Cuando secuestraron a Lusianny Betancourt, a sus 15 años, estaba en bata, sin sostén y calzaba un par de cholas. Según cuenta su madre, Ana Arias, esa noche del 15 de abril de 2019 ya estaban casi dormidas cuando dos muchachas llamaron a la adolescente para que les prestara una camisa en la casa de su abuela en Cumaná. Esa fue la última vez que su mamá la vio.
“Ya ahí no supe más de ella sino en el transcurso de esa semana cuando me mandó un mensaje diciendo que se quería venir”, contó Arias. Recordó las palabras de Lusianny: “Mami, me quiero venir, pero ellas dicen que debo pagarles para que me puedan dejar ir”. Pidieron 200 dólares, pero su mamá nunca logró que le dieran su ubicación.
Arias denunció el hecho ante el Comando Nacional Antiextorsión y Secuestro (Conas) de la Guardia Nacional Bolivariana y el Cuerpo de Investigaciones Penales y Criminalísticas (Cicpc). Tras averiguaciones, funcionarios del Conas indicaron a Arias que su hija se encontraba en Güiria, estado Sucre, a 259 kilómetros de casa. Sin embargo, los funcionarios no ayudaron a buscarla, aseguró Arias. Una llamada posterior que le hizo directamente una de las secuestradoras confirmó que Luisanny había zarpado el 23 de abril en la embarcación Jhonnailys José con destino a Trinidad, que naufragó el 25 de abril. Hoy en día la secuestradora, también menor de edad, se encuentra detenida en Carúpano. En cambio, el paradero de Luisanny se desconoce.
El caso de Luisanny Betancourt es apenas una de las 90 historias de personas desaparecidas que viajaban en tres embarcaciones hacia las Antillas desde los estados Sucre y Falcón en 2019. Este jueves, 20 de febrero, familiares de los desaparecidos procedentes de todo el país y acompañados de representantes de organizaciones de defensa de derechos humanos, protestaron frente al Ministerio Público para exigir que se profundizara en las investigaciones de los supuestos naufragios.
En medio de la estridencia de comparsas de Carnaval, que desfilaron frente a la sede del Ministerio Público en Parque Carabobo, los familiares aseguraron que detrás de estas desapariciones operan redes de tráfico y trata de personas. Esta hipótesis también la sostiene Inti Rodríguez, investigador de la organización Provea.
“Hasta ahora los registros indican que al menos 90 personas están desaparecidas. No conocemos casos anteriores. Sin embargo, en las entrevistas con los familiares pudimos determinar en cada uno de los casos que hay un patrón en la forma como las personas desaparecieron: ofertas engañosas de trabajo en las islas de los Países Bajos, personas que están necesitadas debido a la crisis económica, y muy probablemente, detrás de todo esto, haya una mafia dedicada a la trata de personas para la prostitución, para el tráfico de órganos y para la esclavitud moderna”, afirmó Rodríguez.
Xioglimar Mata se siente «frustrada» tras la desaparición de su hijastro Andy Villegas
Xioglimar Mata, familiar de uno de los desaparecidos, dijo que el grupo de familiares que está recopilando información por su cuenta descubrió que el capitán de una de las embarcaciones que partió de Güiria rumbo a Trinidad estaba implicado en un caso previo de trata de personas. Alberto Abreu, el capitán de la embarcación Ana María es el único de 34 venezolanos, incluyendo diez mujeres jóvenes y tres niños, que apareció.
Andy Villegas, hijastro de Mata, partió la tarde del 16 de mayo a Trinidad desde el puerto Las Salias, en Güiria. Alberto Abreu había avisado a los familiares que el motor de la embarcación se había dañado y lo iban a reparar en la localidad de Macuro, en el mismo estado Sucre. Los familiares no obtuvieron más información hasta al día siguiente, que les dijeron que el barco naufragó. Mata puso esto en duda.
“El papá de Andy está capacitado en búsqueda, es capitán de la marina y debido a sus conocimientos sabe que no hubo un naufragio porque no se encontraron restos de nada”, explicó Mata.
Sin embargo, Alberto Abreu repitió el pretexto del naufragio ante la prensa el pasado 8 de agosto, tras ser encontrado cerca de Granada el 27 de mayo.
“Él habla de que la embarcación empezó a agarrar agua, que no pudieron amarrar la flota y que, en conjunto, decidieron que él, que tenía experiencia, fuera el que nadara a buscar ayuda. Lo pongo en entredicho, porque Andy Villegas también es marino y él hubiera estado capacitado para ir”, atestiguó Mata.
La madrastra del desaparecido confesó que sentía “mucho dolor” y “las manos atadas” ante la inacción del Ministerio Público.
“No tenemos acceso al expediente. Todas esas informaciones las hemos pasado a Fiscalía; entonces, no entendemos por qué el caso no ha avanzado”.
Hilda Chirinos es la madre de Ovagni López, que había venido a Venezuela de visita por las vacaciones y regresó a Trinidad en la misma embarcación Ana María. Chirinos reconoció que los familiares tienen miedo de que los desaparecidos aparezcan implicados ahora en una mafia.
