Cuando niño, Julio Mayora entrenaba con una barra de metal a la que su papá –obrero de construcción– le fijaba latas de leche llenas de piedras en los extremos. Esa fue su primera pesa improvisada. El ahora subcampeón olímpico también simulaba en la sala de su casa que rompía marcas mundiales con una escoba.
Su padre, el señor Julio, cree que sacó la idea de ser pesista a los 9 años cuando vio a algunos atletas entrenando en la Escuela Santa Eduvigis, donde estudió.
“Yo pensé que era una cosa de muchacho y que luego iba a seguir con fútbol o beisbol, lo que hacemos todos, pero se fue concentrando más en lo suyo y lo apoyamos”, recuerda.

Después de las pesas, al joven de 24 años le apasiona el fútbol: “Yo siempre se lo reclamo, le digo que no juegue porque una lesión le puede truncar su carrera”, expresa el padre.
Cada vez que el deportista visita a su familia en Santa Eduvigis, un pequeño barrio ubicado en la parroquia Urimare del estado costero Vargas, organiza torneos de fútbol con los niños.
La comunidad es una de las más vulnerables de la entidad, con un vertedero de basura detrás y una historia de violencia debido a la delincuencia que aún no abandona el sector.
También practicó baloncesto, influenciado por un hermano, y beisbol. “Era flojo para los estudios, pero vivía en una cancha, eran las 9:00 o 10:00 de la noche y tenía que ir a buscarlo (…) Criar a tres varones no es fácil, no les permitía ir a fiestas, no salían, esto aquí no es fácil, pero gracias a dios todos mis hijos son sanos”, afirma su madre, Betty Pernía.
Este miércoles 28 de julio, Mayora pasó a la historia al ganar medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Esta es la segunda medalla que consigue Venezuela en su historia en la halterofilia luego de que lo lograra Israel Rubio en Atenas 2004.
Betty prefirió escuchar y no ver la victoria. “Todavía ella no puede ver directamente las competencias, porque se pone muy nerviosa, le da miedo que se lesione o se haga algún daño, así que se fue a un lado y cuando escuchó los gritos lo supo”, cuenta Carol Peinado, prima del campeón.
A las 11:00 de la mañana de este miércoles, todavía quedaban algunas sillas plásticas en la entrada del barrio en el punto exacto dónde se concentraron vecinos, amigos y familiares para verlo participar en los juegos olímpicos a través de una pantalla gigante que instalaron autoridades regionales.
“Vamos, Julio”, gritaba la comunidad que estalló en alegría cuando obtuvo la presea. Con bombas amarillas, azules y rojas festejaron en tiempo real.
“Esto es grande, no podía ni gritar de la emoción que tenía. Él me dijo anoche: yo sé que voy a agarrar medalla, no sé de qué color, pero sí voy a agarrar medalla”, cometa su hermano Jordy.
Un retrato familiar
Julio es el tercero de cinco hermanos y el primero de tres varones, por eso lleva el nombre de su padre. Su hermano Jordyn lo describe como “un pan”; es decir, alguien sereno. “Es tranquilito, a él lo que le gusta es un tambor”, responde y se ríe.
“No es porque yo sea su esposa, pero es la persona más humilde que conozco”, agrega su pareja, Yzaura Hernández. Ella, que lo conoce desde hace ocho años, comparte algunos datos íntimos del pesista: “Le encanta la sopa de costilla de su mamá. También le gusta el pescado. Pero su comida favorita es la pasta con carne molida. Yo lo conocí cuando tenía 14 años, ahora tengo 22, estudiamos en el mismo liceo y somos del mismo barrio”.
Admite que al inicio le costó adaptarse a los ritmos del entrenamiento. “Empezando no aceptaba que me tenía que dejar sola, lloraba mucho porque se podía ir por tres meses. Para esta competencia se fue desde el 1 de abril y mira la fecha y todavía está afuera. Pero cuando vi que esa era su meta y la de su familia lo apoyé”, manifiesta.
Juntos tienen una hija de apenas dos años de edad: Juliailys.

El hombre “récord”
A Mayora lo descubrió el entrenador Oswaldo Tovar a los 13 años y desde entonces inició una fructífera carrera. Por su participación en los Panamericanos de 2019 se ganó el título de “hombre récord”. En esta competencia ganó oro por levantar 349 kilos (155 arranque y 194 en dos tiempos) siempre siguiendo los pasos de su ídolo el pesista venezolano Julio Luna.
Ganó medalla de Bronce en Mundial de Pesas de 2018 y Campeón Panamericano Lima 2019
Ese año ya advertía que no recibía apoyo de la gobernación de su estado. “Las pesas es el deporte olvidado por esta gobernación. Creo que no es justo que para unas disciplinas sí hay apoyo y para nosotros no”, declaró al Correo del Orinoco.
Actualmente, su familia asegura que tiene el respaldo del Instituto Nacional de Deporte y del ministro de Deporte, Mervin Maldonado.
Pero las ayudas tampoco llegaron cuando un incendio afectó la vivienda de su madre en Santa Eduvigis. Cinco años después, el sueño de Mayora sigue siendo una casa digna para su mamá: “Esta medalla la vamos a cambiar por una casa”, le prometió en su primera videollamada desde Tokio.
Fotos: cortesía familia Mayora