La violencia de género es un problema cultural que se quedó en casa durante la pandemia. Las medidas para prevenir la propagación del COVID-19 en el país dejaron a cientos de mujeres encerradas en sus residencias con sus agresores; para muestra las cifras de casos de violencia de género atendidos por las ONG.
Solo de marzo a noviembre, el Centro de Justicia y Paz (Cepaz) ha atendido 190 personas a través de su línea de atención remota. El colectivo feminista En Tinta Violeta registró una importante cantidad de pedidos de ayuda entre los meses de marzo, abril y mayo.
Sin embargo, en estos escenarios una palabra, una reacción, e incluso el silencio absoluto, pueden dar pistas sobre qué conductas puede tomar una determinada persona en el futuro. Saber leer entre líneas puede ayudar a detectar y tomar acciones preventivas.
Para conmemorar el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, este miércoles 25 de noviembre, Efecto Cocuyo conversó con investigadores y expertos para identificar algunos rasgos característicos de un posible agresor. No hay un perfil determinado, sin embargo algunos comportamientos pueden dar algunas pistas que permitan actuar a tiempo.
La cultura tiene un papel fundamental a la hora de reconocer algunos elementos comunes, mucho más cuando tiene un impacto tan importante en la educación de los hombres desde que son niños.
La profesora de estudios de la mujer de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Magdymar León, explicó que una de las características comunes entre los atacantes es la concepción de que la mujer, adolescente o niña no está en igualdad de condiciones que él, es decir, es una persona sobre la que puede tener algún poder.
«Ejemplo ella es mi pareja, mi hija, mi empleada, o quizás considere que por el simple hecho de ser mujer no tiene los mismos derechos o la mismas capacidades que un hombre. En definitiva, posee la idea de que la relación entre un hombre y una mujer no es una relación entre iguales», detalló.
Comentó que esa concepción de la mujer se suele sostener dentro de un contexto social o familiar que permite estas ideas y donde, además, se admite el uso de la violencia como herramienta legítima para resolver conflictos.
¿Cómo se puede identificar a un agresor? Según León, lo más común son las expresiones verbales explícitas o comportamientos implícitos que denoten descalificación hacia las mujeres. Alusiones a que no poseen capacidades suficientes para desarrollar una o varias actividades, que no se permita su participación en ciertos espacios, insultos, engaños, manipulaciones o actos de control, como lo es, por ejemplo, la imposición de algún tipo de contacto sexual no deseado.
León aclaró que estas señales sirven para reaccionar individualmente y socialmente. «Esto no es un asunto solo de que las mujeres debemos estar sospechando de todos los hombres a nuestro alrededor y nosotras las únicas responsables de poner fin a la violencia, colocar la denuncia, etc. Se trata más bien de que toda la sociedad esté atenta en no seguir reproduciendo las condiciones para que la violencia contra las mujeres siga existiendo».
La psicóloga social y criminóloga, Magaly Huggins, coincide con León en señalar que la violencia de género es un problema que empieza por casa. Si a un niño se le enseña que, por ejemplo, él no limpia pero su hermana sí, o que su papá puede insultar a la mamá, entiende que «ese es el papel que le corresponde».
«El agresor se construye de manera prosaica, cuando el modelo es la violencia como modo de relación válida«, señaló.
Huggins señaló que los prototipos de violencia se construyen en una sociedad excluyente que no valora el papel de la mujer en la historia y en la cotidianidad. Algunas de las señales que permiten identificar estos modelos es la agresión verbal, uno de los instrumentos de aprendizaje de la violencia de género. «No me has puesto el almuerzo», «No hables porque viene gente» y otras frases que reflejen estereotipos o violencia son pistas que ayudan a ver que una persona puede convertirse en un agresor.
