilizando los miles de casos de heridos, maltratados, atropellados, abusados.
¿Y la respuesta del Estado?
Las OLP (“Operaciones de Liberación del Pueblo”) han causado 505 muertes desde 2015; 27 corresponden a menores de edad, según reciente informe presentado por el Ministerio Público. 1074 efectivos se encuentran bajo investigación por estar “implicados en delitos tales como violación de domicilio, hurto, amenaza, violencia privada, privación ilegítima de libertad, trato cruel, abuso de autoridad, destrucción de viviendas y ejecuciones extrajudiciales”, según podemos leer en Efecto Cocuyo.
En la medida en que la actuación de los cuerpos de seguridad se ha multiplicado en todo el país reprimiendo protestas, incursionando violentamente en edificios, urbanizaciones, Tun Tun o como se le denomine actúa con los mismos excesos de las OLP denunciadas.
Cabe preguntarse con Verónica Zubillaga: “¿Cómo puede una sociedad plantearse un futuro de convivencia con esta cuantía de gente cuyos derechos más básicos han sido vulnerados de esta manera? ¿Cómo podemos restituir la experiencia de ciudadanía a gente que vive en zozobra por la falta de justicia y el abandono?”
El domingo escuché el conmovedor testimonio de Iván Urbina, padre de Fabián (adolescente de 17 años) asesinado por un efectivo de la GNB en Altamira: “La bala que le quitó la vida a mi hijo; también se la quitó a toda mi familia”
No puede haber paz mientras las autoridades resalten unas agresiones y desconozcan otras.
No puede haber paz mientras se insista en que Fabián y todos los que han caído como él eran terroristas.
No puede haber paz mientras la sociedad avale las operaciones policiales donde se violan derechos humanos en aras del bien común cuando las víctimas sean otros.
No puede haber paz mientras no se reconozcan todos los muertos en las protestas, en hechos violentos, en las comunidades, a manos de quien sea.
No puede haber paz si no hay justicia. Sentenció una de las madres de los jóvenes asesinados
Quienes gobiernan deben entender que el país no está en paz desde antes de las protestas. Gandhi afirmó: “No hay camino para la paz. La paz es el camino”, y coincidimos: la violencia no es opción, con ella perdemos todos; pero una paz con justicia, no la paz de los sepulcros.
Foto: Gladys Burgazzi.