Afuera es posible tomar medidas de higiene y guardar distancia, pero en los estrechos pasillos del mercado de Quinta Crespo (en el centro de Caracas) es mucho más difícil. «Pase por allá para que le laven las manos», ordena un hombre desde el portón principal del mercado, mientras señala a un muchacho con braga blanca, botas de caucho amarillas y una máquina para echar agua con antibacterial a presión en las manos. Incluso las personas con guantes deben pasar ese protocolo para ingresar.
Adentro, la medida de higiene obligatoria para evitar la propagación del COVID-19 es el uso del tapabocas. Algunos vendedores (como los expendios de frutas y verduras) instalaron una barrera entre las personas y la mercancía, medida de protección que suman al uso de tapabocas y guantes. Por lo demás, los compradores caminan ajenos al «distanciamiento social», recomendado como medida de prevención para evitar contagios. En pasillos que varían entre uno y dos metros de ancho, aproximadamente, la gente no guarda distancia.
De martes a domingo, cientos de personas de todas partes de la ciudad suelen acudir al populoso establecimiento para abastecerse de alimentos. El mercado está ubicado al sur de la emblemática avenida Baralt que atraviesa el centro de ciudad de norte a sur. Aún en la crisis económica venezolana, Quinta Crespo destaca por su oferta variada y sus precios un poco más asequibles en comparación con otros locales comerciales de Caracas.
Venezuela se encuentra en estado de alarma nacional desde el 13 de marzo, cuando se anunció la llegada de los primeros casos de coronavirus. La cuarentena nacional inició tres días después, el 16 de marzo. Hasta el miércoles, 15 de abril, se cuentan 197 personas con la enfermedad COVID-19 en el país.
Antes de la pandemia, los portones estaban abiertos desde poco antes de las 7 de la mañana hasta las 2:30 de la tarde. De manera informal, el mercado continúa fuera de sus instalaciones. Decenas de vendedores de verduras, productos de primera necesidad y aseo se colocan a los alrededores del establecimiento.Con la llegada de la cuarentena, se modificó la dinámica del mercado municipal, los cambios van más allá de las medidas de higiene adoptadas a raíz de lo ordenado en el decreto de estado de alarma.
Hay restricciones del paso vehicular por la avenida Baralt, desde la intersección con la avenida Lecuna en sentido sur, lo que obliga a los compradores que vienen desde el este y centro de Caracas a caminar cuatro cuadras para acceder al mercado (poco menos de 600 metros).
Cerca de las 10:00 de la mañana, una importante cantidad de personas se desplazaba por ese tramo de la avenida, aunque no tanto como suele verse en un día sin pandemia. En un día común, según cálculos hechos por Efecto Cocuyo con ayuda de la herramienta MapChecking, podrían circular más de 3 mil personas en un solo lado de esas cuatro cuadras. El miércoles, caminan cerca de la mitad de los transeúntes que se suelen ver.
Las charcuterías de la avenida Baralt eran los negocios más frecuentados. Las personas hacían fila desde los portones de los comercios para poder comprar. Cada fila tenía al menos unas seis personas. En los alrededores del mercado no se ven las ventas informales de alimentos, como era usual antes de la llegada de la cuarentena.
Los espacios cercanos al portón principal y la calle del frente (en la avenida Oeste 18) están despejados, sin los vendedores informales de costumbre. De igual forma, decenas de personas transitan por allí. Según los cálculos hechos con ayuda de MapChecking, más de 1.600 personas podrían transitar por ese espacio, pero el miércoles se observaron alrededor de 300 personas.
Efecto Cocuyo conversó con algunos compradores, quienes contaron cómo ha cambiado la dinámica del establecimiento comercial tras cumplirse la quinta semana de cuarentena por la COVID-19.
Una señora de 43 años, quien no quiso ser identificada, acudió al mercado este miércoles. Llegó entre las 8:30 y 9 de la mañana y tuvo que hacer fila para ingresar. “Te lavaban las manos y te decían que guardaras distancia. Hay gente que no cumplía el distanciamiento. Le decía a las personas, por favor por su seguridad y la mía échese un poquito para allá”, comentó la señora.