«Hoy te ofendo, pero en la noche lloro para que me disculpes. La otra semana vuelve el discurso excluyente, cada vez más fuerte. De allí a la agresión física hay muy poco. El entrenamiento de las mujeres es que ante el primer indicador, párate. Si esto genera más violencia hay que buscar ayuda», recomendó.
Si bien existen muchos intentos de caracterizar a un agresor, para el abogado y director de la Fundación Habla, Julio Romero, no han sido exitosos porque no apuntan a la causa: el abuso de poder. Estos ataques también pueden dirigirse a las niñas, niños o adolescentes. En ese caso, hay que estar mucho más atentos. las víctimas de violencia de género y abusos se suelen encontrar en hogares donde, por ejemplo, los padres no mantienen una buena comunicación con los pequeños.
Romero explicó que una situación de abuso no se desencadena como algo casual, es un proceso sistemático en el que el agresor estudia a la víctima y elige al que considera más vulnerable. Los pequeños que son abstraídos, tienen alguna discapacidad o que les cuesta verbalizar lo que sucede a su alrededor pueden ser foco de los abusadores.
También es importante considerar que parte importante de los abusos los cometen personas que forman parte del primer anillo de confianza del niño: tíos, abuelos, vecinos, primos, etc. En ese caso, hay algunos elementos a considerar para detectar la posible presencia de una situación de abuso:
🟡Cambios bruscos en la conducta de los niños
🟡Regreso a etapas ya superadas, como por ejemplo mojar la cama
🟡Cambios en el rendimiento escolar
🟡Temor a estar con alguien con quien no sentía temor antes
Para prevenir una situación como esta, el especialista recomienda a los padres investigar sobre el abuso. También se puede educar a los niños, niñas y adolescentes en sexualidad de acuerdo a su etapa de vida. En el caso de los más pequeños, se recomienda enseñarles el nombre correcto de sus partes íntimas y advertirles que nadie puede violentar su espacio personal.
«Si un niño o niña hace una revelación, hay que creerle. Hay un mito que dice que a un niño no se le cree por encima de un adulto, es un tema sensibilizarse y entender la situación. Siempre es importante creerle a los niños, no suponer que mienten en perjuicio de un adulto», concluyó.
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Solo de marzo a noviembre, el Centro de Justicia y Paz (Cepaz) ha atendido 190 personas a través de su línea de atención remota. El colectivo feminista En Tinta Violeta registró una importante cantidad de pedidos de ayuda entre los meses de marzo, abril y mayo.
Sin embargo, en estos escenarios una palabra, una reacción, e incluso el silencio absoluto, pueden dar pistas sobre qué conductas puede tomar una determinada persona en el futuro. Saber leer entre líneas puede ayudar a detectar y tomar acciones preventivas.
Para conmemorar el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, este miércoles 25 de noviembre, Efecto Cocuyo conversó con investigadores y expertos para identificar algunos rasgos característicos de un posible agresor. No hay un perfil determinado, sin embargo algunos comportamientos pueden dar algunas pistas que permitan actuar a tiempo.
La cultura tiene un papel fundamental a la hora de reconocer algunos elementos comunes, mucho más cuando tiene un impacto tan importante en la educación de los hombres desde que son niños.
La profesora de estudios de la mujer de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Magdymar León, explicó que una de las características comunes entre los atacantes es la concepción de que la mujer, adolescente o niña no está en igualdad de condiciones que él, es decir, es una persona sobre la que puede tener algún poder.
«Ejemplo ella es mi pareja, mi hija, mi empleada, o quizás considere que por el simple hecho de ser mujer no tiene los mismos derechos o la mismas capacidades que un hombre. En definitiva, posee la idea de que la relación entre un hombre y una mujer no es una relación entre iguales», detalló.
Comentó que esa concepción de la mujer se suele sostener dentro de un contexto social o familiar que permite estas ideas y donde, además, se admite el uso de la violencia como herramienta legítima para resolver conflictos.
