A las 5:50 a.m. Carlos Ochoa estaba en la cola frente al Distrito Sanitario N° 3, ubicado en San Martín. Llegó al lugar a probar su suerte, pues no tenía ni el mensaje donde le avisaban que podía vacunarse, ni es parte de los grupos de riesgo.
Aun así se empeñó y, luego de ocho horas en la travesía por una vacuna, logró que se la pusieran. Del Distrito salió no solo con el cartón que le ratificaba la protección con la primera dosis china, sino que también se llevó en sus manos un par de pastillas de paracetamol y un frasquito de carvativir, las llamadas gotas milagrosas que promociona el mandatario Nicolás Maduro.
“Me dijeron que las pastillas eran por si me sentía mal y las gotas milagrosas para que se las diera a mis familiares que aún no se han vacunado”, contó Ochoa.
A todas las personas que pasaron por ese centro de vacunación, uno de los 10 habilitados en el Distrito Capital, le daban ese kit. “Había una caja de carvativir en cada puesto”, añadió el joven de 23 años.
No daban esperanzas
Ochoa vive en El Paraíso a pocas cuadras del Distrito Sanitario. El lunes 7 de junio unos amigos le contaron que se pudieron vacunar sin problemas, y eso lo animó para acercarse este 8 de junio al lugar. Fue con dos vecinas y lleno de esperanzas, dada la experiencia de sus conocidos.
A esa hora, a las 5:50 a.m. no estaban discriminados ni por edad, ni por quiénes habían recibido el mensaje del Sistema Patria.
A eso de las 8:00 a.m. fue que salió un doctor y comenzó a sacar a todos los adultos mayores y a las personas con algún tipo de discapacidad motora y los ubicó en otra fila.
—¿Qué mensaje daban al resto de la población?
— El resto nos quedamos en la cola inicial. A mitad de mañana los funcionarios salían y decían que no esperáramos porque no iban a inmunizar a la población menor de 60 años. Nos invitaban reiteradamente a salir del lugar, pero nosotros insistíamos. Algunos se salieron con desaliento y eso nos permitió avanzar varios metros.
Cuando llegó, calculó que cerca de 300 personas estaban por delante de él. El número se redujo con el paso de las horas. Pero al mediodía sus vecinas vieron minimizadas sus posibilidades y los tres acordaron regresar a sus hogares.
“Una vez en la casa nos informan que un lote de personas sin el mensaje pudo ingresar al Distrito y nos regresamos de inmediato. Le dijimos a los organizadores que estábamos delante del grupo que logró pasar, pero nos contestaron que ya no había más nada qué hacer. Nos molestamos y pusimos al inicio de la cola. Luego, mis amigas desistieron, pero yo me quedé. Ya había perdido mi día de trabajo”.
Ochoa habló con una doctora en varias oportunidades, le explicó que tenía mucho tiempo esperando y que vio que estaban atendiendo a la población joven. Eso le allanó un poco el camino.
En ese lapso la cola de la tercera edad bajó considerablemente. Pasada la 1:00 p.m. ya no había muchos abuelitos esperando por la dosis china. Las rusas no alcanzaron la demanda. “Dijeron que solo pusieron 100 ese día, por lo que todos los que llegaron esa mañana fueron inmunizados con la VeroCell”.
Buscaban abuelos fuera de la cola
Ya el bululú visto durante las primeras horas de la mañana, ya rutina desde que inició el plan nacional de vacunación el pasado 29 de mayo, iba desapareciendo paulatinamente. La gente cansada bajo el sol solo quería pasar a los cubículos, 10 en total.
“Pero se hacía lento para mi grupo. Mientras tanto, de las instalaciones salían trabajadores a buscar a personas de la tercera edad. Le preguntaban a quienes pasaban por la acera si ya se habían puesto la dosis, los llevaban directo al recinto. Hubo quienes siguieron de largo, pero muchos aprovecharon vacunarse con la suerte de no madrugar y sin hacer colas”.
A las 3:00 p.m. Carlos Ochoa tenía el cartón del registro de la vacuna VeroCell. Su segunda dosis le toca el próximo 29 de junio. Al salir escuchaba las recomendaciones de quienes participan en el operativo: recuerde que la vacuna es gratis, no pague por un cupo, no pague por la cola…. “Creo que tuve suerte, fueron siete horas, pero fue suerte”, dijo.

Más centros de vacunación
Además del Distrito Sanitario 3, ubicado en San Martí, municipio Libertador de Caracas, hay otros puntos que se han ido habilitando en la ciudad desde el pasado 29 de mayo:
- Hotel Alba Caracas, avenida México, parroquia La Candelaria.
- Universidad Bolivariana de Venezuela en Los Chaguaramos, parroquia San Pedro.
- Instituto de Previsión Social de la Fuerza Armada (Ipsfa), parroquia El Valle.
- Escuela Nacional Robinsoniana, parroquia Sucre.
- Dirección de Salud de Caracas, parroquia San Juan.
- Monte Piedad, parroquia 23 de Enero.
- Liceo Andrés Eloy Blanco, en Propatria, parroquia Sucre.