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Mariana Souquett Gil | @nanasouquett
Foto por Mairet Chourio | @mairetchourioTras dos años de pandemia, ahora con el uso extendido de vacunas contra el COVID-19 y con más experiencia ganada, la población de Venezuela está más preparada para hacer frente a la enfermedad que paralizó al mundo a inicios de 2020. Sin embargo, la optimización de los centros de salud públicos del país y la publicación de más cifras oficiales aún se mantienen como las principales deudas del Estado.
Con más de 500 mil casos positivos y más de 5 mil muertes, la pandemia se ha desarrollado en Venezuela en medio de un sistema de salud ya deteriorado que ha requerido cooperación y apoyo desde diversos frentes. Para marzo de 2022, con menos casos y a la expectativa de lo que pueda suceder, aún falta mucho por hacer.
Estas son cinco claves sobre cómo estaba el país cuando inició la pandemia, cómo avanzó y qué es necesario dos años después.
Desde antes del inicio de la pandemia, organizaciones no gubernamentales denunciaban el deterioro del sistema público de salud. Médicos Unidos de Venezuela alertaba sobre la precariedad de los servicios de laboratorio, falta de ecografías y resonadores. A dos años de la llegada del coronavirus, el director de la organización, el cirujano Jaime Lorenzo, advierte que aún persisten fallas en la dotación de los centros asistenciales.
«Aún estamos observando que la gente está solicitando ayuda para adquirir materiales, medicinas e insumos, o para hacerse estudios en privado tanto para COVID-19 como para otras enfermedades. Ese es el mejor termómetro para medir el sistema de salud: cuando el ciudadano tiene que recurrir a buscar y comprar por fuera para solucionar un problema de salud que debería estar cubierto por la atención pública», dijo a Efecto Cocuyo.
El especialista también advirtió sobre la urgencia de garantizar atención de calidad tanto para COVID-19 como para todas las otras enfermedades.
«El COVID-19 no curó a los pacientes de cáncer, no ayudó a los que esperan trasplantes, a los hipertensos, no contribuyó con las enfermedades prevenibles por vacuna. En cualquier momento podemos tener una mayor presencia de enfermedades prevenibles por vacuna porque las coberturas están bajas. Todo se centró en función del COVID-19, pero también debemos tener claro que es necesario el accionar para dotar los establecimientos para atender a todos los pacientes, no solo COVID-19″, añadió Lorenzo.
Al inicio de la emergencia mundial, el entonces ministro de Comunicación e Información, Jorge Rodríguez, aseguró que Venezuela contaba con 23.762 camas de hospitalización en todos los centros habilitados para personas con COVID-19: 11.000 en áreas de medicina y pediatría de la red pública hospitalaria, 4.003 camas del sistema Barrio Adentro, 4.759 camas de la red de atención privada y 4.000 camas en hoteles.
Para marzo de 2020, había un total de 1.213 camas en las unidades de cuidados intensivos (UCI) para atender a los pacientes: 450 en la red hospitalaria, 573 en el sistema Barrio Adentro y 190 en la red privada.
Los datos actualizados más recientes corresponden a un documento del Ministerio de Planificación publicado en enero de 2021. Según el archivo, las camas de hospitalización en el sistema público pasaron de 15.003 (entre las áreas de medicina, pediatría y Barrio Adentro) a 23.694, mientras que las camas de terapia intensiva llegaron a 1.744.
Para 2022, los hoteles sanitarios han clausurado o cambiado sus funciones, como el Alba Caracas, que pasó de alojar pacientes a ser uno de los principales puntos de vacunación contra el COVID-19. También cerraron grandes centros de atención, como el hospital de campaña instalado en el Poliedro de Caracas. Aunque al principio se designaron más de 40 hospitales centinelas, la atención para COVID-19, aún precaria, está disponible en la mayoría de los hospitales públicos.
