Cinco fallecidos y 74 nuevos contagios de COVID-19 en Caracas #21Abr
Cinco fallecidos y 74 nuevos contagios de COVID-19 en Caracas #21Abr (Foto: Mairet Chourio)

No siempre la ironía sirve para demostrar cuánta estupidez se esconde dentro de alguna intención reseñada, pronunciada o escrita. También en la ironía se consiguen formas inteligentes para delinear rutas o senderos, para llegar más rápido y adecuadamente al lugar anhelado. Por eso, la ironía aprovecha la ocasión para exaltar la vida en su más espléndida manifestación. 

 

Debe saberse que, además, la ironía no sólo funciona como elemento de la retórica intrigante en el terreno de la literatura. También hace de las suyas en el campo de la psicología. Pero fundamentalmente, en el ejercicio de la política. Es ahí donde la ironía sabe mostrar sus potencialidades. Particularmente, al buscar que sea entendido lo contrario de lo que se dice. Más, si lo que se dice se hace con alguna mofa que dé cuenta de algún desprecio hacia la situación, realidad o persona bajo acusación. 

 

Así que las siguientes líneas habrán de dedicarse a refutar la “cuarentena”. Sobre todo, a partir de lo que su praxis ha generado en cuanto a la parálisis causada en perjuicio de la economía, la familiaridad, la empresa y de la educación. Pero paradójicamente, en beneficio de la inseguridad, la depresión, la usura y la vagancia. Dos lecturas cuyos enfoques no llegan a conciliarse. El primero apunta a revisar la esfera del discurso articulador de condiciones que suman espacios que construyen país. El segundo enfoque busca averiguar los ámbitos que resultan desmoronados por los declarados, como razón de la medida de confinamiento impuesta a consecuencia de la pandemia. 

 

De todos modos, la presente disertación busca motivar reflexiones en torno a la socialización la cual se ve dura. Pero al mismo tiempo, disimuladamente abatida como concepto (moralista) que trata la apertura del individuo hacia ámbitos que activan su desarrollo político, emocional y ético. 

 

Es innegable que la socialización permite alcanzar las capacidades necesarias, para que el individuo pueda interrelacionarse debidamente en la sociedad en la cual cohabita y bajo la cual convive. De su desempeño social, el individuo adquiere las habilidades para lograr que su participación sea fuente de su ascenso ante las exigencias que determinarán sus éxitos.

 

Es indudable que la tediosa “cuarentena”, no garantiza resultados plausibles en términos del desarrollo económico y social trazado políticamente. Fundamentalmente, por cuanto sus efectos buscan confinar y someter al individuo (libre por naturaleza) a espacios reducidos que no siempre estimulan los beneficios, tantas veces declarados como objetivos. Además, vociferados a los cuatro vientos.

 

Es el problema que acá intenta exponerse. Por ello, la ironía se empleó como factor de utilidad práctica. De apoyo dialéctico capaz de despertar las reflexiones necesarias ante la deshumanización que podría derivarse de la situación que ha enredado la apuntada “cuarentena”. 

 

La odiosa frase “quédate en casa” se volvió tan inverosímil, como risible. O tal vez, sarcástica, por lo cínica que es. Como si las casas de los grupos de mayor vulnerabilidad económica y social, contaran con la logística que requiere una operación de tan enormes exigencias. Exigencias que sobrepasaron 365 días de incontinencia. En distintos sentidos.

 

Es como obligar a toda la población nacional a vivir a oscuras. A vivir sin la alimentación necesaria. Sin tomar sol. Impedida de libertades, derechos y garantías. Casi es como vivir a la espera de la muerte. Mientras que otros, que son los menos, dada su interesado contubernio con el alto gobierno, siguen viviendo a expensas de lo que la picardía, la temeridad, la impunidad, la inmundicia, la inmunidad comprada y la perspicacia plagiada, les ha seguido permitiendo. 

 

Las nuevas realidades, que teóricamente se afincan en la consecución de un “Nuevo Orden social y económico”, suenan a propaganda electoral de ilusa consideración. El mundo que sigue a continuación de la pandemia, será un nuevo terreno para el ejercicio de un individualismo atroz, de un revanchismo inconmensurable, de una malicia y una desconfianza feroz. Quizás la solidaridad siga sosteniendo algunos sentimientos comunitarios. Pero, más por interés que por razones de identidad o compenetración. O sea, la solidaridad se reducirá a una actitud de mera apariencia política. Y, además, politizada. 

 

Tristemente, las realidades serán absolutamente diferentes. Otras en esa misma línea de compostura, ya han comenzado a patentizarse. A desplegarse como prácticas sociales. 

 

Distinto de lo que muchos han señalado -alrededor de posibles beneficios del confinamiento al que redujeron las sociedades- las realidades serán un himno al aplastamiento de valores morales, sociales y políticos. Y esto arrasará con la cordialidad. Virtud ésta que, deplorando de la apagada socialización, hará que ese himno sea entonado por los grupos más golpeados por las subsiguientes crisis. Conflictos que sabrán clavar sus garras en la humanidad de tantos hombres y mujeres en condición de “pobreza cristalina”. 

 

Por eso, con base en la ironía que descorcha las debilidades del ser humano, deberá reconocerse que la fustigante “cuarentena” es un modo de vida impuesto más por miedo político que por prevención sanitaria, cabe la mordaz petición de “aplausos” para la cuarentena. 

 

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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

Del mismo autor: Periodismo y Ciudadanía

Profesor Titular ULA, Dr. Ciencias del Desarrollo, MSc Ciencias Políticas, MSc Planificación del Desarrollo, Especialista Gerencia Pública, Especialista Gestión de Gobierno, Periodista Ciudadano (UCAB),...