Luz Mely Reyes y Xabier Coscojuela conversaron este jueves de #CocuyoClaroyRaspao con la periodista colombiana Jineth Bedoya, cuyo nombre recientemente resonó por el triunfo que obtuvo en la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH), por el caso donde se determinó que el Estado colombiano es responsable del secuestro, abusos y torturas que sufrió hace más de 20 años.
La historia comenzó cuando el 25 de mayo de 2000 Bedoya fue secuestrada y sometida a numerosas agresiones físicas, sexuales y verbales en la cárcel la Modelo, en Bogotá, mientras realizaba labores periodísticas.
La entonces reportera del diario El Tiempo cumplía una cita para entrevistar a un líder paramilitar en el citado centro penitenciario, lo que finalmente fue una trampa, según la CorteIDH, para secuestrarla durante 16 horas, torturarla y violarla por varios miembros de las AUC (Autodefensas Unidas de Colombia). La comunicadora fue abandonada en una carretera a las afueras de Bogotá al borde de la muerte.
Desde ese momento, Bedoya empezó la lucha por exigir Justicia y tuvieron que pasar más de dos décadas para que un tribunal condenara a Colombia.
«En el momento en que ocurre mi secuestro, Colombia estaba en el punto más álgido de conflicto armado con el paramilitarismo, las guerrillas de las Farc. Investigaba un negocio de tráfico de armas, y compra y venta de secuestrados», narró la periodista en su conversación con los directores de Efecto Cocuyo y Tal Cual.
El pasado 19 de octubre de 2021 la CorteIDH declaró responsable al Estado colombiano por esas vejaciones y ordenó medidas de reparación y promoción de proyectos para evitar la violencia sexual.
«Cuando caminamos ese recorrido ante la CorteIDH también se hizo eso. El Estado dijo que yo me lo había buscado. Es revictimizante decir que una mujer busca que la violen masivamente», explicó.
La Corte culpó al Estado de haber sido no solo incapaz de evitar el secuestro, sino también lento y negligente en el proceso de investigación y condena penal del caso.
Responsabilizar al Estado colombiano del nudo de delitos que cayeron sobre su humanidad de Jineth Bedoya es para muchos un asunto de alto calibre, más cuando el pasado el 15 marzo, la delegación que defendía al Estado hizo todo lo posible por desestimar la acusación.
«Este ha sido un largo camino, intentando encontrar justicia. Aquí en Colombia no la encontré, se silenció a los testigos», denunció Bedoya.
No obstante, pese al recuerdo de la tragedia y al largo camino de la reparación judicial, siente que en algo contribuyó por la justicia.
«Valió la pena luchar 21 años por lo que significó para las mujeres colombianas que también fueron víctimas. Eso las reivindica», dijo.
Explicó también parte de lo que halló en el camino, en medio de investigaciones que pudo hacer de quiénes estaban al frente de lo que sufrió.
«En medio de la investigación me encontré con que en esta red criminal había personas del Estado, es cuando ordenan mi muerte. No me asesinaron físicamente, pero sí moralmente. Si quiero retomar mi vida debo seguir documentando la guerra», reflexionó.
Para Bedoya, la reparación que entrega la sentencia de la CorteIDH es realmente dignificante. «Espero que haya la suficiente madurez política, siempre nos toca pelearla. Es una oportunidad de oro», apunta.
Vea el programa completo:
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Luz Mely Reyes y Xabier Coscojuela conversaron este jueves de #CocuyoClaroyRaspao con la periodista colombiana Jineth Bedoya, cuyo nombre recientemente resonó por el triunfo que obtuvo en la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH), por el caso donde se determinó que el Estado colombiano es responsable del secuestro, abusos y torturas que sufrió hace más de 20 años.
La historia comenzó cuando el 25 de mayo de 2000 Bedoya fue secuestrada y sometida a numerosas agresiones físicas, sexuales y verbales en la cárcel la Modelo, en Bogotá, mientras realizaba labores periodísticas.
La entonces reportera del diario El Tiempo cumplía una cita para entrevistar a un líder paramilitar en el citado centro penitenciario, lo que finalmente fue una trampa, según la CorteIDH, para secuestrarla durante 16 horas, torturarla y violarla por varios miembros de las AUC (Autodefensas Unidas de Colombia). La comunicadora fue abandonada en una carretera a las afueras de Bogotá al borde de la muerte.
Desde ese momento, Bedoya empezó la lucha por exigir Justicia y tuvieron que pasar más de dos décadas para que un tribunal condenara a Colombia.
«En el momento en que ocurre mi secuestro, Colombia estaba en el punto más álgido de conflicto armado con el paramilitarismo, las guerrillas de las Farc. Investigaba un negocio de tráfico de armas, y compra y venta de secuestrados», narró la periodista en su conversación con los directores de Efecto Cocuyo y Tal Cual.
El pasado 19 de octubre de 2021 la CorteIDH declaró responsable al Estado colombiano por esas vejaciones y ordenó medidas de reparación y promoción de proyectos para evitar la violencia sexual.
«Cuando caminamos ese recorrido ante la CorteIDH también se hizo eso. El Estado dijo que yo me lo había buscado. Es revictimizante decir que una mujer busca que la violen masivamente», explicó.
La Corte culpó al Estado de haber sido no solo incapaz de evitar el secuestro, sino también lento y negligente en el proceso de investigación y condena penal del caso.
Responsabilizar al Estado colombiano del nudo de delitos que cayeron sobre su humanidad de Jineth Bedoya es para muchos un asunto de alto calibre, más cuando el pasado el 15 marzo, la delegación que defendía al Estado hizo todo lo posible por desestimar la acusación.
«Este ha sido un largo camino, intentando encontrar justicia. Aquí en Colombia no la encontré, se silenció a los testigos», denunció Bedoya.
No obstante, pese al recuerdo de la tragedia y al largo camino de la reparación judicial, siente que en algo contribuyó por la justicia.
«Valió la pena luchar 21 años por lo que significó para las mujeres colombianas que también fueron víctimas. Eso las reivindica», dijo.
Explicó también parte de lo que halló en el camino, en medio de investigaciones que pudo hacer de quiénes estaban al frente de lo que sufrió.
«En medio de la investigación me encontré con que en esta red criminal había personas del Estado, es cuando ordenan mi muerte. No me asesinaron físicamente, pero sí moralmente. Si quiero retomar mi vida debo seguir documentando la guerra», reflexionó.
Para Bedoya, la reparación que entrega la sentencia de la CorteIDH es realmente dignificante. «Espero que haya la suficiente madurez política, siempre nos toca pelearla. Es una oportunidad de oro», apunta.
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