No era un sábado cualquiera. En la ciudad colombiana de Cúcuta desde tempranas horas de la mañana la gente sentía tensión, alegría y temor al mismo tiempo, no sabían que esperar. La prensa fue convocada a las 7:00 am (hora local) en el puente de Tienditas, para oír al líder de la Asamblea Nacional (AN) y presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, en el día planeado para el ingreso de la ayuda humanitaria al país.

Sin embargo, tres horas después los periodistas aún aguardaban tras una cinta azul a que aparecieran en el podio el mandatario junto a varios de sus homólogos aliados, incluyendo al presidente Iván Duque. Mientras, en la entrada de Tienditas comenzaron a aglomerarse cientos de personas que se dispusieron a acompañar las donaciones. Muchos durmieron a pocos metros de distancia la noche anterior, en un campamento.

Guaidó tomó el micrófono pasadas las 10:30 am y aseguró que la ayuda humanitaria ya iba camino a Venezuela. A su espalda, seis camiones de carga encendían los motores. Al terminar su discurso, se subió a uno de los vehículos que poco después arrancaron hacia el puente internacional Simón Bolívar, donde ya a esa hora iniciaban las primeras arremetidas contra los manifestantes.

Represión y militares desertores

Al mediodía, en el paso fronterizo desde La Parada -en Norte de Santander- hasta San Antonio del Táchira– en Venezuela- los ánimos ya estaban caldeados. Al fondo, del lado venezolano se escuchaban múltiples detonaciones mientras que los cuatro camiones, llevando gente encima del cargamento, permanecían con los motores encendidos uno detrás del otro, a la espera de cruzar la línea entre ambos países.

El gas lacrimógeno accionado por los militares en suelo venezolano picaba en tierra colombiana. La primera tanda de heridos comenzó a salir desde donde se producía el enfrentamiento. Unos eran atendidos por Defensa Civil y otros eran sacados en ambulancias.

Pasadas las dos de la tarde, los camiones se retiraron pero la batalla que se libraba al frente se recrudeció. Los militares venezolanos no estaban solos. A su lado grupos irregulares o colectivos armados también participaban en el enfrentamiento con los manifestantes, denunció el exdirigente estudiantil Villca Fernández.

Uno tras otro comenzaron a salir heridos entre los gritos de ayuda que pedían asistencia médica. En simultáneo, entre el dolor se asomaba la esperanza: la celebración de la multitud estallaba cuando se anunciaba que un miembro de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana había desertado, o que se habían unido “al lado correcto”, como aseguró Guaidó.

A medida que se intensificaba el enfrentamiento también crecía la angustia. La Policía de Colombia armó un piquete que dejó a un grupo al frente. Detrás, alrededor de las 4:00 pm Detrás del piquete de efectivos una mujer lloraba y pedía pasar porque su esposo estaba adentro. “Tranquila que si estuviera herido lo hubieran traído hasta acá”, trataba de calmarla uno de ellos.

Algunas otras jóvenes forcejeaban con sus parejas. “Váyase con su esposa”, le dijo una mujer mayor a un joven flaco, sin camisa, mientras una muchacha lo abrazaba y le pedía que ya no se fuera a donde disparaban las bombas.

Balas y clavos

A medida que oscureció, la gente se fue retirando del puente, pero seguían saliendo heridos. Un joven de la resistencia extendió su mano y mostró un cartucho con clavos que le habían disparado.

En el puesto instalado por Defensa Civil de Colombia señalaron que a las 3:45 pm habían atendido a más de 80 personas: unos asfixiados, otros heridos por perdigones y los demás por impacto de bombas lacrimógenas, incluso contaron siete personas con trauma craneoencefálico por esta causa.

El presidente de Médicos Unidos de Táchira, Omar Vergel, dijo a Efecto Cocuyo que esa organización atendió al menos cuatro heridos de bala que fueron referidos al hospital central de Cúcuta.

Quienes resistían en el puente pasadas las 6:00 pm entonaron el himno nacional venezolano; al fondo aún resonaban algunas detonaciones. El malestar entre los presentes, la mayoría jóvenes, se hizo sentir por no haber logrado la meta: convencer a los militares para detener la represión y lograr que entrara la ayuda humanitaria por San Antonio del Táchira.

—Yo vine por esto y ahora no tengo dónde quedarme— le dijo una muchacha a uno de los líderes de la manifestación, estudiante de la Universidad de Los Andes (ULA).

—Hay que ir de regreso al campamento— le respondió el joven refiriéndose al terreno que habilitaron a pocos metros de Tienditas, a donde regresó la ayuda humanitaria.

Fotos: @IvanEReyes

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