Sin embargo, según el último reporte de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (Ocha) sobre Venezuela, de diciembre de 2021, persiste la necesidad de asegurar la disponibilidad de medicamentos esenciales, insumos médico-quirúrgicos y equipos para prestar una atención adecuada. También es necesario mejorar las condiciones de agua, saneamiento e higiene en los establecimientos de salud, especialmente en servicios sanitarios.
Ya en mayo de 2020, un documento de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) señalaba que Venezuela era uno de los países con menor número de médicos intensivistas, con una densidad de 0,63 por cada 100.000 habitantes, mientras que en países como Brasil la cifra era de 8,81. Aunque esta cifra no se ha actualizado, de acuerdo con el reporte de Ocha, se estima que el país tiene un déficit de personal de salud del 62%.
En algunos centros de salud, los materiales de bioseguridad no llegan a todo el personal. Por esta razón, aún se mantienen iniciativas como las donaciones de Médicos Unidos a profesionales de la salud, que entrega unos 32 mil kits de bioseguridad en 13 estados.
Desde que entró en vigencia la cuarentena el 16 de marzo de 2020, la mayoría de la población debió permanecer en sus hogares durante casi tres meses y solo podía salir por emergencias médicas o compras necesarias. Los sectores esenciales como salud, alimentación y comunicaciones quedaron exceptuados de la medida.
En mayo de 2020, Nicolás Maduro aseguró que el país ejecutaría el plan 5×10: cinco días de flexibilización y diez días de cuarentena, con una reactivación progresiva de sectores priorizados: agencias bancarias, consultorios médicos y odontológicos, ferreterías, peluquerías, industria textil y de calzado, venta de autopartes, transporte público, servicios de refrigeración y plomería y el sector construcción.
Pero pocos días después se cambió el anuncio. A inicios del mes siguiente, la gestión de Maduro anunció que ya no se aplicaría el 5×10 sino el esquema 7+7: siete días de flexibilización y siete días de cuarentena, y se estudiaría la incorporación de otros sectores económicos.
El esquema 7+7 se mantuvo hasta la última semana de octubre de 2021: desde noviembre comenzó a regir una flexibilización ampliada que aún seguía en vigencia en marzo de 2022.
En junio de 2020, el médico internista e infectólogo Julio Castro fue el encargado de firmar, en calidad de asesor de la Asamblea Nacional de 2015 en temas de salud, un acuerdo de cooperación técnica junto al Ministerio de Salud y con apoyo de la OPS, con el fin de reforzar la respuesta a la pandemia en Venezuela con la integración de conocimientos técnicos y el uso de fondos congelados en el exterior.
En julio, la OPS repartió 20 toneladas de insumos, entre mascarillas, respiradores, caretas, lentes protectores y batas quirúrgicas, en 31 hospitales del país.
Con recursos recibidos en el marco del acuerdo entre el Ministerio de Salud y la Asamblea Nacional, la OPS adquirió 340 mil pruebas para el diagnóstico por detección de antígenos y 35 equipos lectores.
Según un informe de OPS, en 2020 la organización movilizó cerca de 780 toneladas de equipos, insumos y medicamentos como parte de la respuesta humanitaria a la emergencia en el país y la respuesta al COVID-19.
En febrero de 2021, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) anunció que representantes del Ministerio de Salud y asesores de la Asamblea Nacional de 2015 en materia de salud se reunirían en una Mesa Técnica Nacional de vacunación para buscar un consenso sobre la vacunación y garantizar la entrada del país al mecanismo Covax.
Las sociedades científicas médicas, los asesores y la Academia Nacional de Medicina revisaron el plan de vacunación elaborado por el Ministerio de Salud y enviaron un documento con sugerencias. La última reunión tuvo lugar en mayo del mismo año. Para el 4 de junio, día en el que había otra convocatoria, las autoridades suspendieron la reunión. Desde entonces, la mesa dejó de funcionar.