Un muchacho de 26 años, que tampoco quiso identificarse, comentó que dentro del mercado no se cumple el distanciamiento social. Los espacios son reducidos. Señaló que si bien es cierto que hay militares con parlantes, que piden a las personas guardar distancia, adentro del mercado es casi imposible.
Uno de los vecinos de la zona, Gustavo Toledo, explicó que puertas adentro se puede observar que los comerciantes están preocupados por mantener la higiene de sus productos, todos usan tapaboca y guantes y no permiten que las personas toquen la mercancía. Los vendedores de hortalizas «te exigían o que tocaras con guantes o te acercaban una bolsa para que tu metieras la mano y de esa manera pusieses el producto». También ellos mismos optan por escoger las verduras para que los compradores tengan mínimo contacto con los alimentos.
A juicio de Toledo, esta preocupación por guardar distancia no es compartida por los visitantes del mercado. «En algunos casos yo estuve un poco irritable porque la gente se acercaba o me tocaba más de lo que yo esperaba», afirmó.
Antonieta Franco, vecina de la zona, aprovechó para ir al mercado este miércoles luego de ver que los controles de horarios no eran «tan extremos«. Hace una semana, la cola para entrar era mucho más larga y se anunció que las instalaciones cerrarían a las 11:30 de la mañana. Sin embargo, cerca de las 10:15 de la mañana se cerraron los accesos principales. «Solo dejaron el del estacionamiento y la gente estaba molesta porque, así como yo, estaban guiándose por el horario preestablecido y ese día el mercado cerró más temprano y la gente no pudo entrar».
Medio millón de casos y hasta 22.000 muertes: las cifras que deja la pandemia en Venezuela
Hombre más anciano del mundo llega a los 114 años y es venezolano
Inauguran en Caracas una exposición a favor de la prevención de la violencia en noviazgo
Elecciones en la UCV: qué falló y cuáles son sus posibles repercusiones
Tres personas fallecidas y ocho heridos tras accidente de tránsito en Aragua
Región norte costera del país es la más afectada por paso de onda tropical 1, dice Inameh
Afuera es posible tomar medidas de higiene y guardar distancia, pero en los estrechos pasillos del mercado de Quinta Crespo (en el centro de Caracas) es mucho más difícil. «Pase por allá para que le laven las manos», ordena un hombre desde el portón principal del mercado, mientras señala a un muchacho con braga blanca, botas de caucho amarillas y una máquina para echar agua con antibacterial a presión en las manos. Incluso las personas con guantes deben pasar ese protocolo para ingresar.
Adentro, la medida de higiene obligatoria para evitar la propagación del COVID-19 es el uso del tapabocas. Algunos vendedores (como los expendios de frutas y verduras) instalaron una barrera entre las personas y la mercancía, medida de protección que suman al uso de tapabocas y guantes. Por lo demás, los compradores caminan ajenos al «distanciamiento social», recomendado como medida de prevención para evitar contagios. En pasillos que varían entre uno y dos metros de ancho, aproximadamente, la gente no guarda distancia.
De martes a domingo, cientos de personas de todas partes de la ciudad suelen acudir al populoso establecimiento para abastecerse de alimentos. El mercado está ubicado al sur de la emblemática avenida Baralt que atraviesa el centro de ciudad de norte a sur. Aún en la crisis económica venezolana, Quinta Crespo destaca por su oferta variada y sus precios un poco más asequibles en comparación con otros locales comerciales de Caracas.
Venezuela se encuentra en estado de alarma nacional desde el 13 de marzo, cuando se anunció la llegada de los primeros casos de coronavirus. La cuarentena nacional inició tres días después, el 16 de marzo. Hasta el miércoles, 15 de abril, se cuentan 197 personas con la enfermedad COVID-19 en el país.
