Como soy periodista, nunca me prestaría para hacerle una operación de corazón abierto a alguien. Sería absurdo, puesto que no soy médico. Si lo hiciera terminaría matando al paciente. Zapatero a su zapato. Cuando te metes a hacer cosas que no son tu especialidad, lo más probable es que provoques un accidente o en el mejor de los casos, ‘la riegues’ para decirlo en buen mexicano. Voy a referirme al escándalo que se ha suscitado por la supuesta entrevista que le realizara el actor y director de cine, Sean Penn a Joaquín Loera Guzmán mejor conocido como “El Chapo”, con ayuda de la actriz, Kate del Castillo.  Ambos se reunieron en octubre de 2015 en la clandestinidad con el que hasta hace pocos días, era el “narco’ más buscado del mundo.

Del asunto se ha ocupado extensamente en la prensa mundial. Y las investigaciones están en pleno desarrollo, así como establecer si ambos, Del Castillo y Penn cometieron algún delito en semejante aventura. Eso ya lo dirán las autoridades.

Lo que yo quiero es referirme al asunto de la llamada “entrevista” que ambos le hicieron a “El Chapo”.

Como el periodismo es una carrera humanística, algunos pueden pensar que cualquiera puede hacer una entrevista, que solo se trata de hacerle unas preguntas a alguien y ya está hecho el mandado. Pero el asunto, no es tan sencillo como parece. Este oficio tiene sus normas, su arte, sus reglas y por encima de todo,  hay un código de ética. Unos principios que nunca se entregan ni siquiera por una primicia.

El prestigioso periodista, Gerardo Reyes, destacado por sus investigaciones en Univisión cuenta en un reciente artículo “Por qué decidí no entrevistar a El Chapo’ publicado en el portal de esa cadena de tv, que luego de algunos meses intentando hacer una entrevista a Guzmán, lograron establecer contacto a través de un intermediario.

“Guzmán había aceptado darme una entrevista personal en cámara. Me entusiasmé y preocupé a la vez, pues el mensaje venía con una condición. Cuando aceptó nuestra solicitud de una entrevista, Guzmán hizo un pedido propio: todo lo que se trasmitiera debía contar con su aprobación”, subrayó Reyes.

Y más adelante concluye: “En Miami, hablamos sobre la oferta de Guzmán y rápidamente llegamos a la conclusión de que no someteríamos nuestra labor periodística a modificaciones impuestas por el entrevistado. Enviamos ese mensaje a Guzmán y esencialmente rechazamos una entrevista con el fugitivo más buscado y quizá más poderoso del mundo”. Es la respuesta de un periodista, formado y curtido en el terreno de la noticia y la investigación. Lo que hizo Reyes, es lo que hubiera hecho cualquier periodista serio. Había que decirle claramente: “No, Señor Chapo, usted manda en el negocio de la droga, pero en mis entrevistas mando yo”.

Pero el señor Sean Penn, quien no es periodista, quien más bien ha quedado como un ‘fan” que fue a rendirle honores a un delincuente, sí aceptó las condiciones: el narco escogería las preguntas y revisaría todo el material que sería publicado.

Y lo que empieza mal; termina peor.  La grabación, dura 17 minutos. Fue grabada con un teléfono, se oye un gallo cantando, un perro se le acerca, y las preguntas al parecer se las hace un empleado de “El Chapo”.

Escuché que Verónica del Castillo, quien es periodista y hermana de Kate, dijo que solo podía sentir envidia debido a que “La reina del Sur” había entrevistado a El Chapo primero que todo el mundo. Por favor! Verónica si eso fue una entrevista, yo soy astronauta.

La entrevista es uno de los géneros periodísticos más interesantes. Ésta permite al periodista hurgar en las interioridades de un personaje y mostrar sus puntos de vistas sobre temas que inquietan al público. Especialmente si es una entrevista noticiosa con un personaje y tan polémico.  Y por su parte,  el entrevistado se defiende lo mejor que puede, porque nunca sabe cuáles serán las preguntas.

El periodista tiene la tarea de desnudar al personaje que tiene enfrente. Y el entrevistado tiene el propósito de quedar lo mejor parado posible. Cada uno juega un rol muy distinto. De manera tal que cuando el entrevistado controla los dos roles, las cosas no salen bien, porque se desvirtúa el concepto de la entrevista.

Señor Penn y señorita Kate: si no es mucha molestia, dedíquense a actuar y sus asuntos del entretenimiento, cosa que hacen bastante bien. Si de verdad quieren dedicarse a ser periodistas, pónganse a estudiar, ahí están las Universidades.

Lo que ustedes han exhibido como una entrevista a ‘El Chapo’ es una pieza realmente lamentable y aburrida, sin las preguntas claves del caso y sin re-preguntas.  Y carente de la necesaria tensión entre el periodista y el entrevistado.

Lo que ustedes han hecho es una muestra de lo que jamás debe ser un trabajo periodístico. Un monólogo hubiera resultado mucho más interesante. Fue un total desperdicio del personaje. Jugaron a ser periodistas, pero quedaron como simples aficionados. Lo que pudo haber sido la entrevista del siglo, terminó siendo un simple bostezo.

@Manantial3

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