Todos los días, cada ocho días y en pocos casos dos veces al mes. La cantidad de dinero con el que cuentan los trabajadores en el momento, es lo que condiciona la salida de los consumidores a la calle para comprar alimentos.
Durante las mañanas, la avenida San Martín, en la parroquia San Juan del municipio Libertador en el centro oeste de Caracas, es un ir y venir diario de personas en las aceras de ambos sentidos.
No importa si es semana radical ante el auge del COVID-19 o si es flexible. “Hay que salir a buscar la poca comida que se puede antes de que se devalúen los bolívares”, comenta una señora de la tercera edad quien iba con paso apurado este 14 de abril.
Esta avenida es conocida tradicionalmente por las ofertas de equipos electrodomésticos y artículos de la línea marrón (muebles, camas, sillas). Competía con avenidas como Sucre (aún activa) y Nueva Granada (donde ha habido un cambio importante en el ramo comercial pues muchos migraron al expendio de comida).
Un punto donde se concentran los compradores es el mercado municipal, cercano a la Maternidad Concepción Palacios. Para los vendedores apostados en el área de alimentos (hay una en la que vendes ropa y zapatos) ya no entra tanta gente si se le compara con épocas antes de la cuarentena.
A su vez, los clientes consultados por Efecto Cocuyo se quejan porque muchos precios son superiores que en otros lugares de la capital, como por ejemplo Catia.
“Yo salgo todos los días a comprar un poquito de cada cosa, queso, carne, porque así es que llega el dinero. Aquí (en el mercado) se consiguen algunas cosas más económicas, pero casi todo está carísimo, por eso camino y camino por todos lados, buscando ofertas”, dice Irma Rodríguez, de 69 años.
Mientras compra carne molida -en el mercado se consigue en 9.200.000 bolívares el kilo- asegura que toma las medidas para prevenir el contagio de coronavirus, entre ellas el uso del tapaboca. Al llegar a casa, relata, se echa alcohol y se baña.
“Le tengo miedo al COVID-19 pero tengo que salir y me cuido. La gente cree que es juego, pero yo vivo en La Quebradita 1 y en el bloque 4 se han muerto tres personas en una semana”, advierte Rodríguez.
En carnicerías de San Martín más cercanas a Capuchinos, el kilo de carme molida se puede conseguir en 7.900.000 bolívares, de bistec en 8.200.000 bolívares y el de pollo en 4.590. 000. El kilo de pollo en el mercado municipal también es más elevado 5.837.000 bolívares y el de bistec en 11.000.000 bolívares.
Hay que recordar que los precios de los productos se rigen diariamente por el cambio del dólar paralelo o del Banco Central de Venezuela (BCV), según el comercio.
Consumidores se quejan de elevados precios
“Vengo (al mercado) cada ocho días, me planifico así porque es para lo que alcanza el sueldo en bolívares, hay que hacer muchos sacrificios. Mayormente llevo huevos, pollo, vegetales para hacer ensaladas”, accede a responder Iris Velásquez de 48 años.
Agrega que esta semana de flexibilización hay muchos locales solos, en comparación con la pasada, decretada como radical. El mercado abre sus puertas de martes a domingo en semana flexible y miércoles a domingo cuando hay restricción.
En la entrada, personal de la Alcaldía de Caracas toma la temperatura y hay una caseta de desinfección por la que las personas deben pasar obligatoriamente antes de entrar. El uso del tapabocas también es obligatorio, lo recuerdan carteles en todos los pasillos, aunque uno que otro vendedor lo porte en la barbilla o el cuello.
Solo en un local de víveres se observó una cola de consumidores. Mientras esperaba para ser atendida, Ana Rivas, de 47 años, explicó que la harina de maíz y la mayonesa estaban más económicas. En otros locales, algunos empleados invitan insistentemente a comprar y anuncian algunas ofertas.
“Yo vengo cada 15 días y gasto un aproximado de entre 50 y 60 dólares para una familia de tres personas, digamos que me alcanza”, afirma.
En muy pocos locales del mercado de San Martín se observan colas
Los llamados “comercios chinos”, concentrados en San Martín a la altura de Capuchinos, lucen más visitados por los consumidores, en comparación con otros establecimientos cercanos que para el momento del recorrido estaban casi vacíos.
En la cola para entrar a uno de esos locales, Carolina Araujo de 44 años, explica a Efecto Cocuyo que hay productos como tintes de cabello (1.200.000 bolívares), lavaplatos (2.200.000 bolívares, el envase pequeño), papel sanitario (2.000.000 bolívares) y crema dental (1.600.000 bolívares) más económicos.
Pero no solo se ve «floja» la actividad comercial. También la movilidad vehicular ha disminuido en la zona. Pocos carros del transporte público transitan por la avenida San Martín en dirección La Yaguara y Antímano, y los que pasan van repletos de pasajeros, por lo que muchos usuarios prefieren caminar, además se quejan por la escasez de efectivo para pagar el pasaje.