Poco antes de levantarse de la mesa, el gobierno de Nicolás Maduro cambió su modelo de compra de vacunas en el mecanismo Covax y pagó la totalidad de las dosis por anticipado, por lo cual la mesa dejó de negociar el uso de fondos congelados para financiar la compra de vacunas.
Uno de los logros de la mesa, según informó la Academia Nacional de Medicina en su momento, fue la movilización de 27 millones de dólares de los fondos retenidos en Estados Unidos para ser destinados a la cooperación técnica de OPS y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) para reforzar la cadena de frío y la logística.
Las negociaciones políticas entre gobierno y oposición llevadas a cabo en México, con la mediación de Noruega, habían acordado conformar una Mesa de Atención Social que retomaría lo avanzado en la Mesa Técnica de vacunación, con el fin de articular esfuerzos para abordar temas como la respuesta al COVID-19, pero las negociaciones se suspendieron y la Mesa de Atención Social nunca se conformó.
Aunque no hay mayores detalles sobre las últimas operaciones, a finales de 2021, la OPS entregó a Venezuela camiones refrigerados y restauró contenedores marítimos para el transporte de 3 millones de vacunas.
El país también ha recibido donaciones de la Cruz Roja y apoyo de organizaciones como Médicos Sin Fronteras, que rehabilitaron espacios y formaron personal en hospitales de Caracas.
Desde el inicio de la pandemia, Venezuela buscó apoyo en sus aliados para donaciones y compras. La administración de Maduro estableció un «puente aéreo permanente» con China para mejorar la respuesta frente al COVID-19. Desde entonces, numerosos cargamentos con materiales de bioseguridad, pruebas diagnósticas, insumos y equipos han llegado al país.
El último envío de China data del 5 de marzo de 2022, con 69 toneladas de medicamentos, material médico quirúrgico y equipos médicos. Según el Ministerio de Salud, se trató del vuelo número 42 en aterrizar en Venezuela desde que comenzó la emergencia nacional por el coronavirus.
En 2020 también se recibieron lotes provenientes de Turquía con toneladas de insumos médicos, camas hospitalarias, ventiladores para respiración artificial, mascarillas y otros materiales. El 18 de julio se recibieron 15 toneladas, mientras que otro cargamento arribó en agosto de ese mismo año.
Durante el primer año de pandemia Venezuela también hizo inversiones con India, Qatar, Alemania, Suiza, Rusia, Portugal y España.
Las principales vacunas contra COVID-19 administradas en el país han llegado de China y Rusia, además de los candidatos vacunales comprados a Cuba.
No existe información pública oficial sobre el gasto público en respuesta a la pandemia en Venezuela.
Aunque muchos países han empezado a relajar las medidas de bioseguridad frente a la pandemia, Venezuela mantiene el uso de mascarillas en espacios públicos. Tras dos años de pandemia, no obstante, es más frecuente ver personas que ya no usan las mascarillas en las calles, mientras que el distanciamiento físico en escasas ocasiones es respetado.
Desde las sociedades científicas médicas, los expertos llaman a la población a cuidarse, independientemente de las medidas anunciadas por las autoridades.
«Debemos seguir usando mascarillas de buena calidad sobre todo en espacios de gran riesgo, como espacios cerrados, mal ventilados, con grandes aglomeraciones, o ante la posibilidad de contacto con personas muy expuestas, vulnerables o de riesgo», expresó el presidente de la Sociedad Venezolana de Infectología (SVI), el doctor Manuel Figuera.
La SVI, además del uso de mascarillas, también recomienda la vacunación con tres dosis y el aislamiento y búsqueda oportuna de atención médica en caso de tener síntomas sugestivos de COVID-19.
La pandemia aún no termina y su futuro es variable. Superado el primer pico de casos del año, generado por la variante ómicron, los expertos llaman a la ciudadanía y a las autoridades a no bajar la guardia.
