A mediados de 2019, Ángel* decidió suspender sus estudios en la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab). Estaba en el octavo semestre de Ingeniería Informática, pero ni él ni su familia contaban con los recursos económicos para continuar pagando la carrera.
Han pasado dos años y el joven, que vive en Caracas, aún no retoma la carrera. Los costos siguen representando un obstáculo, en especial cuando él es el principal sustento de su hogar.
Aunque solo le faltan dos semestres y la tesis, la posibilidad de obtener su título universitario la ve distante, al menos por ahora. «Me da rabia pero, o trabajo o mi familia se las ve negras… Afortunadamente tengo empleo en el área y gano bien. Soy el que más gana en la casa», dice. Además, ahora tiene planes de irse del país. “Tengo la oportunidad muy cerca», cuenta a Efecto Cocuyo.
En Venezuela no se publican cifras oficiales sobre la deserción estudiantil en el sector universitario público y privado, pero es un fenómeno que “todo el mundo sabe que está ocurriendo”, asegura el director de Aula Abierta, David Gómez.
Considera que se trata de una problemática invisibilizada, producto de “una política de Estado de desinformación” auspiciada por el Gobierno de Nicolás Maduro.
Aún así, la ONG Aula Abierta —que trabaja por la defensa de las universidades en Latinoamérica—, se ha dado a la tarea de aproximarse a esta situación, al recabar testimonios, y hacer consultas y entrevistas.
“Durante los años 2020-2021 hemos documentado una disminución en el número de estudiantes que se inscribieron y cursaron, en general, la matrícula, especialmente en las principales universidades nacionales autónomas del país”, refiere Gómez.
Llevar el pulso a la deserción estudiantil enfrenta distintos retos. Se incluyen las dificultades técnicas o de presupuesto de las universidades para llevar un seguimiento real a los motivos por los que los estudiantes desertan.
“Identificamos algunas tendencias, pero no son fáciles de traducir en cifras… Ya antes de la pandemia había una deserción… Ahora con la situación donde las actividades no están plenas, sin lugar a duda debe haber aumentado o habrá gente que no regresará”, dijo a el secretario de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Amalio Belmonte.
Agregó que una dificultad presente es que algunos estudiantes suspendieron sus actividades, pero no formalizaron el retiro: “no es fácil hacer un estimado concreto, exacto”.
Otro obstáculo, señala David Gòmez, son los temores fundados del personal universitario para suministrar la información y arriesgarse a sufrir represalias por parte del Estado. Por último, destaca que en la pandemia muchas oficinas administrativas que cuentan con esos datos permanecen en un cierre parcial.
El director de la ONG Aula Abierta afirma que la “asfixia presupuestaria” impacta en que los estudiantes abandonen las aulas porque imposibilita a las instituciones de contar con las condiciones infraestructurales y organizativas mínimas para impartir el conocimiento.
Plantea que también es causa de desmotivación la deficiencia en la prestación de los servicios públicos como agua, electricidad e Internet, entre muchos otros, en las casas de estudio, especialmente en las públicas.
El rector de la Universidad Monteávila, Francisco Febres Cordero, señala que mientras las universidades públicas se ven afectadas por la ejecución de presupuesto, en las privadas lidian con la hiperinflación y la dolarización de facto que hay en el país.
Agregó que a diario se enfrentan al reto de cómo mantener sueldos competitivos para retener a su personal. Otro obstáculo son los distintos mecanismos de pago y las restricciones que aún existen alrededor de los pagos en divisas. “Administrativamente desgasta”.
Cada vez son más los estudiantes que solicitan apoyo económico a las universidades para poder continuar con sus carreras. En la Universidad Monteávila la tendencia era que entre 18 y 19 % de su matrícula recibía ayuda a través de distintos tipos de becas. Este último año la cifra subió a entre 25 y 27 %.
“Hemos tenido que tener estrategias de voluntariado, alianza con la empresa privada, búsqueda de recursos con nuestros egresados para crear un fondo de becas, para poder apoyar al estudiante que no pueda acceder al pago total de la matrícula”, dijo el rector de la institución.
Cordero recordó que la disminución de la matrícula universitaria no solo depende de los estudiantes que se retiran de las instituciones. También se ve afectada por una disminución en el número de aspirantes a ingresar a las casas de estudio.
Como ejemplo señaló que en la carrera de Comunicación Social en la Monteávila solían abrir hasta seis secciones de alumnos, pero en este período 2020-2021 empezaron cuatro secciones, todo debido a la deserción estudiantil.
El rector de la Universidad Monteávila, Francisco Febres Cordero, recalca que el fenómeno migratorio también ha impactado en la deserción estudiantil.
Recordó que de los más de 5,6 millones de venezolanos que han salido del país en los últimos años —según cifras de la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur)—, muchos son personas en edad universitaria e incluso en edad escolar.
Un estudio publicado en la revista Utopía y praxis latinoamericana a mediados de 2020, en el que se entrevistó a 423 estudiantes de la Universidad del Zulia, reveló que 85,7 % tenía intenciones de migrar. Las causas incluían problemas como la alimentación, realización personal, inseguridad, escasez de medicamentos, bajos salarios, corrupción, entre otros inconvenientes.