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Todos los días, cada ocho días y en pocos casos dos veces al mes. La cantidad de dinero con el que cuentan los trabajadores en el momento, es lo que condiciona la salida de los consumidores a la calle para comprar alimentos.
Durante las mañanas, la avenida San Martín, en la parroquia San Juan del municipio Libertador en el centro oeste de Caracas, es un ir y venir diario de personas en las aceras de ambos sentidos.
No importa si es semana radical ante el auge del COVID-19 o si es flexible. “Hay que salir a buscar la poca comida que se puede antes de que se devalúen los bolívares”, comenta una señora de la tercera edad quien iba con paso apurado este 14 de abril.
Esta avenida es conocida tradicionalmente por las ofertas de equipos electrodomésticos y artículos de la línea marrón (muebles, camas, sillas). Competía con avenidas como Sucre (aún activa) y Nueva Granada (donde ha habido un cambio importante en el ramo comercial pues muchos migraron al expendio de comida).
Un punto donde se concentran los compradores es el mercado municipal, cercano a la Maternidad Concepción Palacios. Para los vendedores apostados en el área de alimentos (hay una en la que vendes ropa y zapatos) ya no entra tanta gente si se le compara con épocas antes de la cuarentena.
A su vez, los clientes consultados por Efecto Cocuyo se quejan porque muchos precios son superiores que en otros lugares de la capital, como por ejemplo Catia.
“Yo salgo todos los días a comprar un poquito de cada cosa, queso, carne, porque así es que llega el dinero. Aquí (en el mercado) se consiguen algunas cosas más económicas, pero casi todo está carísimo, por eso camino y camino por todos lados, buscando ofertas”, dice Irma Rodríguez, de 69 años.
Mientras compra carne molida -en el mercado se consigue en 9.200.000 bolívares el kilo- asegura que toma las medidas para prevenir el contagio de coronavirus, entre ellas el uso del tapaboca. Al llegar a casa, relata, se echa alcohol y se baña.
“Le tengo miedo al COVID-19 pero tengo que salir y me cuido. La gente cree que es juego, pero yo vivo en La Quebradita 1 y en el bloque 4 se han muerto tres personas en una semana”, advierte Rodríguez.
En carnicerías de San Martín más cercanas a Capuchinos, el kilo de carme molida se puede conseguir en 7.900.000 bolívares, de bistec en 8.200.000 bolívares y el de pollo en 4.590. 000. El kilo de pollo en el mercado municipal también es más elevado 5.837.000 bolívares y el de bistec en 11.000.000 bolívares.
Hay que recordar que los precios de los productos se rigen diariamente por el cambio del dólar paralelo o del Banco Central de Venezuela (BCV), según el comercio.
Consumidores se quejan de elevados precios
“Vengo (al mercado) cada ocho días, me planifico así porque es para lo que alcanza el sueldo en bolívares, hay que hacer muchos sacrificios. Mayormente llevo huevos, pollo, vegetales para hacer ensaladas”, accede a responder Iris Velásquez de 48 años.
Agrega que esta semana de flexibilización hay muchos locales solos, en comparación con la pasada, decretada como radical. El mercado abre sus puertas de martes a domingo en semana flexible y miércoles a domingo cuando hay restricción.
En la entrada, personal de la Alcaldía de Caracas toma la temperatura y hay una caseta de desinfección por la que las personas deben pasar obligatoriamente antes de entrar. El uso del tapabocas también es obligatorio, lo recuerdan carteles en todos los pasillos, aunque uno que otro vendedor lo porte en la barbilla o el cuello.
Solo en un local de víveres se observó una cola de consumidores. Mientras esperaba para ser atendida, Ana Rivas, de 47 años, explicó que la harina de maíz y la mayonesa estaban más económicas. En otros locales, algunos empleados invitan insistentemente a comprar y anuncian algunas ofertas.
“Yo vengo cada 15 días y gasto un aproximado de entre 50 y 60 dólares para una familia de tres personas, digamos que me alcanza”, afirma.
En muy pocos locales del mercado de San Martín se observan colas
Los llamados “comercios chinos”, concentrados en San Martín a la altura de Capuchinos, lucen más visitados por los consumidores, en comparación con otros establecimientos cercanos que para el momento del recorrido estaban casi vacíos.
En la cola para entrar a uno de esos locales, Carolina Araujo de 44 años, explica a Efecto Cocuyo que hay productos como tintes de cabello (1.200.000 bolívares), lavaplatos (2.200.000 bolívares, el envase pequeño), papel sanitario (2.000.000 bolívares) y crema dental (1.600.000 bolívares) más económicos.
Pero no solo se ve «floja» la actividad comercial. También la movilidad vehicular ha disminuido en la zona. Pocos carros del transporte público transitan por la avenida San Martín en dirección La Yaguara y Antímano, y los que pasan van repletos de pasajeros, por lo que muchos usuarios prefieren caminar, además se quejan por la escasez de efectivo para pagar el pasaje.