Fueron dos meses y medio de andar por tierra, fue «mucha plata», mucha energía y mucho susto. Francisque Pierre inició la ruta al norte, acompañado por tres mujeres: su madre, su hermana y su esposa embarazada. El lunes 20 de septiembre, en la población texana Del Río, sólo puede abrazar a Widelene, su compañera. Ya cruzó la frontera por el río, ya fue procesado, ya fue liberado, ya espera para ir hacia alguna ciudad en el estado de Florida.
Aparenta ser un hombre que supera la treintena, pero tiene sólo 26 años. La delgadez se le pega a los huesos. Tiene barba y el pelo negro. Parece que está molesto, pero cuando habla se nota su calidez. Cuando sonríe una cierta ternura se le dibuja en el rostro.
El 20 de septiembre, mientras espera en una estación de gasolina, Francisque tenía una media sonrisa. Una razón de su felicidad era porque, tras dos meses y medio de haber salido de Chile y pasar por más de diez países, Pierre ya estaba en suelo norteamericano. Además, había sido admitido para iniciar su trámite de asilo. Pero era a medias, porque su madre y su hermana fueron deportadas a Haití. Francisque solo pudo ingresar con su esposa, Widelene Jean, quien espera su primer hijo.
Francisque Pierre contó en español su historia a Efecto Cocuyo y, a continuación, se reproducirá palabra por palabra lo dicho por este joven haitiano en la tarde del 20 de septiembre de 2021, en la ciudad fronteriza de Del Río.
«Es un camino muy largo. Con muchos días. Con mucha plata y con mucho tiempo, y mucha energía. Vamos a explicar un poco el camino de Chile a Estados Unidos. Hay personas que salen de Chile, y el gobierno sabe. Hay personas que salen, y el gobierno no sabe. Porque salimos por la frontera. Algunos salimos en la noche, depende del día. Salimos. Hay personas que salen para Perú, hay personas que salen para Bolivia. Los que salen de Brasil duran más tiempo. Los que salen de Guyana, más tiempo. Hay personas que salen de Guyana Francesa y tardan más que nosotros.
De Chile hasta acá tarde dos meses y medio. Porque pasamos de Bolivia a Perú, de Perú a Ecuador, de Ecuador a Colombia, de Colombia a Panamá, de Panamá a Costa Rica, de Costa Rica a Nicaragua. De Nicaragua a Honduras, de Honduras a El Salvador, de El Salvador a Belice, de Belice… de Belice a Guatemala, de Guatemala a México y cuando llegué a México la cosa estaba muy terrible, fuertísimo. Llegué México… no me acuerdo, pero como el 26 de agosto, creo. Pero cuando llegué a México el gobierno de México no permite salir de Tapachula hasta Ciudad de México. El gobierno no lo permite, no nos permiten pasar. Y al final hablamos, ¿nos dejan pasar?
Ofrecemos dinero: tampoco. Protestamos: tampoco. Hay como tres protestas y al final nos dejan pasar.
Y empezamos a caminar desde Tapachula hasta donde lo más que puedas. Hasta la frontera de Acuña y depende de qué frontera la persona quiere pasar. Yo demoré como 15 días caminando México. De Tapachula a Poza Rica. Pero cuando llegué a Poza Rica escuché la noticia que dice que puedes pasar ahora, hay como una puerta libre durante tres o cuatro días, o algo así.
Los amigos dicen que hay una puerta porque van a tener fiesta en México. Unos pocos días y en esos pocos días un montón de personas pasaron. Más de tres mil personas. Tengo la noticia el domingo y el mismo domingo salgo y tomo un bus de Poza Rica a Acuña, y cuando llego a Acuña había aproximadamente a tres mil personas en la frontera. Los militares dan números a los migrantes que están buscando refugio en Estados Unidos y cuando llegamos, amigo, debajo de un puente. Una cosa muy terrible. Estás comiendo polvo, amigo, porque estás debajo de un puente. ???
¡Imagínate, debajo de un puente!
Hay personas que están viviendo ahí. Hay personas que regresan a México para comprar comida y después los militares nos quieren dar algo para comer. Pero, imagínate, un pan y un agua para las mujeres embarazadas, para los que tiene familia.
Llegué el lunes. Lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado en la noche.
Salimos el sábado en la noche. Ellos (la Patrulla Fronteriza) vienen a buscarnos por número y cuando llamaron los números, ellos me llevaron. Y te sacan todo de los zapatos y todo eso, y nos llevaron a prisión. Y cuando llegué, me abren mis bolsillos, me sacaron el dinero, sacaron mi celular, me revisan a ver si tengo otra cosa. Mi mochila aparte y yo haciendo fingerprint (huellas dactilares), y me sacaron foto.
Y el domingo, cada persona tiene su suerte en la vida, lo que Dios me permite y ahora tengo mi libertad.
