Los camiones y cavas, con personas que son trasladadas de un lado a otro, son parte del panorama rutinario de San Cristóbal, que a partir de las 3:30 de la tarde empieza a quedar sin movimiento y menos transporte, por lo que numerosos tachirenses deben caminar largos trechos o viajar en “perreras”.

A esa hora del miércoles, frente al terminal de San Cristóbal, el chofer de una vieja camioneta pick up color rojo le rogaba a más de 15 pasajeros, entre ellos dos niñas, que algunos se bajaran del vehículo porque la parte posterior rozaba con el caucho y así no podía arrancar.  Varios minutos luego, tres usuarios atendieron el llamado y bajaron, pues todos querían llegar a San Josecito, localidad ubicada a 15 minutos de la zona metropolitana.

Luego de esta escena, se contabilizaron cuatro camiones y camionetas repletas de personas que buscaban llegar a San Josecito y Santa Ana. Los vehículos, que antes se usaban para trasladar verduras o cochinos, ahora paran frente al terminal y recogen pasajeros.

Las personas entregan las bolsas de comida o paquetes a los que están arriba de los camiones, quienes les sostienen mientras escalan las barandas, para luego viajar de pie, inestable, entre rutas de curvas y montañas.

No hay transporte. Aquí tenemos que irnos arriesgando nuestras vidas en camiones o a pie. Tenemos que calarnos los insutos de los camioneteros, que nos bajen como unos perros y si uno paga con billetes de 50 bolívares nos los botan por la ventana, porque no los reciben. Es humillante. No nos merecemos esto”, narró Luis Enrique Anderson, un venderdor ambulante que esperaba subir con su morral tricolor y una carretilla en uno de los camiones repletos de pasajeros rumbo a San Josecito.

Crisis de transporte en San Cristóbal

Algunos camiones cobran más que las rutas de las líneas urbanas, las cuales cuestan de 7 mil a 10 mil bolívares y los camiones piden entre 10 mil y 15 mil bolívares, pocos son los que cobran una tarifa inferior a las busetas.

Naimar Galvis, enfermera que reside en la vía a Rubio, una de las poblaciones dormitorio cercana a San Cristóbal,  arriesga su vida a diario al salir de su casa a las 4:00 de la mañana y camina hasta tres horas diarias para cumplir con su jornada laboral; algunas veces también se ha movilizado en camiones o “colas” de cualquier desconocido.

“Todos los días me toca caminar hasta el Elevado de Puente Real, de ahí agarro una cola hasta El Mirador y de allí otra cola hasta mi casa o caminar. Camino entre dos y tres horas diarias. Normalmente nunca hay busetas. El riesgo es que te roben o te maten cuando sales a las 4:00 de la mañana de la casa”, contó la enfermera.

Como Naimar, son cientas las personas que resisten en Táchira en sus puestos de trabajo con la esperanza de que la situación económica cambie; lo que ganan al mes deben invertirlo en pasajes o caminar kilómetros para llegar a sus trabajos, y luego retornar a sus respectivos hogares.

Las horas pico son a las 7:00 de la mañana y a las 3:00 de la tarde, momentos cuando se observan a numerosas personas a lo largo de los viaductos, las paradas  abarrotadas de pasajeros y escasas dos o tres busetas. Mientras,  camiones van recogiendo desde el centro de la ciudad a los que se dirigen a las localidades de San Josecito, El Valle, Capacho, Rubio, entre otros sectores de la ciudad.

Estudio de costos para el pasaje

En la zona metropolitana, de 1.760 unidades de transporte público que laboraban, solo funcionan 350, lo que representa cerca de 90 % de la paralización de unidades por falta de repuestos como cauchos, baterias, sistema de frenos, entre otros. Y cada día el porcentaje aumenta, aseguró Germán Duarte, presidente del Sindicato de Transporte en Táchira, y se evidencia en las vías de la capital tachirense.

El estudio de costos operativos hecho por la Alcaldía de San Cristóbal, basado en precios del año 2016, arrojó un precio de pasaje urbano de 40 mil bolívares; pero el estudio de costos de la Federación Nacional de Transporte concluyó que este mes un pasaje debería costar 167 mil bolívares; sin embargo, el último ajuste aprobado por la municipalidad fue de 5.000 bolívares, monto que compromete el presupuesto de un sueldo mínimo que difícilmente alcanza para un kilo de carne.

“Nosotros estamos trabajando para pagar el pasaje, los choferes cobran un precio en la mañana y otro en la tarde, y hay que hacer milagros para conseguir el efectivo”, declaró Doris Ortiz mientras esperaba en una parada de la ciudad uno de los camiones para llegar a su casa en San Josecito.

Sin repuestos

Los transportistas no logran adquirir repuestos en territorio nacional y deben comprarlos en Colombia. Para mantener una unidad se requiere mínimo de 150 millones de bolivares, hoy, precisó Duarte.

El albañil, Jean Carlos Monterrey, dijo que los camiones es el nuevo sistema de transporte porque el beneficio de cauchos y repuestos para los transportistas no se consigue, por tanto debe encaramarse en cualquier tipo de vehículo como cavas y camiones, “es incomodo”.

“El último 10 %  de los transportistas está trabajando para irse definitivamente,  porque el costo del pasaje no es un estimulo para trabajar. El transporte está en un proceso de desaparición total mientras el modelo económico no cambie; nos han dejado solos y el Gobierno no permite las importaciones de los insumos”, argumentó el dirigente gremial.

Ahora, los conductores solicitan que los adultos mayores cancelen por lo menos la mitad del pasaje porque consideran que son los principales usuarios que utilizan el servicio y no pueden resisitir movilizándolos de forma gratuita.

“Si uno no paga los 5.000 bolívares que están cobrando tampoco nos dejan subir, tuve que venirme a pie de Barrio Obrero, cuando no hay buseta camino”, manifestó Eriberto Sayago Castro de 86 años.

Ciudad paralizada a mediodía

A las 3:00 de la tarde las calles de San Cristóbal lucen desoladas. Los pocos negocios que abren ya están cerrando o han bajado sus santamarías y la gente camina afanada para refugiarse en sus hogares, panorama que empeora desde el mes de febrero.

“El transporte es otra de las crisis a las que nos enfrentamos actualmente, uno se expone a una hora y media de ida y vuelta al hogar para llegar al trabajo diario, sin contar  los que tienen hijos y los llevan a las escuelas. A mitad de día la ciudad se paraliza. Varias veces he tenido que montarme en camiones, hay un señor de la alcadía que en su camión va recogiendo a las personas a lo largo de la vía”, contó Iralí Julio, quien se desempeña como educadora.

Un estudiante de quinto año de bachillerato, que caminaba por la urbanización Mérida, describió cómo les cuesta llegar al liceo “ prefiero caminar antes que esperar una buseta. Es una odisea esperar una buseta, casi nunca se ven”, remató.

Niños, jóvenes, adultos y ancianos son afectados por igual por la crisis del transporte público en San Cristóbal.

fotos: Anggy Polanco