«Este virus nos enseña cosas todos los días, así que debemos ser prudentes. El mensaje al órgano rector es que se debe preparar para nuevas olas, y no solo para eso, sino para dotar a los establecimientos para atender las otras enfermedades que se han dejado de atender», expresó Jaime Lorenzo. «Para la población, creemos que se debe incentivar como nunca la prevención para COVID-19 y muchas enfermedades», señaló.
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Con más de 500 mil casos positivos y más de 5 mil muertes, la pandemia se ha desarrollado en Venezuela en medio de un sistema de salud ya deteriorado que ha requerido cooperación y apoyo desde diversos frentes. Para marzo de 2022, con menos casos y a la expectativa de lo que pueda suceder, aún falta mucho por hacer.
Estas son cinco claves sobre cómo estaba el país cuando inició la pandemia, cómo avanzó y qué es necesario dos años después.
Desde antes del inicio de la pandemia, organizaciones no gubernamentales denunciaban el deterioro del sistema público de salud. Médicos Unidos de Venezuela alertaba sobre la precariedad de los servicios de laboratorio, falta de ecografías y resonadores. A dos años de la llegada del coronavirus, el director de la organización, el cirujano Jaime Lorenzo, advierte que aún persisten fallas en la dotación de los centros asistenciales.
«Aún estamos observando que la gente está solicitando ayuda para adquirir materiales, medicinas e insumos, o para hacerse estudios en privado tanto para COVID-19 como para otras enfermedades. Ese es el mejor termómetro para medir el sistema de salud: cuando el ciudadano tiene que recurrir a buscar y comprar por fuera para solucionar un problema de salud que debería estar cubierto por la atención pública», dijo a Efecto Cocuyo.
El especialista también advirtió sobre la urgencia de garantizar atención de calidad tanto para COVID-19 como para todas las otras enfermedades.
«El COVID-19 no curó a los pacientes de cáncer, no ayudó a los que esperan trasplantes, a los hipertensos, no contribuyó con las enfermedades prevenibles por vacuna. En cualquier momento podemos tener una mayor presencia de enfermedades prevenibles por vacuna porque las coberturas están bajas. Todo se centró en función del COVID-19, pero también debemos tener claro que es necesario el accionar para dotar los establecimientos para atender a todos los pacientes, no solo COVID-19″, añadió Lorenzo.
Al inicio de la emergencia mundial, el entonces ministro de Comunicación e Información, Jorge Rodríguez, aseguró que Venezuela contaba con 23.762 camas de hospitalización en todos los centros habilitados para personas con COVID-19: 11.000 en áreas de medicina y pediatría de la red pública hospitalaria, 4.003 camas del sistema Barrio Adentro, 4.759 camas de la red de atención privada y 4.000 camas en hoteles.
Para marzo de 2020, había un total de 1.213 camas en las unidades de cuidados intensivos (UCI) para atender a los pacientes: 450 en la red hospitalaria, 573 en el sistema Barrio Adentro y 190 en la red privada.
Los datos actualizados más recientes corresponden a un documento del Ministerio de Planificación publicado en enero de 2021. Según el archivo, las camas de hospitalización en el sistema público pasaron de 15.003 (entre las áreas de medicina, pediatría y Barrio Adentro) a 23.694, mientras que las camas de terapia intensiva llegaron a 1.744.
Para 2022, los hoteles sanitarios han clausurado o cambiado sus funciones, como el Alba Caracas, que pasó de alojar pacientes a ser uno de los principales puntos de vacunación contra el COVID-19. También cerraron grandes centros de atención, como el hospital de campaña instalado en el Poliedro de Caracas. Aunque al principio se designaron más de 40 hospitales centinelas, la atención para COVID-19, aún precaria, está disponible en la mayoría de los hospitales públicos.
Sin embargo, según el último reporte de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (Ocha) sobre Venezuela, de diciembre de 2021, persiste la necesidad de asegurar la disponibilidad de medicamentos esenciales, insumos médico-quirúrgicos y equipos para prestar una atención adecuada. También es necesario mejorar las condiciones de agua, saneamiento e higiene en los establecimientos de salud, especialmente en servicios sanitarios.
