“Esta generación realmente ha sido muy fuerte, porque también estar encerrados puede llegar a dañar nuestra salud mental, y la adolescencia puede ser una etapa complicada, y la epidemia del coronavirus la puede hacer todavía más difícil. Los cambios en tu rutina y el encierro te obligan a adaptarte a formas diferentes de emplear tu tiempo” Mariel, 13 años.
Los que son adolescentes hoy no son las mismas que las de ayer, ni serán como las del futuro. Cada generación pensará, sentirá y actuará bajo condiciones culturales, ambientales, políticas, económicas, y tecnológicas, que ejercerán una influencia importante en su forma de actuar y reaccionar frente a determinadas situaciones. Será inevitable el contraste de visiones entre las distintas generaciones, pero es indudable que los tiempos de pandemia dejan su huella en los adolescentes que la han padecido.
El hecho de que nuestros adolescentes no pregunten o manifiesten dudas sobre el complejo momento actual que vivimos, no quiere decir que no tengan dudas.
La indolencia e indiferencia que suelen mostrar ante acontecimientos que sean muy conmovedores para los adultos, puede ser una máscara que esconda a un niño que se siente triste o con miedo.
Puede utilizar argumentos evasivos para no enfrentar el dolor por la pérdida de un familiar, amigo, mascota o por mudanzas o cambios de colegio.
Su duelo puede expresarse con comportamientos hostiles, incluso violentos o simplemente evadiendo, conectándose a través de una computadora y aislándose del mundo exterior con unos audífonos.
Los acontecimientos externos no se pueden desvincular de todas las transformaciones internas que viven nuestros adolescentes, ya de por si complejas para contactar y asimilar.
Muchas veces se comete el error de juzgarlos, etiquetarlos como indiferentes, insensibles, indolentes.
El uso ilimitado de la conexión, video juegos, redes sociales es un aspecto presente en la vida de una parte de la adolescencia actual. Puede llegar a afectar su vida social, escolar e incluso su salud física y mental. De ahí que haya que poner límites, pero ¿cómo hacerlo de manera constructiva?
La psicóloga Ángela Marulanda afirma que desde los primeros años las niñas y niños comienzan a expresar su necesidad de hacer valer su autonomía. Ello requiere desarrollar la responsabilidad y la capacidad de decisión. La responsabilidad no es otra cosa que la habilidad para responder por las consecuencias de sus actos. La única forma de que puedan desarrollarla es teniendo la oportunidad de ponerla en práctica.
Lo mismo pasa con la capacidad de decidir. Se aprende cuando le brindamos oportunidades para tomar decisiones, ofreciendo diferentes opciones y alternativas, y los motivamos a argumentar cuáles consideran apropiadas.
A diferencia de la niñez, con los adolescentes lo que más funciona es pactar, negociar. Según César Landaeta, la negociación es la palabra clave. Sin embargo, nos alerta que muchos padres, madres y educadores cuando escuchan esa palabra lo hacen con escepticismo y con una vocecilla interna que les dice: “Ahí viene el psicólogo este a decirme que debo decirle a todo que sí, porque si no el niño se traumatiza”.
La negociación es una forma de pactar, donde las partes asumen compromisos ante una determinada situación. Ello requiere establecer parámetros que se discuten, llegar a un acuerdo y establecer consecuencias claras, en caso de que se incumpla lo acordado.
Al considerar el tema de la educación a distancia en tiempos de pandemia, la Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia invita a ser exigente, pero también realista: estamos ante una modalidad inédita que genera dudas e incertidumbre. No podemos garantizar que nuestros adolescentes estén al día, motivados y que comprendan todos los contenidos. Invitan a evitar mensajes catastrofista, como: “vas a perder el año…” y contactar a los docentes cuando estamos preocupados por su rendimiento.
¿Cuándo solicitar ayuda de forma inmediata?
-Indicios de consumo de sustancias.