¿Cómo se puede identificar a un agresor? Según León, lo más común son las expresiones verbales explícitas o comportamientos implícitos que denoten descalificación hacia las mujeres. Alusiones a que no poseen capacidades suficientes para desarrollar una o varias actividades, que no se permita su participación en ciertos espacios, insultos, engaños, manipulaciones o actos de control, como lo es, por ejemplo, la imposición de algún tipo de contacto sexual no deseado.
León aclaró que estas señales sirven para reaccionar individualmente y socialmente. «Esto no es un asunto solo de que las mujeres debemos estar sospechando de todos los hombres a nuestro alrededor y nosotras las únicas responsables de poner fin a la violencia, colocar la denuncia, etc. Se trata más bien de que toda la sociedad esté atenta en no seguir reproduciendo las condiciones para que la violencia contra las mujeres siga existiendo».
La psicóloga social y criminóloga, Magaly Huggins, coincide con León en señalar que la violencia de género es un problema que empieza por casa. Si a un niño se le enseña que, por ejemplo, él no limpia pero su hermana sí, o que su papá puede insultar a la mamá, entiende que «ese es el papel que le corresponde».
«El agresor se construye de manera prosaica, cuando el modelo es la violencia como modo de relación válida«, señaló.
Huggins señaló que los prototipos de violencia se construyen en una sociedad excluyente que no valora el papel de la mujer en la historia y en la cotidianidad. Algunas de las señales que permiten identificar estos modelos es la agresión verbal, uno de los instrumentos de aprendizaje de la violencia de género. «No me has puesto el almuerzo», «No hables porque viene gente» y otras frases que reflejen estereotipos o violencia son pistas que ayudan a ver que una persona puede convertirse en un agresor.
«Hoy te ofendo, pero en la noche lloro para que me disculpes. La otra semana vuelve el discurso excluyente, cada vez más fuerte. De allí a la agresión física hay muy poco. El entrenamiento de las mujeres es que ante el primer indicador, párate. Si esto genera más violencia hay que buscar ayuda», recomendó.
Si bien existen muchos intentos de caracterizar a un agresor, para el abogado y director de la Fundación Habla, Julio Romero, no han sido exitosos porque no apuntan a la causa: el abuso de poder. Estos ataques también pueden dirigirse a las niñas, niños o adolescentes. En ese caso, hay que estar mucho más atentos. las víctimas de violencia de género y abusos se suelen encontrar en hogares donde, por ejemplo, los padres no mantienen una buena comunicación con los pequeños.
Romero explicó que una situación de abuso no se desencadena como algo casual, es un proceso sistemático en el que el agresor estudia a la víctima y elige al que considera más vulnerable. Los pequeños que son abstraídos, tienen alguna discapacidad o que les cuesta verbalizar lo que sucede a su alrededor pueden ser foco de los abusadores.
También es importante considerar que parte importante de los abusos los cometen personas que forman parte del primer anillo de confianza del niño: tíos, abuelos, vecinos, primos, etc. En ese caso, hay algunos elementos a considerar para detectar la posible presencia de una situación de abuso:
🟡Cambios bruscos en la conducta de los niños
🟡Regreso a etapas ya superadas, como por ejemplo mojar la cama
🟡Cambios en el rendimiento escolar
🟡Temor a estar con alguien con quien no sentía temor antes
Para prevenir una situación como esta, el especialista recomienda a los padres investigar sobre el abuso. También se puede educar a los niños, niñas y adolescentes en sexualidad de acuerdo a su etapa de vida. En el caso de los más pequeños, se recomienda enseñarles el nombre correcto de sus partes íntimas y advertirles que nadie puede violentar su espacio personal.
«Si un niño o niña hace una revelación, hay que creerle. Hay un mito que dice que a un niño no se le cree por encima de un adulto, es un tema sensibilizarse y entender la situación. Siempre es importante creerle a los niños, no suponer que mienten en perjuicio de un adulto», concluyó.