En la casa de Gisela*, incluyéndola, a todos les dio COVID-19 el pasado mes de marzo. Los cinco miembros de su grupo familiar presentaron síntomas de la enfermedad en distintos niveles de gravedad, pero todos necesitaron tratamiento y control por parte de un especialista.
Particularmente, sus padres y uno de sus hermanos ameritaron la inversión más costosa por tener patologías previas, que los hicieron más vulnerables a desarrollar complicaciones.
Como cientos de venezolanos y venezolanas en el país, incluyendo personalidades de distintos ámbitos, la familia se vio en la necesidad de pedir apoyo económico. Primero conversaron con su círculo cercano y luego compartieron la campaña en redes sociales y grupos de WhatsApp.
Inicialmente, su mamá, su papá y su hermano tuvieron que recibir tratamiento intravenoso. “Ante la imposibilidad de hospitalizarlos por la falta de cupo, la opción fue tenerlos en casa con visitas médicas y de enfermeras que administraban los medicamentos”, contó.
Esta modalidad también representaba un costo elevado, porque “eran tres cuidados en simultáneo”, eso sin contar los costos de los tratamientos y los controles en exámenes de sangre y otros estudios que iban solicitando según el caso, cada tres o cuatro días.
Entre los medicamentos, tuvieron que comprar 20 ampollas de Remdesivir, en alrededor de 100 dólares cada una en cadenas de farmacias en Caracas.
“Mi papá empezó a presentar un cuadro de sobreinfección que hizo más complejo su caso. Ameritó suministro permanente de oxígeno y cuidado hospitalario, por lo que debió ser hospitalizado, lo que incrementó notablemente los gastos. Su seguro médico nunca pudo ser usado por falta de cupos en las clínicas afiliadas”, relató Gisela a Efecto Cocuyo en una entrevista vía WhatsApp.
Por eso, la primera semana de abril, al complicarse el panorama con su papá, unos amigos le sugirieron abrir una campaña para recaudar fondos para él en la plataforma GoFundMe. Uno de ellos que emigró a Estados Unidos hizo las gestiones, ya que desde Venezuela no se puede realizar el proceso.
En la página, si se incluyen en el buscador las palabras “tratamiento”, “COVID-19” y “Venezuela”, se arroja al menos 832 resultados de personas que iniciaron campañas con ese fin.

Además de la plataforma, otros conocidos que han decidido donar la han contactado para transferirle el dinero en bolívares o por otra vía, tratando de sortear la comisión que cobra GoFundMe por cada donación.
“En todo lo que va de evolución de la enfermedad el desembolso ha sido cercano a los $ 10.000, por lo que se hizo indispensable el apoyo. Imposible costear por nuestra cuenta esta demanda y más porque las porque las personas productivas del hogar también estuvimos contagiadas y sin posibilidad de trabajar estas semanas, en paralelo con el gasto”, expresó.
Sobre el dinero recaudado, agregó: “Lo que entra, enseguida sale. Porque con lo avanzado de la situación los gastos son imprevistos”.
Inflación en dólares
También en el mes de marzo, Yolanda* vivió un momento duro cuando tenía a seis miembros de su familia con COVID-19: a sus papás en casa, a su hermana y su cuñado (que estaban fuera de Caracas) y a dos días paternas septuagenarias.
Para apoyar con los tratamientos todos colaboraron, especialmente en el caso de sus tías que no contaban con los recursos necesarios. Una de ellas nunca tuvo hijos, y la otra tenía a su hijo en el extranjero.
“Ambas eran muy dependientes. Vivían en el mismo edificio en distintos pisos. Una enfermó primero y había llegado a mejorar recibiendo tratamiento en casa. Luego se enfermó la segunda y la primera volvió a recaer”.
Yolanda explicó que la campaña de recaudación de fondos por la página de GoFundMe los ayudó para costear los tratamientos de sus tías en la fase final de la enfermedad. Decidieron crearla porque gran parte de su numerosa familia está fuera del país, desde donde podían hacer sus aportes y compartir la información en sus redes de contactos. Quienes los apoyaron también les hicieron llegar dinero en sus cuentas personales.
Lamentablemente, ambas tías fallecieron con una semana de diferencia: una en su casa y otra en un centro de diagnóstico integral (CDI) donde lograron recluirla luego de que Yolanda le escribiera por redes sociales al gobernador del estado Miranda, Héctor Rodríguez, pidiendo ayuda.
“Fue un golpe muy duro para todos”, dice Yolanda quien previamente, junto a sus primas, había intentado conseguir un cupo en varias clínicas en Caracas, pero no había disponibilidad. Solo en una clínica privada en El Cafetal (municipio Baruta) les dijeron que tenían una cama en terapia intensiva, pero “para ingresar nos pedían 60.000 dólares que obviamente no teníamos”.
Mientras estuvieron en casa, a ambas se les suministró oxígeno. Una de las máquinas la llevó Yolanda, quien había alquilado un concentrador de oxígeno para su papá días atrás, pero que le quedó en su apartamento luego de que a él lo hospitalizaron.
Recordó que cada tía requería de unas 10 bombonas de oxígeno al día y cada recarga de una bombona eran alrededor de 30 dólares.
El alquiler de un concentrador de oxígeno le había costado 450 dólares por un mes, pero tres semanas después, cuando quiso renovar el contrato, el proveedor le dijo que ahora ese sería el precio quincenal. Es decir, aumentó el doble.
A la tía de Yolanda que murió en el CDI, pasaron 48 horas para que la pudieran buscar para llevarla a cremar en el Cementerio del Este, en Caracas. Esa semana, el cupo diario de cremaciones para fallecidos por COVID-19 era de unos 50 al día.
Siete días después, cuando llevaron a su otra tía (que falleció el Domingo de Resurrección), les dijeron que el cupo de cremaciones había aumentado a más de 70 cada día. Ambos trámites de cremación les costaron a esta familia el equivalente en bolívares a 506 dólares y 512 dólares con un semana de diferencia por la variación del dólar.
* Los nombres fueron cambiados a petición de las entrevistadas