Transportistas pide que tarifa sea de 25 centavos de dólar en Venezuela
Transportistas pide que tarifa sea de 25 centavos de dólar en Venezuela (Foto: Mairet Chourio)

Las kilométricas colas para surtir gasolina hacen estragos en Caracas. Las trancas resienten la libre circulación por las principales avenidas. Algunos conductores pernoctan en los alrededores de las bombas para poder lograr un cupo en el llenadero y eso también ha cambiado la rutina en muchas comunidades.

Una situación que no es nueva, pero que se acrecienta con el paso de los meses debido a la poca producción del combustible nacional.

La falta de gasoil se presenta desde 2020. Este año, las cámaras que mueven la economía del país: transporte, alimento, servicios, agro, han insistido al gobierno que administra Nicolás Maduro que permita que los empresarios importen el diésel. Sin embargo, las solicitudes hechas púbicas no han tenido respuestas.

Este 27 de mayo se informó que las primeras importaciones de diésel de Venezuela desde noviembre de 2020, que llegaron al país esta semana a bordo del petrolero Bueno, con casi 500 mil barriles de diésel, combustible fundamental para la agricultura del país.

La noticia la reseñó la agencia Reuters, en cuya nota aclaró que hasta el momento no estaba claro quién proporcionó el combustible y el tipo de diésel que lleva el camión cisterna.

La escasez de gasoil en Venezuela se produce después que el año pasado Estados Unidos prohibiera a las compañías petroleras suministrar diésel a Pdvsa a cambio de crudo, como parte de las crecientes sanciones que aplicó la administración del entonces presidente Donald Trump para presionar sin éxito por una salida de Maduro del poder, acusado de hacer fraude para reelegirse en 2018.

Mientras ese carguero descarga y se hacer la ruta de distribución, la solución más inmediata es madrugar para surtir combustible las unidades del transporte público y de carga. Por lo menos, disponer de uno o dos días de trabajo para aguantar la cola.

William Fernández, chofer de la ruta Antímano- Bellas Artes, llegó a la estación de servicio La Gran Estación de La Yaguara a 5:30 de la mañana y eran las 12:00 del mediodía y aún le faltaba una cuadra por llegar a la bomba.

“Un día trabajo y un día me quedo en el carro haciendo cola, hoy ya no voy a trabajar”.

Foto: Mairet Chourio

Hasta 80 litros de gasolina o gasoil es que pueden echar los transportistas.

“Como es subsidiada es un poquito para todo el mundo, pero eso no alcanza, hago cuatro vueltas y después al otro día vengo a hacer la cola”.
En consecuencia, la reducción de las rutas es una medida que han optado los choferes para rendir el combustible.

“Con poca gasolina no se puede hacer rutas largas, puede que te quedes sin gasolina con los pasajeros”, comentó José Ramón Mejías.

Mejías se encontraba en la cola de la bomba La popular en La Bandera. Este 26 de mayo a las 3:00 de la tarde marcaron su unidad con el número 79 y este 27 de mayo le dieron otro ticket con una diferencia de veinte números por delante.

Para Luis Castillo, quien también estaba en la estación de servicio La Popular, “esto está en ruinas”, de 30 años que tiene como transportista, lleva tres años pasándola mal.

“Estaba vendiendo la camioneta y nadie la quiso comprar porque saben el problema que hay con la gasolina. Cuando antes me la hubieran quitado de las manos”.

Cuidarse y colaborar entre ellos

“Hemos pasado hasta cuatro días en cola, nos cuidamos nosotros mismo en la noche y para comer, unos compran panes, otros la mortadela”.

En Los Flores de Catia estaba Antonio Valderrama, quien alega que con el listado de Fontur es más organizado la distribución de gasolina.

“Muchos prefieren madrugar, pero yo no la hago, aquí corre rápido la cola”.

Otro que prefirió no identificarse, dijo que para saltarse la cola o llenar el tanque completo hay que dar “billete”.

“Puede variar de 10 o 15 dólares, pero nosotros los transportistas no podemos pagar eso, lo que hacemos es para la comida y el carro. Estamos sobreviviendo”.

Mientras los conductores están en la antesala de las bombas, y a kilómetro de distancia, en las paradas se represan los pasajeros. Esperan hasta media hora para poder subir a una unidad.

Quienes son valientes se meten a empujones en las camionetas que llevan pasajeros guindados en las puertas. La necesidad de movilizarse es más imperiosa que mantener las medidas de seguridad para prevenir la propagación del virus.

Quienes usan las rutas troncales esperan más tiempo. Por ejemplo, en la calle 2 de Los Jardines de El Valle, una de las 22 parroquias del municipio Libertador, puede pasar una hora para que llegue el jeep. Hay pocas unidades, por lo que los habitantes prefieren emprender la caminata cerro arriba, o bajar si es el caso.

Lo mismo para ir a La Cumbre, en Carapita,  al oeste capitalino.

Con información de Mabel Sarmiento y Mairet Chourio