-Verbalizaciones de intención suicida o de muerte, autolesiones.
-Agresiones físicas a otros.
Este artículo fue originalmente publicado el 27 de mayo de 2021
***
Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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Los que son adolescentes hoy no son las mismas que las de ayer, ni serán como las del futuro. Cada generación pensará, sentirá y actuará bajo condiciones culturales, ambientales, políticas, económicas, y tecnológicas, que ejercerán una influencia importante en su forma de actuar y reaccionar frente a determinadas situaciones. Será inevitable el contraste de visiones entre las distintas generaciones, pero es indudable que los tiempos de pandemia dejan su huella en los adolescentes que la han padecido.
El hecho de que nuestros adolescentes no pregunten o manifiesten dudas sobre el complejo momento actual que vivimos, no quiere decir que no tengan dudas.
La indolencia e indiferencia que suelen mostrar ante acontecimientos que sean muy conmovedores para los adultos, puede ser una máscara que esconda a un niño que se siente triste o con miedo.
Puede utilizar argumentos evasivos para no enfrentar el dolor por la pérdida de un familiar, amigo, mascota o por mudanzas o cambios de colegio.
Su duelo puede expresarse con comportamientos hostiles, incluso violentos o simplemente evadiendo, conectándose a través de una computadora y aislándose del mundo exterior con unos audífonos.
Los acontecimientos externos no se pueden desvincular de todas las transformaciones internas que viven nuestros adolescentes, ya de por si complejas para contactar y asimilar.
Muchas veces se comete el error de juzgarlos, etiquetarlos como indiferentes, insensibles, indolentes.
El uso ilimitado de la conexión, video juegos, redes sociales es un aspecto presente en la vida de una parte de la adolescencia actual. Puede llegar a afectar su vida social, escolar e incluso su salud física y mental. De ahí que haya que poner límites, pero ¿cómo hacerlo de manera constructiva?
La psicóloga Ángela Marulanda afirma que desde los primeros años las niñas y niños comienzan a expresar su necesidad de hacer valer su autonomía. Ello requiere desarrollar la responsabilidad y la capacidad de decisión. La responsabilidad no es otra cosa que la habilidad para responder por las consecuencias de sus actos. La única forma de que puedan desarrollarla es teniendo la oportunidad de ponerla en práctica.
Lo mismo pasa con la capacidad de decidir. Se aprende cuando le brindamos oportunidades para tomar decisiones, ofreciendo diferentes opciones y alternativas, y los motivamos a argumentar cuáles consideran apropiadas.
A diferencia de la niñez, con los adolescentes lo que más funciona es pactar, negociar. Según César Landaeta, la negociación es la palabra clave. Sin embargo, nos alerta que muchos padres, madres y educadores cuando escuchan esa palabra lo hacen con escepticismo y con una vocecilla interna que les dice: “Ahí viene el psicólogo este a decirme que debo decirle a todo que sí, porque si no el niño se traumatiza”.
La negociación es una forma de pactar, donde las partes asumen compromisos ante una determinada situación. Ello requiere establecer parámetros que se discuten, llegar a un acuerdo y establecer consecuencias claras, en caso de que se incumpla lo acordado.
Al considerar el tema de la educación a distancia en tiempos de pandemia, la Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia invita a ser exigente, pero también realista: estamos ante una modalidad inédita que genera dudas e incertidumbre. No podemos garantizar que nuestros adolescentes estén al día, motivados y que comprendan todos los contenidos. Invitan a evitar mensajes catastrofista, como: “vas a perder el año…” y contactar a los docentes cuando estamos preocupados por su rendimiento.
¿Cuándo solicitar ayuda de forma inmediata?
-Indicios de consumo de sustancias.
-Verbalizaciones de intención suicida o de muerte, autolesiones.
-Agresiones físicas a otros.
Este artículo fue originalmente publicado el 27 de mayo de 2021
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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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