Mi mamá estaba conmigo, pero ahora ella regresa a Haití. Tenía a mi hermana, imagínate, mi hermana, menor de edad. Ella también vuelve para Haití. Ellas estaban conmigo debajo del puente, pero ellas tenían número de familiar y yo tenía mi número con mi señora embarazada, por eso me salvé. Éramos cuatro: yo, mi mamá, mi hermana y mi señora.
La verdad, me siento súper mal. Especialmente porque mi mamá estaba conmigo. Mi hermana estaba con nosotros y me siento súper mal, la verdad. Yo gasté una cantidad de plata que no sé si voy a tener en el bolsillo. Gasté más de diez mil dólares en el camino.
En el camino hay ladrones. Empiezan desde Panamá. Los ladrones. Violaron a niños, a mujeres, hasta los hombres. Mataban a las personas en mis ojos. Varias personas muertas. Muchos hombres muertos porque hay hombres que no aceptan que violen a su señora, hay hombres que no aceptan que violen a sus niños y se ponen a pelear. ¡Imagínate! ¿Cómo vas a pelear con tus manos con hombres que tienen pistolas?
Acá hay personas que tuvieron su oportunidad y las liberaron. Y hay personas desdichadas que regresan a su país.
En la mañana, cuando recogí mi pasaporte, mis documentos y mi mochila, me sentí muy feliz. Porque me dieron esta oportunidad. Pero al mismo tiempo me siento muy mal porque llegó la noticia de mi mamá, que me llamó hoy día, a la una ( de la madrugada) hay un avión que se fue a Haití. Recién hablé con mi mamá. Hace como quince minutos, ella me llamó y dijo que está en Puerto Príncipe.
Aquí estoy esperando porque voy a vivir en Miami. No sé dónde. Tengo la dirección escrita, pero sé que voy a vivir en Miami, Florida. En Fort Lauderdale, eso es lo que yo sé».
Si quiere escuchar la historia en la voz de Francisque Pierre, reproduzca el siguiente audio
Incidente entre un dron militar de EE.UU. y aviones militares rusos: un momento lleno de peligro
Fiscal pide mantener prisión preventiva de Hugo «Pollo» Carvajal en España
Jueces de EE.UU. revocan la cuarta parte de los rechazos de peticiones de asilo a inmigrantes
Encuentran muertos a dos de los 4 estadounidenses secuestrados en la frontera norte de México y a los otros dos con vida
Registran en febrero 63 ataques a defensores de derechos humanos en Venezuela
Tareck El Aissami renuncia al Ministerio de Petróleo tras hechos de corrupción
Carta de residencia ya no será requisito para solicitar la cédula o el pasaporte en Venezuela
Guaidó sobre renuncia de El Aissami: «Es una confesión de que saquearon el país»
Inspectora de tribunales supervisa Circuito Judicial Penal luego de denuncias de corrupción
Fueron dos meses y medio de andar por tierra, fue «mucha plata», mucha energía y mucho susto. Francisque Pierre inició la ruta al norte, acompañado por tres mujeres: su madre, su hermana y su esposa embarazada. El lunes 20 de septiembre, en la población texana Del Río, sólo puede abrazar a Widelene, su compañera. Ya cruzó la frontera por el río, ya fue procesado, ya fue liberado, ya espera para ir hacia alguna ciudad en el estado de Florida.
Aparenta ser un hombre que supera la treintena, pero tiene sólo 26 años. La delgadez se le pega a los huesos. Tiene barba y el pelo negro. Parece que está molesto, pero cuando habla se nota su calidez. Cuando sonríe una cierta ternura se le dibuja en el rostro.
El 20 de septiembre, mientras espera en una estación de gasolina, Francisque tenía una media sonrisa. Una razón de su felicidad era porque, tras dos meses y medio de haber salido de Chile y pasar por más de diez países, Pierre ya estaba en suelo norteamericano. Además, había sido admitido para iniciar su trámite de asilo. Pero era a medias, porque su madre y su hermana fueron deportadas a Haití. Francisque solo pudo ingresar con su esposa, Widelene Jean, quien espera su primer hijo.
Francisque Pierre contó en español su historia a Efecto Cocuyo y, a continuación, se reproducirá palabra por palabra lo dicho por este joven haitiano en la tarde del 20 de septiembre de 2021, en la ciudad fronteriza de Del Río.
«Es un camino muy largo. Con muchos días. Con mucha plata y con mucho tiempo, y mucha energía. Vamos a explicar un poco el camino de Chile a Estados Unidos. Hay personas que salen de Chile, y el gobierno sabe. Hay personas que salen, y el gobierno no sabe. Porque salimos por la frontera. Algunos salimos en la noche, depende del día. Salimos. Hay personas que salen para Perú, hay personas que salen para Bolivia. Los que salen de Brasil duran más tiempo. Los que salen de Guyana, más tiempo. Hay personas que salen de Guyana Francesa y tardan más que nosotros.
