The ex-USS Kittiwake was a Submarine Rescue vessel (ASR-13). She was part of the 6th Submarine squadron (SUBRON 6) home ported at the Destroyer-Submarine piers in Norfolk, VA. The location for sinking the Kittiwake is at the northern end of Seven Mile Beach, on the West or lee side of Grand Cayman.

El mundo quedó asombrado en 2019 cuando la primera inmersión tripulada tomó sorprendentes fotografías de los restos del Titanic. Las dos partes del famoso barco, que fueron descubiertas a una profundidad de 3.810 metros en Terranova, estaban irreconocibles. El casco de hierro corroído estaba cubierto por una densa capa de vida acuática. Los investigadores revelaron que bacterias especializadas en comer metales, así como otros microbios, lo estaban desgastando lenta pero continuamente, infundiendo nueva vida en el entorno circundante. El Titanic es solo un ejemplo de cómo los organismos más pequeños pueden transformar barcos naufragados en “islas” de biodiversidad.

El planeta está repleto de vida microscópica y esto cobra más vigencia en las aguas profundas. Todos los tipos de microorganismos, incluidas las bacterias y las arqueas, abundan en el sedimento que recubre el lecho marino. Esto ha ocurrido así durante millones de años pero las cosas han cambiado drásticamente en los últimos siglos, debido a la acción del hombre. Numerosas construcciones como plataformas petroleras, equipos de minería y, por supuesto, los naufragios, ensucian el fondo marino.

Con el tiempo, los microbios del lecho marino comienzan a cubrir estas estructuras invasivas con una capa pegajosa de biopelícula. Esta capa de vida diminuta está formada por bacterias resistentes que pueden descomponer metales, madera y otras sustancias ricas en elementos químicos, necesarios para su desarrollo. Las biopelículas atraen animales un poco más grandes como los mariscos y algas, siguiéndole los gusanos, cangrejos y estrellas de mar de las profundidades. En un corto período de tiempo, los naufragios se transforman en arrecifes artificiales poblados por pulpos, tiburones y otros depredadores. Todo esto es gracias a los diminutos microbios que convierten estas estructuras olvidadas en un oasis de vida.

La inmersión de materiales como la madera y otras superficies metálicas son a menudo islas de vida en aguas profundas, pero se sabe poco sobre la diversidad microbiana de las construcciones creadas por el hombre, que también se encuentran en el fondo marino.

La UNESCO estima que hay alrededor de tres millones de naufragios en los fondos marinos de todo el mundo, muchos de ellos hechos de madera y estas islas sumergidas están demostrando ser un caldo de cultivo vibrante para los microbios de las profundidades marinas, según revela un nuevo estudio publicado en la revista Frontiers in Marine Science. Los microbios se encuentran en la base de las cadenas alimentarias de los océanos, y esta es una de las primeras investigaciones que muestra el impacto de las actividades humanas, como los naufragios, en estos entornos.

Los científicos dicen que estas estructuras hechas por los humanos están teniendo un impacto importante en los delicados ecosistemas en el fondo de los océanos, en un grado que no se había apreciado antes. Los microbios de aguas profundas que viven en los naufragios se ubican en la parte inferior de la cadena alimenticia submarina, por tanto los cambios en los microorganismos podrían tener un efecto en cadena sobre otras formas de vida marina y, en última instancia, también sobre todo lo que vive en la Tierra.

Es importante conocer y comprender las comunidades microbianas porque brindan evidencia temprana y clara de cómo las actividades humanas cambian la vida en el océano. Los investigadores eligieron dos sitios de naufragios del siglo XIX para su estudio. Colocaron bloques de pino y roble alrededor de los sitios, desde la ubicación de los naufragios hasta unos 200 metros de distancia, y dejaron la madera allí durante cuatro meses. Luego, los bloques de madera se recuperaron y se analizaron en busca de bacterias, arqueas y hongos. La diversidad microbiana varió según la proximidad al sitio del naufragio, alcanzando un máximo hacia los 125 metros de distancia. El tipo de madera también marcó la diferencia, siendo el roble más favorable para la biodiversidad microbiana que el pino.

Los troncos de los árboles que han caído en ríos y océanos, son bien conocidos desde hace tiempo por influir en la biodiversidad del cuerpo de agua en el que caen. Lo que resalta este estudio es que los naufragios también afectan la vida microbiana bajo el mar. Estas biopelículas son, en última instancia, las que permiten que los hábitats se transformen en islas de biodiversidad.

El equipo detrás de este estudio sugiere que otras estructuras hechas por los humanos, como las plataformas petrolíferas, podrían tener un impacto similar en los microbiomas de aguas profundas, y destacan la importancia de llevar a cabo una mayor investigación para tratar de descubrir otros detalles. Los impactos humanos en el lecho marino están aumentando a través de los agresivos sistema de explotación y lamentablemente, los descubrimientos científicos no siguen el ritmo de cómo se están transformando los paisajes submarinos naturales.

En general, los investigadores indicaron que la presencia de los naufragios aumentó la riqueza microbiana en el agua circundante, así como los patrones de dispersión de las biopelículas que contienen microbios. Otros factores adicionales que influyeron en la vida microbiana fueron la profundidad del agua y la cercanía a otras fuentes de nutrientes que se consiguen en los ambientes sedimentarios, como el delta del río Orinoco, por ejemplo. Si bien se necesita más investigación para determinar el fenómeno en una gama más amplia de sitios, estos hallazgos iniciales son suficientes para mostrar que los naufragios modifican sustancialmente la biodiversidad submarina.

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