Ya en mayo de 2020, un documento de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) señalaba que Venezuela era uno de los países con menor número de médicos intensivistas, con una densidad de 0,63 por cada 100.000 habitantes, mientras que en países como Brasil la cifra era de 8,81. Aunque esta cifra no se ha actualizado, de acuerdo con el reporte de Ocha, se estima que el país tiene un déficit de personal de salud del 62%.
En algunos centros de salud, los materiales de bioseguridad no llegan a todo el personal. Por esta razón, aún se mantienen iniciativas como las donaciones de Médicos Unidos a profesionales de la salud, que entrega unos 32 mil kits de bioseguridad en 13 estados.
Desde que entró en vigencia la cuarentena el 16 de marzo de 2020, la mayoría de la población debió permanecer en sus hogares durante casi tres meses y solo podía salir por emergencias médicas o compras necesarias. Los sectores esenciales como salud, alimentación y comunicaciones quedaron exceptuados de la medida.
En mayo de 2020, Nicolás Maduro aseguró que el país ejecutaría el plan 5×10: cinco días de flexibilización y diez días de cuarentena, con una reactivación progresiva de sectores priorizados: agencias bancarias, consultorios médicos y odontológicos, ferreterías, peluquerías, industria textil y de calzado, venta de autopartes, transporte público, servicios de refrigeración y plomería y el sector construcción.
Pero pocos días después se cambió el anuncio. A inicios del mes siguiente, la gestión de Maduro anunció que ya no se aplicaría el 5×10 sino el esquema 7+7: siete días de flexibilización y siete días de cuarentena, y se estudiaría la incorporación de otros sectores económicos.
El esquema 7+7 se mantuvo hasta la última semana de octubre de 2021: desde noviembre comenzó a regir una flexibilización ampliada que aún seguía en vigencia en marzo de 2022.
En junio de 2020, el médico internista e infectólogo Julio Castro fue el encargado de firmar, en calidad de asesor de la Asamblea Nacional de 2015 en temas de salud, un acuerdo de cooperación técnica junto al Ministerio de Salud y con apoyo de la OPS, con el fin de reforzar la respuesta a la pandemia en Venezuela con la integración de conocimientos técnicos y el uso de fondos congelados en el exterior.
En julio, la OPS repartió 20 toneladas de insumos, entre mascarillas, respiradores, caretas, lentes protectores y batas quirúrgicas, en 31 hospitales del país.
Con recursos recibidos en el marco del acuerdo entre el Ministerio de Salud y la Asamblea Nacional, la OPS adquirió 340 mil pruebas para el diagnóstico por detección de antígenos y 35 equipos lectores.
Según un informe de OPS, en 2020 la organización movilizó cerca de 780 toneladas de equipos, insumos y medicamentos como parte de la respuesta humanitaria a la emergencia en el país y la respuesta al COVID-19.
En febrero de 2021, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) anunció que representantes del Ministerio de Salud y asesores de la Asamblea Nacional de 2015 en materia de salud se reunirían en una Mesa Técnica Nacional de vacunación para buscar un consenso sobre la vacunación y garantizar la entrada del país al mecanismo Covax.
Las sociedades científicas médicas, los asesores y la Academia Nacional de Medicina revisaron el plan de vacunación elaborado por el Ministerio de Salud y enviaron un documento con sugerencias. La última reunión tuvo lugar en mayo del mismo año. Para el 4 de junio, día en el que había otra convocatoria, las autoridades suspendieron la reunión. Desde entonces, la mesa dejó de funcionar.
Poco antes de levantarse de la mesa, el gobierno de Nicolás Maduro cambió su modelo de compra de vacunas en el mecanismo Covax y pagó la totalidad de las dosis por anticipado, por lo cual la mesa dejó de negociar el uso de fondos congelados para financiar la compra de vacunas.
