El primer ministro de Trinidad y Tobago, Keith Rowley, insistió este miércoles 25 de noviembre que sus fronteras están cerradas, incluso para sus ciudadanos, por el COVID-19. Aseveró que el Gobierno resistiría todos los esfuerzos de quienes pretendan “forzar la apertura de las fronteras a través de la inmigración ilegal“.
Sobre el caso del grupo de venezolanos deportados, que incluía 16 niños, aseguró que se trata de “un asalto” a la isla.
“Trinidad y Tobago se encuentra actualmente bajo el último asalto, utilizando personas anónimas y sin rostro armadas con niños inocentes, para intentar obligarnos a aceptar su comprensión del ‘estatuto de refugiado y tratado internacional’ donde se debe esperar que una pequeña nación insular de 1,3 millones de personas mantenga las fronteras abiertas a un vecino de 34 millones de personas incluso durante una pandemia”, dijo.
El funcionario cuestionó que si se acepta la interpretación de abrir las fronteras bajo una acción humanitaria, se permitiría la entrada “a todos los migrantes económicos, traficantes de armas, traficantes de drogas, traficantes de personas y líderes y/o miembros de pandillas sudamericanos”.
Culpa de la OEA
Rowley culpó a la Organización de Estados Americanos (OEA) “de desencadenar y alimentar la actual situación venezolana” y agregó que sus funcionarios “prácticamente han declarado la guerra a Trinidad y Tobago por tener la temeridad de no haberse unido a Elliot Abrams y al presidente (Donald) Trump al forzar un cambio de régimen violento en Venezuela“.
El primer ministro insistió en que Trinidad y Tobago facilitó el registro de 16.000 migrantes venezolanos: “incluso mientras nosotros mismos luchamos para hacer frente a nuestras propias dificultades, les hemos brindado consuelo, ayuda y oportunidades”.
Llamó a los trinitenses a que continúen siendo “gente humana y solidaria” como han demostrado ser. “No demonizamos a nuestros vecinos migrantes, pero todos seguimos protegidos por las leyes de Trinidad y Tobago”, expresó.
Foto: Trinidad & Tobago Guardian