“Yo sé que mi hijo era una persona ejemplar hasta el 16 de mayo, después del 16 de mayo no sé qué pueda estar haciendo, no sé a qué lo puedan estar obligando a hacer… pero es mi hijo, y yo lo quiero de regreso”, agregó la mujer.
La mayoría de los desaparecidos viajaban a las Antillas buscando mejores opciones de trabajo, pues en Venezuela no las tenían.
Este es el caso de Leonardo Mora, licenciado en Educación, con quince años de servicio en la Universidad Francisco Miranda, en Falcón. Según su esposa, Yuglenis de Mora, “se vio atrapado en la situación económica”, ya que los ingresos de la familia no alcanzaban ni siquiera para alimentar a sus cinco integrantes.
El 7 de junio Mora, junto con su sobrino de 23 años Richard Barragán, partió hacia Curazao a bordo de una embarcación que zarpó en La Vela de Coro. Nunca regresó.
“Tomó la decisión de irse en esos viajes, que sabemos que son riesgosos, porque no rendía el sueldo”, manifestó su esposa, quien también es licenciada en Educación.
Para Yuglenis de Mora, la parte “más difícil” ha sido tener que asumir el rol de “mamá y papá, de la noche a la mañana” con sus tres hijos estudiantes, ahora sin el sustento económico que esperaban.
“Además de que tenemos las peores necesidades, ahora él no está”, sollozó.
A pesar de su dolor, la esposa de Leonardo Mora afirmó que no guarda rencor. “De corazón” solo pidió a las autoridades que ayuden a los familiares a encontrar a los desaparecidos.
Familiares de Wilder Blanco, desaparecidos en la embarcación Ana María, sostienen una pancarta con su rostro
Tras la protesta frente a la sede del Ministerio Público, los familiares de los desaparecidos manifestaron su frustración por no haber recibido respuestas concretas. Aunque fueron escuchados por el director general de Apoyo Judicial, David Palis Fuentes, esperaban ser atendidos personalmente por el fiscal general de la República designado por la Asamblea Nacional Constituyente, Tarek William Saab.
La concentración frente a la sede del Ministerio Público estuvo custodiada por un pelotón de aproximadamente 10 funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana. Uno de los uniformados se acercó a una mujer, habitante de San Martín, que improvisó una pancarta para mostrar el rostro de su hijo desaparecido. “Ese es Wilder. Yo jugué baloncesto con él”, le dijo a la mujer.
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Cuando secuestraron a Lusianny Betancourt, a sus 15 años, estaba en bata, sin sostén y calzaba un par de cholas. Según cuenta su madre, Ana Arias, esa noche del 15 de abril de 2019 ya estaban casi dormidas cuando dos muchachas llamaron a la adolescente para que les prestara una camisa en la casa de su abuela en Cumaná. Esa fue la última vez que su mamá la vio.
“Ya ahí no supe más de ella sino en el transcurso de esa semana cuando me mandó un mensaje diciendo que se quería venir”, contó Arias. Recordó las palabras de Lusianny: “Mami, me quiero venir, pero ellas dicen que debo pagarles para que me puedan dejar ir”. Pidieron 200 dólares, pero su mamá nunca logró que le dieran su ubicación.
Arias denunció el hecho ante el Comando Nacional Antiextorsión y Secuestro (Conas) de la Guardia Nacional Bolivariana y el Cuerpo de Investigaciones Penales y Criminalísticas (Cicpc). Tras averiguaciones, funcionarios del Conas indicaron a Arias que su hija se encontraba en Güiria, estado Sucre, a 259 kilómetros de casa. Sin embargo, los funcionarios no ayudaron a buscarla, aseguró Arias. Una llamada posterior que le hizo directamente una de las secuestradoras confirmó que Luisanny había zarpado el 23 de abril en la embarcación Jhonnailys José con destino a Trinidad, que naufragó el 25 de abril. Hoy en día la secuestradora, también menor de edad, se encuentra detenida en Carúpano. En cambio, el paradero de Luisanny se desconoce.
El caso de Luisanny Betancourt es apenas una de las 90 historias de personas desaparecidas que viajaban en tres embarcaciones hacia las Antillas desde los estados Sucre y Falcón en 2019. Este jueves, 20 de febrero, familiares de los desaparecidos procedentes de todo el país y acompañados de representantes de organizaciones de defensa de derechos humanos, protestaron frente al Ministerio Público para exigir que se profundizara en las investigaciones de los supuestos naufragios.
En medio de la estridencia de comparsas de Carnaval, que desfilaron frente a la sede del Ministerio Público en Parque Carabobo, los familiares aseguraron que detrás de estas desapariciones operan redes de tráfico y trata de personas. Esta hipótesis también la sostiene Inti Rodríguez, investigador de la organización Provea.