Uno de los logros de la mesa, según informó la Academia Nacional de Medicina en su momento, fue la movilización de 27 millones de dólares de los fondos retenidos en Estados Unidos para ser destinados a la cooperación técnica de OPS y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) para reforzar la cadena de frío y la logística.
Las negociaciones políticas entre gobierno y oposición llevadas a cabo en México, con la mediación de Noruega, habían acordado conformar una Mesa de Atención Social que retomaría lo avanzado en la Mesa Técnica de vacunación, con el fin de articular esfuerzos para abordar temas como la respuesta al COVID-19, pero las negociaciones se suspendieron y la Mesa de Atención Social nunca se conformó.
Aunque no hay mayores detalles sobre las últimas operaciones, a finales de 2021, la OPS entregó a Venezuela camiones refrigerados y restauró contenedores marítimos para el transporte de 3 millones de vacunas.
El país también ha recibido donaciones de la Cruz Roja y apoyo de organizaciones como Médicos Sin Fronteras, que rehabilitaron espacios y formaron personal en hospitales de Caracas.
Desde el inicio de la pandemia, Venezuela buscó apoyo en sus aliados para donaciones y compras. La administración de Maduro estableció un «puente aéreo permanente» con China para mejorar la respuesta frente al COVID-19. Desde entonces, numerosos cargamentos con materiales de bioseguridad, pruebas diagnósticas, insumos y equipos han llegado al país.
El último envío de China data del 5 de marzo de 2022, con 69 toneladas de medicamentos, material médico quirúrgico y equipos médicos. Según el Ministerio de Salud, se trató del vuelo número 42 en aterrizar en Venezuela desde que comenzó la emergencia nacional por el coronavirus.
En 2020 también se recibieron lotes provenientes de Turquía con toneladas de insumos médicos, camas hospitalarias, ventiladores para respiración artificial, mascarillas y otros materiales. El 18 de julio se recibieron 15 toneladas, mientras que otro cargamento arribó en agosto de ese mismo año.
Durante el primer año de pandemia Venezuela también hizo inversiones con India, Qatar, Alemania, Suiza, Rusia, Portugal y España.
Las principales vacunas contra COVID-19 administradas en el país han llegado de China y Rusia, además de los candidatos vacunales comprados a Cuba.
No existe información pública oficial sobre el gasto público en respuesta a la pandemia en Venezuela.
Aunque muchos países han empezado a relajar las medidas de bioseguridad frente a la pandemia, Venezuela mantiene el uso de mascarillas en espacios públicos. Tras dos años de pandemia, no obstante, es más frecuente ver personas que ya no usan las mascarillas en las calles, mientras que el distanciamiento físico en escasas ocasiones es respetado.
Desde las sociedades científicas médicas, los expertos llaman a la población a cuidarse, independientemente de las medidas anunciadas por las autoridades.
«Debemos seguir usando mascarillas de buena calidad sobre todo en espacios de gran riesgo, como espacios cerrados, mal ventilados, con grandes aglomeraciones, o ante la posibilidad de contacto con personas muy expuestas, vulnerables o de riesgo», expresó el presidente de la Sociedad Venezolana de Infectología (SVI), el doctor Manuel Figuera.
La SVI, además del uso de mascarillas, también recomienda la vacunación con tres dosis y el aislamiento y búsqueda oportuna de atención médica en caso de tener síntomas sugestivos de COVID-19.
La pandemia aún no termina y su futuro es variable. Superado el primer pico de casos del año, generado por la variante ómicron, los expertos llaman a la ciudadanía y a las autoridades a no bajar la guardia.
«Este virus nos enseña cosas todos los días, así que debemos ser prudentes. El mensaje al órgano rector es que se debe preparar para nuevas olas, y no solo para eso, sino para dotar a los establecimientos para atender las otras enfermedades que se han dejado de atender», expresó Jaime Lorenzo. «Para la población, creemos que se debe incentivar como nunca la prevención para COVID-19 y muchas enfermedades», señaló.