Antes de la pandemia, los portones estaban abiertos desde poco antes de las 7 de la mañana hasta las 2:30 de la tarde. De manera informal, el mercado continúa fuera de sus instalaciones. Decenas de vendedores de verduras, productos de primera necesidad y aseo se colocan a los alrededores del establecimiento.Con la llegada de la cuarentena, se modificó la dinámica del mercado municipal, los cambios van más allá de las medidas de higiene adoptadas a raíz de lo ordenado en el decreto de estado de alarma.
Hay restricciones del paso vehicular por la avenida Baralt, desde la intersección con la avenida Lecuna en sentido sur, lo que obliga a los compradores que vienen desde el este y centro de Caracas a caminar cuatro cuadras para acceder al mercado (poco menos de 600 metros).
Cerca de las 10:00 de la mañana, una importante cantidad de personas se desplazaba por ese tramo de la avenida, aunque no tanto como suele verse en un día sin pandemia. En un día común, según cálculos hechos por Efecto Cocuyo con ayuda de la herramienta MapChecking, podrían circular más de 3 mil personas en un solo lado de esas cuatro cuadras. El miércoles, caminan cerca de la mitad de los transeúntes que se suelen ver.
Las charcuterías de la avenida Baralt eran los negocios más frecuentados. Las personas hacían fila desde los portones de los comercios para poder comprar. Cada fila tenía al menos unas seis personas. En los alrededores del mercado no se ven las ventas informales de alimentos, como era usual antes de la llegada de la cuarentena.
Los espacios cercanos al portón principal y la calle del frente (en la avenida Oeste 18) están despejados, sin los vendedores informales de costumbre. De igual forma, decenas de personas transitan por allí. Según los cálculos hechos con ayuda de MapChecking, más de 1.600 personas podrían transitar por ese espacio, pero el miércoles se observaron alrededor de 300 personas.
Efecto Cocuyo conversó con algunos compradores, quienes contaron cómo ha cambiado la dinámica del establecimiento comercial tras cumplirse la quinta semana de cuarentena por la COVID-19.
Una señora de 43 años, quien no quiso ser identificada, acudió al mercado este miércoles. Llegó entre las 8:30 y 9 de la mañana y tuvo que hacer fila para ingresar. “Te lavaban las manos y te decían que guardaras distancia. Hay gente que no cumplía el distanciamiento. Le decía a las personas, por favor por su seguridad y la mía échese un poquito para allá”, comentó la señora.
Un muchacho de 26 años, que tampoco quiso identificarse, comentó que dentro del mercado no se cumple el distanciamiento social. Los espacios son reducidos. Señaló que si bien es cierto que hay militares con parlantes, que piden a las personas guardar distancia, adentro del mercado es casi imposible.
Uno de los vecinos de la zona, Gustavo Toledo, explicó que puertas adentro se puede observar que los comerciantes están preocupados por mantener la higiene de sus productos, todos usan tapaboca y guantes y no permiten que las personas toquen la mercancía. Los vendedores de hortalizas «te exigían o que tocaras con guantes o te acercaban una bolsa para que tu metieras la mano y de esa manera pusieses el producto». También ellos mismos optan por escoger las verduras para que los compradores tengan mínimo contacto con los alimentos.
A juicio de Toledo, esta preocupación por guardar distancia no es compartida por los visitantes del mercado. «En algunos casos yo estuve un poco irritable porque la gente se acercaba o me tocaba más de lo que yo esperaba», afirmó.
Antonieta Franco, vecina de la zona, aprovechó para ir al mercado este miércoles luego de ver que los controles de horarios no eran «tan extremos«. Hace una semana, la cola para entrar era mucho más larga y se anunció que las instalaciones cerrarían a las 11:30 de la mañana. Sin embargo, cerca de las 10:15 de la mañana se cerraron los accesos principales. «Solo dejaron el del estacionamiento y la gente estaba molesta porque, así como yo, estaban guiándose por el horario preestablecido y ese día el mercado cerró más temprano y la gente no pudo entrar».