De Chile hasta acá tarde dos meses y medio. Porque pasamos de Bolivia a Perú, de Perú a Ecuador, de Ecuador a Colombia, de Colombia a Panamá, de Panamá a Costa Rica, de Costa Rica a Nicaragua. De Nicaragua a Honduras, de Honduras a El Salvador, de El Salvador a Belice, de Belice… de Belice a Guatemala, de Guatemala a México y cuando llegué a México la cosa estaba muy terrible, fuertísimo. Llegué México… no me acuerdo, pero como el 26 de agosto, creo. Pero cuando llegué a México el gobierno de México no permite salir de Tapachula hasta Ciudad de México. El gobierno no lo permite, no nos permiten pasar. Y al final hablamos, ¿nos dejan pasar?
Ofrecemos dinero: tampoco. Protestamos: tampoco. Hay como tres protestas y al final nos dejan pasar.
Y empezamos a caminar desde Tapachula hasta donde lo más que puedas. Hasta la frontera de Acuña y depende de qué frontera la persona quiere pasar. Yo demoré como 15 días caminando México. De Tapachula a Poza Rica. Pero cuando llegué a Poza Rica escuché la noticia que dice que puedes pasar ahora, hay como una puerta libre durante tres o cuatro días, o algo así.
Los amigos dicen que hay una puerta porque van a tener fiesta en México. Unos pocos días y en esos pocos días un montón de personas pasaron. Más de tres mil personas. Tengo la noticia el domingo y el mismo domingo salgo y tomo un bus de Poza Rica a Acuña, y cuando llego a Acuña había aproximadamente a tres mil personas en la frontera. Los militares dan números a los migrantes que están buscando refugio en Estados Unidos y cuando llegamos, amigo, debajo de un puente. Una cosa muy terrible. Estás comiendo polvo, amigo, porque estás debajo de un puente. ???
¡Imagínate, debajo de un puente!
Hay personas que están viviendo ahí. Hay personas que regresan a México para comprar comida y después los militares nos quieren dar algo para comer. Pero, imagínate, un pan y un agua para las mujeres embarazadas, para los que tiene familia.
Llegué el lunes. Lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado en la noche.
Salimos el sábado en la noche. Ellos (la Patrulla Fronteriza) vienen a buscarnos por número y cuando llamaron los números, ellos me llevaron. Y te sacan todo de los zapatos y todo eso, y nos llevaron a prisión. Y cuando llegué, me abren mis bolsillos, me sacaron el dinero, sacaron mi celular, me revisan a ver si tengo otra cosa. Mi mochila aparte y yo haciendo fingerprint (huellas dactilares), y me sacaron foto.
Y el domingo, cada persona tiene su suerte en la vida, lo que Dios me permite y ahora tengo mi libertad.
Mi mamá estaba conmigo, pero ahora ella regresa a Haití. Tenía a mi hermana, imagínate, mi hermana, menor de edad. Ella también vuelve para Haití. Ellas estaban conmigo debajo del puente, pero ellas tenían número de familiar y yo tenía mi número con mi señora embarazada, por eso me salvé. Éramos cuatro: yo, mi mamá, mi hermana y mi señora.
La verdad, me siento súper mal. Especialmente porque mi mamá estaba conmigo. Mi hermana estaba con nosotros y me siento súper mal, la verdad. Yo gasté una cantidad de plata que no sé si voy a tener en el bolsillo. Gasté más de diez mil dólares en el camino.
En el camino hay ladrones. Empiezan desde Panamá. Los ladrones. Violaron a niños, a mujeres, hasta los hombres. Mataban a las personas en mis ojos. Varias personas muertas. Muchos hombres muertos porque hay hombres que no aceptan que violen a su señora, hay hombres que no aceptan que violen a sus niños y se ponen a pelear. ¡Imagínate! ¿Cómo vas a pelear con tus manos con hombres que tienen pistolas?
Acá hay personas que tuvieron su oportunidad y las liberaron. Y hay personas desdichadas que regresan a su país.
En la mañana, cuando recogí mi pasaporte, mis documentos y mi mochila, me sentí muy feliz. Porque me dieron esta oportunidad. Pero al mismo tiempo me siento muy mal porque llegó la noticia de mi mamá, que me llamó hoy día, a la una ( de la madrugada) hay un avión que se fue a Haití. Recién hablé con mi mamá. Hace como quince minutos, ella me llamó y dijo que está en Puerto Príncipe.
Aquí estoy esperando porque voy a vivir en Miami. No sé dónde. Tengo la dirección escrita, pero sé que voy a vivir en Miami, Florida. En Fort Lauderdale, eso es lo que yo sé».
Si quiere escuchar la historia en la voz de Francisque Pierre, reproduzca el siguiente audio