Tras cumplirse dos meses del inicio del año escolar 2020-2021 en Venezuela, que se desarrolla a distancia por la pandemia del COVID-19, Efecto Cocuyo conversó con dos adolescentes que relatan cómo se sienten con esta modalidad y cuáles son sus expectativas para los próximos meses.
Ambos coinciden en señalar que la adaptación no ha sido fácil y que aprender en estas condiciones es más complejo. Extrañan la interacción con sus pares y profesores, por lo que anhelan volver a las clases presenciales, pero en un ambiente seguro.
Anabella Lorenzo, de 13 años de edad, cree que el aprendizaje «no es tan significativo» como solía serlo. «Nos esforzamos más en entregar las tareas que en aprender algo», opina.
La estudiante de segundo año de bachillerato siente que le hace falta la explicación en el aula de clases. Cuenta que un profesor de matemáticas tuvo que ir a su casa a enseñarle, «porque no entendía muchas actividades».
Cuando la pandemia del coronavirus llegó al país, transcurría el segundo lapso del año escolar 2019-2020. El Ejecutivo suspendió las clases en todos los niveles y ordenó migrar a la educación online.
«Tuvimos el problema de la pandemia y no nos explicaron como tal los contenidos de primer año, no estaban preparados como estamos ahorita», relata la adolescente que vive con su familia en El Valle.
Un informe de Cecodap, difundido el 30 de septiembre, reveló que 72% de las personas consultadas consideró que la calidad de la educación a distancia fue «baja». En regiones del país como el Zulia, uno de los estados donde más falla el servicio eléctrico, al percepción era aún más negativa.
La ONG, que trabaja en la promoción y defensa de la niñez y adolescencia, cuestionó la falta de una evaluación nacional que pusiera en número cómo hizo el sistema educativo para atender a los niños, niñas y adolescentes.
Elías Haig, de 14 años de edad, cuenta que durante estos meses en su colegio han tenido que ir probando varias estrategias, para ver cuál funciona mejor. Considera que se trata de un «ensayo y error» y un «proceso de adaptabilidad», pero han tenido avances.
Aunque señala que es complicado adaptarse y que «no hay una fórmula perfecta», concluye que «lo estamos haciendo bastante bien».
El estudiante de tercer año de educación media destaca que, para él, una habilidad importante que ha desarrollado es la capacidad de ser autodidacta. Comparte que él descubrió que le gusta mucho la física y la química, «y estoy buscando profundizar por mi cuenta».
Considera que es interesante cómo ha cambiado la dinámica entre estudiantes y docentes. «En la relación profesor-alumno siempre hay alguien que está arriba y otro abajo, pero en la clase online el profesor también aprende del alumno, si no colaboramos entre todos, no va a funcionar», opina.
Anabella comenta que añora los momentos que puede compartir estando en su colegio, en la hora del recreo, durante educación física, si algún profesor faltaba y tenían un espacio libre, ese poder llegar al salón y decirle a una amiga «tengo algo que contarte».
«De verdad me pondría muy triste terminar este año escolar a distancia. Realmente tuve mucho feeling con mis compañeros. Que nos hayan separado fue fuerte, somos muy apegados, aparte de que no tengo un aprendizaje como tal», expresa.
Elías revela que ha sido complicado para él compartir un mismo espacio para distintos fines:»Me afectado estar 14 horas al día y que el espacio de recreación es donde aprendo».
No descarta que la salud mental de compañeros y otros estudiantes pueda verse afectada por la pandemia del COVID-19 y el encierro. Aún así, ha hecho esfuerzos para dividir el tiempo y las tareas.
Recomendaciones para acompañar a niños y adolescentes en la cuarentena
«Creo que no hay nada que ansíe más que regresar al colegio», expresa el adolescente.»Mi escuela física, tangible, es insustituible, porque es el espacio donde uno se convierte en persona, donde entras midiendo medio metro y sales tomando decisiones cruciales para tu vida», agrega.
