La artista visual Adriana Rondón-Rivero atravesaba un guayabo migratorio cuando, en el 2018, decidió asistir a un festival que organizó un grupo de venezolanos residentes de Denver, Estados Unidos.
Tomó su máquina de escribir, una mesita y algunas hojas. Se instaló en el parque de la ciudad, con el Capitolio de Denver a sus espaldas. “Soy toda oídos de tu historia de amor con Venezuela, quiero oírla”, rezaba un cartel que pegó en su pequeño puesto. La movía el deseo de conectarse con la nueva comunidad en la que habitaba.
La gente en el evento comenzó a mostrarse curiosa y poco a poco se acercó. Repentinamente se hizo una fila. Ella los invitaba a contarles una breve historia sobre su relación con Venezuela y, al final, a elaborar una frase, una oración de amor para enviarle «buena vibra al país».
Han pasado casi tres años y Adriana aún recibe vía WhatsApp estos relatos, principalmente de mujeres migrantes: en texto, en audio. «No tenía ninguna idea clara de que esto iba a convertirse en un proyecto», confesó este martes 16 de febrero durante el programa #ConLaLuz, conducido por la directora general de Efecto Cocuyo, Luz Mely Reyes.
Las historias siguen teniendo en común esa nostalgia por la patria, la esperanza y la fe de que todo se recupere: «no hay ninguna persona con la que yo me encuentre que no desee volver a Venezuela». Hoy aún es un trabajo en proceso, en construcción.
«Soy toda oídos» es solo uno de los experimentos artísticos que esta venezolana, también periodista y maestra de yoga certificada, ha emprendido fuera de su tierra.
Para Adriana «la migración es una herida» porque nunca soñó con irse de Venezuela. Sin embargo, su vinculación con el arte, el yoga y ese deseo de conectar con el otro le han dado consuelo.
«Son actividades que creo para mí, honestamente. Son actividades para yo poder sanar», compartió. Además, explicó que ahora debido a la pandemia del coronavirus ha echado mano de la tecnología para continuar creando experiencias artísticas «para que la gente se sienta bien».
Una de esas actividades fue la de «Trenzando Una a Una Nuestras Historias de Mujeres Migrantes» (disponible en YouTube). Se trata de una acción poética que luego fue seleccionada para representar a Venezuela en el festival Continuo Latinoamericano 2020.
«Invité a mujeres venezolanas migrantes a contar sus historias, para darnos la oportunidad de contar quién somos… para contarle a la gente del lugar donde ahora estamos habitantes cuáles son nuestras potenciales y dones y cómo los regalamos a la comunidad», dijo.
Contó también sobre «El Camino de la Arepa», una presentación que hizo por primera vez en el Museo de las Américas en Denver y que se convirtió en una oportunidad para dar a conocer a Venezuela «no solo a través de esa percepción de tristeza debido a la situación que estamos pasando».
Durante esas jornadas se lleva su budare y prepara su clase: «la gente mete las manos en la masa y hace arepas conmigo».
La venezolana está convencida de que «el arte es una herramienta para hacer del mundo un lugar más bonito». Sobre las historias de amor para Venezuela, compartió que está ideando con algunas amigas cómo crear una plataforma que le permita a sus connacionales continuar compartiendo estas memorias.
«Si no re-imaginamos, si no nos re-soñamos estamos como perdidos, moriríamos… Creo que este ejercicio nos ayuda a vernos como somos, a reconocernos, a valorarnos, a sanarnos», expresó.
En 2022 rescataron a 1.390 mujeres venezolanas de redes de trata, dice ONG
HRW: Más venezolanos cruzan el Darién por falta de opciones migratorias legales y seguras
Lo que se cuenta no se olvida: historias de aparecidos, desaparecidos y algunos espectros que sí son de temer
«La calle seguirá siendo nuestro escenario», sindicalistas convocan a un viacrucis el 4 de abril
Maduro dice que la mayoría de los fondos malversados de Pdvsa siguen desaparecidos
Estos son los migrantes venezolanos que estaban en instalación que se incendió en Ciudad Juárez
Iniciativa de Petro no busca sustituir la mesa de negociación de México, según delegados de la Plataforma Unitaria
La artista visual Adriana Rondón-Rivero atravesaba un guayabo migratorio cuando, en el 2018, decidió asistir a un festival que organizó un grupo de venezolanos residentes de Denver, Estados Unidos.
Tomó su máquina de escribir, una mesita y algunas hojas. Se instaló en el parque de la ciudad, con el Capitolio de Denver a sus espaldas. “Soy toda oídos de tu historia de amor con Venezuela, quiero oírla”, rezaba un cartel que pegó en su pequeño puesto. La movía el deseo de conectarse con la nueva comunidad en la que habitaba.
La gente en el evento comenzó a mostrarse curiosa y poco a poco se acercó. Repentinamente se hizo una fila. Ella los invitaba a contarles una breve historia sobre su relación con Venezuela y, al final, a elaborar una frase, una oración de amor para enviarle «buena vibra al país».
Han pasado casi tres años y Adriana aún recibe vía WhatsApp estos relatos, principalmente de mujeres migrantes: en texto, en audio. «No tenía ninguna idea clara de que esto iba a convertirse en un proyecto», confesó este martes 16 de febrero durante el programa #ConLaLuz, conducido por la directora general de Efecto Cocuyo, Luz Mely Reyes.
Las historias siguen teniendo en común esa nostalgia por la patria, la esperanza y la fe de que todo se recupere: «no hay ninguna persona con la que yo me encuentre que no desee volver a Venezuela». Hoy aún es un trabajo en proceso, en construcción.
«Soy toda oídos» es solo uno de los experimentos artísticos que esta venezolana, también periodista y maestra de yoga certificada, ha emprendido fuera de su tierra.
Para Adriana «la migración es una herida» porque nunca soñó con irse de Venezuela. Sin embargo, su vinculación con el arte, el yoga y ese deseo de conectar con el otro le han dado consuelo.
«Son actividades que creo para mí, honestamente. Son actividades para yo poder sanar», compartió. Además, explicó que ahora debido a la pandemia del coronavirus ha echado mano de la tecnología para continuar creando experiencias artísticas «para que la gente se sienta bien».
Una de esas actividades fue la de «Trenzando Una a Una Nuestras Historias de Mujeres Migrantes» (disponible en YouTube). Se trata de una acción poética que luego fue seleccionada para representar a Venezuela en el festival Continuo Latinoamericano 2020.
«Invité a mujeres venezolanas migrantes a contar sus historias, para darnos la oportunidad de contar quién somos… para contarle a la gente del lugar donde ahora estamos habitantes cuáles son nuestras potenciales y dones y cómo los regalamos a la comunidad», dijo.
Contó también sobre «El Camino de la Arepa», una presentación que hizo por primera vez en el Museo de las Américas en Denver y que se convirtió en una oportunidad para dar a conocer a Venezuela «no solo a través de esa percepción de tristeza debido a la situación que estamos pasando».
Durante esas jornadas se lleva su budare y prepara su clase: «la gente mete las manos en la masa y hace arepas conmigo».
La venezolana está convencida de que «el arte es una herramienta para hacer del mundo un lugar más bonito». Sobre las historias de amor para Venezuela, compartió que está ideando con algunas amigas cómo crear una plataforma que le permita a sus connacionales continuar compartiendo estas memorias.
«Si no re-imaginamos, si no nos re-soñamos estamos como perdidos, moriríamos… Creo que este ejercicio nos ayuda a vernos como somos, a reconocernos, a valorarnos, a sanarnos», expresó.