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A mediados de 2019, Ángel* decidió suspender sus estudios en la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab). Estaba en el octavo semestre de Ingeniería Informática, pero ni él ni su familia contaban con los recursos económicos para continuar pagando la carrera.
Han pasado dos años y el joven, que vive en Caracas, aún no retoma la carrera. Los costos siguen representando un obstáculo, en especial cuando él es el principal sustento de su hogar.
Aunque solo le faltan dos semestres y la tesis, la posibilidad de obtener su título universitario la ve distante, al menos por ahora. «Me da rabia pero, o trabajo o mi familia se las ve negras… Afortunadamente tengo empleo en el área y gano bien. Soy el que más gana en la casa», dice. Además, ahora tiene planes de irse del país. “Tengo la oportunidad muy cerca», cuenta a Efecto Cocuyo.
En Venezuela no se publican cifras oficiales sobre la deserción estudiantil en el sector universitario público y privado, pero es un fenómeno que “todo el mundo sabe que está ocurriendo”, asegura el director de Aula Abierta, David Gómez.
Considera que se trata de una problemática invisibilizada, producto de “una política de Estado de desinformación” auspiciada por el Gobierno de Nicolás Maduro.
Aún así, la ONG Aula Abierta —que trabaja por la defensa de las universidades en Latinoamérica—, se ha dado a la tarea de aproximarse a esta situación, al recabar testimonios, y hacer consultas y entrevistas.
“Durante los años 2020-2021 hemos documentado una disminución en el número de estudiantes que se inscribieron y cursaron, en general, la matrícula, especialmente en las principales universidades nacionales autónomas del país”, refiere Gómez.
Llevar el pulso a la deserción estudiantil enfrenta distintos retos. Se incluyen las dificultades técnicas o de presupuesto de las universidades para llevar un seguimiento real a los motivos por los que los estudiantes desertan.
“Identificamos algunas tendencias, pero no son fáciles de traducir en cifras… Ya antes de la pandemia había una deserción… Ahora con la situación donde las actividades no están plenas, sin lugar a duda debe haber aumentado o habrá gente que no regresará”, dijo a el secretario de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Amalio Belmonte.
Agregó que una dificultad presente es que algunos estudiantes suspendieron sus actividades, pero no formalizaron el retiro: “no es fácil hacer un estimado concreto, exacto”.
Otro obstáculo, señala David Gòmez, son los temores fundados del personal universitario para suministrar la información y arriesgarse a sufrir represalias por parte del Estado. Por último, destaca que en la pandemia muchas oficinas administrativas que cuentan con esos datos permanecen en un cierre parcial.
El director de la ONG Aula Abierta afirma que la “asfixia presupuestaria” impacta en que los estudiantes abandonen las aulas porque imposibilita a las instituciones de contar con las condiciones infraestructurales y organizativas mínimas para impartir el conocimiento.
Plantea que también es causa de desmotivación la deficiencia en la prestación de los servicios públicos como agua, electricidad e Internet, entre muchos otros, en las casas de estudio, especialmente en las públicas.
El rector de la Universidad Monteávila, Francisco Febres Cordero, señala que mientras las universidades públicas se ven afectadas por la ejecución de presupuesto, en las privadas lidian con la hiperinflación y la dolarización de facto que hay en el país.
Agregó que a diario se enfrentan al reto de cómo mantener sueldos competitivos para retener a su personal. Otro obstáculo son los distintos mecanismos de pago y las restricciones que aún existen alrededor de los pagos en divisas. “Administrativamente desgasta”.
Cada vez son más los estudiantes que solicitan apoyo económico a las universidades para poder continuar con sus carreras. En la Universidad Monteávila la tendencia era que entre 18 y 19 % de su matrícula recibía ayuda a través de distintos tipos de becas. Este último año la cifra subió a entre 25 y 27 %.
“Hemos tenido que tener estrategias de voluntariado, alianza con la empresa privada, búsqueda de recursos con nuestros egresados para crear un fondo de becas, para poder apoyar al estudiante que no pueda acceder al pago total de la matrícula”, dijo el rector de la institución.
Cordero recordó que la disminución de la matrícula universitaria no solo depende de los estudiantes que se retiran de las instituciones. También se ve afectada por una disminución en el número de aspirantes a ingresar a las casas de estudio.
Como ejemplo señaló que en la carrera de Comunicación Social en la Monteávila solían abrir hasta seis secciones de alumnos, pero en este período 2020-2021 empezaron cuatro secciones, todo debido a la deserción estudiantil.
El rector de la Universidad Monteávila, Francisco Febres Cordero, recalca que el fenómeno migratorio también ha impactado en la deserción estudiantil.
Recordó que de los más de 5,6 millones de venezolanos que han salido del país en los últimos años —según cifras de la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur)—, muchos son personas en edad universitaria e incluso en edad escolar.
Un estudio publicado en la revista Utopía y praxis latinoamericana a mediados de 2020, en el que se entrevistó a 423 estudiantes de la Universidad del Zulia, reveló que 85,7 % tenía intenciones de migrar. Las causas incluían problemas como la alimentación, realización personal, inseguridad, escasez de medicamentos, bajos salarios, corrupción, entre otros inconvenientes.