Él hace un seguimiento cercano a algunas experiencias de regreso a clases presenciales y cita casos exitosos como el de Uruguay y otros ensayos que no resultaron, como el de Israel. Sobre cómo puede ocurrir este proceso en Venezuela plantea: «de manera escalonada y controlada».
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Ambos coinciden en señalar que la adaptación no ha sido fácil y que aprender en estas condiciones es más complejo. Extrañan la interacción con sus pares y profesores, por lo que anhelan volver a las clases presenciales, pero en un ambiente seguro.
Anabella Lorenzo, de 13 años de edad, cree que el aprendizaje «no es tan significativo» como solía serlo. «Nos esforzamos más en entregar las tareas que en aprender algo», opina.
La estudiante de segundo año de bachillerato siente que le hace falta la explicación en el aula de clases. Cuenta que un profesor de matemáticas tuvo que ir a su casa a enseñarle, «porque no entendía muchas actividades».
Cuando la pandemia del coronavirus llegó al país, transcurría el segundo lapso del año escolar 2019-2020. El Ejecutivo suspendió las clases en todos los niveles y ordenó migrar a la educación online.
«Tuvimos el problema de la pandemia y no nos explicaron como tal los contenidos de primer año, no estaban preparados como estamos ahorita», relata la adolescente que vive con su familia en El Valle.
Un informe de Cecodap, difundido el 30 de septiembre, reveló que 72% de las personas consultadas consideró que la calidad de la educación a distancia fue «baja». En regiones del país como el Zulia, uno de los estados donde más falla el servicio eléctrico, al percepción era aún más negativa.
La ONG, que trabaja en la promoción y defensa de la niñez y adolescencia, cuestionó la falta de una evaluación nacional que pusiera en número cómo hizo el sistema educativo para atender a los niños, niñas y adolescentes.
Elías Haig, de 14 años de edad, cuenta que durante estos meses en su colegio han tenido que ir probando varias estrategias, para ver cuál funciona mejor. Considera que se trata de un «ensayo y error» y un «proceso de adaptabilidad», pero han tenido avances.
Aunque señala que es complicado adaptarse y que «no hay una fórmula perfecta», concluye que «lo estamos haciendo bastante bien».
El estudiante de tercer año de educación media destaca que, para él, una habilidad importante que ha desarrollado es la capacidad de ser autodidacta. Comparte que él descubrió que le gusta mucho la física y la química, «y estoy buscando profundizar por mi cuenta».
Considera que es interesante cómo ha cambiado la dinámica entre estudiantes y docentes. «En la relación profesor-alumno siempre hay alguien que está arriba y otro abajo, pero en la clase online el profesor también aprende del alumno, si no colaboramos entre todos, no va a funcionar», opina.
Anabella comenta que añora los momentos que puede compartir estando en su colegio, en la hora del recreo, durante educación física, si algún profesor faltaba y tenían un espacio libre, ese poder llegar al salón y decirle a una amiga «tengo algo que contarte».
«De verdad me pondría muy triste terminar este año escolar a distancia. Realmente tuve mucho feeling con mis compañeros. Que nos hayan separado fue fuerte, somos muy apegados, aparte de que no tengo un aprendizaje como tal», expresa.
Elías revela que ha sido complicado para él compartir un mismo espacio para distintos fines:»Me afectado estar 14 horas al día y que el espacio de recreación es donde aprendo».
No descarta que la salud mental de compañeros y otros estudiantes pueda verse afectada por la pandemia del COVID-19 y el encierro. Aún así, ha hecho esfuerzos para dividir el tiempo y las tareas.
Recomendaciones para acompañar a niños y adolescentes en la cuarentena
«Creo que no hay nada que ansíe más que regresar al colegio», expresa el adolescente.»Mi escuela física, tangible, es insustituible, porque es el espacio donde uno se convierte en persona, donde entras midiendo medio metro y sales tomando decisiones cruciales para tu vida», agrega.
Él hace un seguimiento cercano a algunas experiencias de regreso a clases presenciales y cita casos exitosos como el de Uruguay y otros ensayos que no resultaron, como el de Israel. Sobre cómo puede ocurrir este proceso en Venezuela plantea: «de manera escalonada y controlada».