“Hasta ahora los registros indican que al menos 90 personas están desaparecidas. No conocemos casos anteriores. Sin embargo, en las entrevistas con los familiares pudimos determinar en cada uno de los casos que hay un patrón en la forma como las personas desaparecieron: ofertas engañosas de trabajo en las islas de los Países Bajos, personas que están necesitadas debido a la crisis económica, y muy probablemente, detrás de todo esto, haya una mafia dedicada a la trata de personas para la prostitución, para el tráfico de órganos y para la esclavitud moderna”, afirmó Rodríguez.
Xioglimar Mata se siente «frustrada» tras la desaparición de su hijastro Andy Villegas
Xioglimar Mata, familiar de uno de los desaparecidos, dijo que el grupo de familiares que está recopilando información por su cuenta descubrió que el capitán de una de las embarcaciones que partió de Güiria rumbo a Trinidad estaba implicado en un caso previo de trata de personas. Alberto Abreu, el capitán de la embarcación Ana María es el único de 34 venezolanos, incluyendo diez mujeres jóvenes y tres niños, que apareció.
Andy Villegas, hijastro de Mata, partió la tarde del 16 de mayo a Trinidad desde el puerto Las Salias, en Güiria. Alberto Abreu había avisado a los familiares que el motor de la embarcación se había dañado y lo iban a reparar en la localidad de Macuro, en el mismo estado Sucre. Los familiares no obtuvieron más información hasta al día siguiente, que les dijeron que el barco naufragó. Mata puso esto en duda.
“El papá de Andy está capacitado en búsqueda, es capitán de la marina y debido a sus conocimientos sabe que no hubo un naufragio porque no se encontraron restos de nada”, explicó Mata.
Sin embargo, Alberto Abreu repitió el pretexto del naufragio ante la prensa el pasado 8 de agosto, tras ser encontrado cerca de Granada el 27 de mayo.
“Él habla de que la embarcación empezó a agarrar agua, que no pudieron amarrar la flota y que, en conjunto, decidieron que él, que tenía experiencia, fuera el que nadara a buscar ayuda. Lo pongo en entredicho, porque Andy Villegas también es marino y él hubiera estado capacitado para ir”, atestiguó Mata.
La madrastra del desaparecido confesó que sentía “mucho dolor” y “las manos atadas” ante la inacción del Ministerio Público.
“No tenemos acceso al expediente. Todas esas informaciones las hemos pasado a Fiscalía; entonces, no entendemos por qué el caso no ha avanzado”.
Hilda Chirinos es la madre de Ovagni López, que había venido a Venezuela de visita por las vacaciones y regresó a Trinidad en la misma embarcación Ana María. Chirinos reconoció que los familiares tienen miedo de que los desaparecidos aparezcan implicados ahora en una mafia.
“Yo sé que mi hijo era una persona ejemplar hasta el 16 de mayo, después del 16 de mayo no sé qué pueda estar haciendo, no sé a qué lo puedan estar obligando a hacer… pero es mi hijo, y yo lo quiero de regreso”, agregó la mujer.
La mayoría de los desaparecidos viajaban a las Antillas buscando mejores opciones de trabajo, pues en Venezuela no las tenían.
Este es el caso de Leonardo Mora, licenciado en Educación, con quince años de servicio en la Universidad Francisco Miranda, en Falcón. Según su esposa, Yuglenis de Mora, “se vio atrapado en la situación económica”, ya que los ingresos de la familia no alcanzaban ni siquiera para alimentar a sus cinco integrantes.
El 7 de junio Mora, junto con su sobrino de 23 años Richard Barragán, partió hacia Curazao a bordo de una embarcación que zarpó en La Vela de Coro. Nunca regresó.
“Tomó la decisión de irse en esos viajes, que sabemos que son riesgosos, porque no rendía el sueldo”, manifestó su esposa, quien también es licenciada en Educación.
Para Yuglenis de Mora, la parte “más difícil” ha sido tener que asumir el rol de “mamá y papá, de la noche a la mañana” con sus tres hijos estudiantes, ahora sin el sustento económico que esperaban.
“Además de que tenemos las peores necesidades, ahora él no está”, sollozó.
A pesar de su dolor, la esposa de Leonardo Mora afirmó que no guarda rencor. “De corazón” solo pidió a las autoridades que ayuden a los familiares a encontrar a los desaparecidos.
Familiares de Wilder Blanco, desaparecidos en la embarcación Ana María, sostienen una pancarta con su rostro
Tras la protesta frente a la sede del Ministerio Público, los familiares de los desaparecidos manifestaron su frustración por no haber recibido respuestas concretas. Aunque fueron escuchados por el director general de Apoyo Judicial, David Palis Fuentes, esperaban ser atendidos personalmente por el fiscal general de la República designado por la Asamblea Nacional Constituyente, Tarek William Saab.
La concentración frente a la sede del Ministerio Público estuvo custodiada por un pelotón de aproximadamente 10 funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana. Uno de los uniformados se acercó a una mujer, habitante de San Martín, que improvisó una pancarta para mostrar el rostro de su hijo desaparecido. “Ese es Wilder. Yo jugué baloncesto con él”, le dijo a la mujer.