Los éxitos de Alemania en el combate al COVID-19 se basan en la detección temprana de los portadores del virus. El país europeo ha dado muestras de su capacidad para aplicar miles de test que permiten ubicar con prontitud los brotes de contagio y apagarlos. Para la cuarta semana de marzo, uno de cada 235 alemanes se había sometido a pruebas de detección, como lo recomienda la Organización Mundial de la Salud.
El Instituto de Virología Robert Koch (RKI) precisó que en siete días hicieron 348.619 pruebas de laboratorio, según reportes oficiales.
Pero la masividad no es el único factor que influye. El presidente del RKI (por sus siglas en alemán), Lothar Wieler, explicó que los test se comenzaron a hacer en la primera fase de la epidemia, lo cual permitió identificar muchos casos leves.
Alemania se preparó con antelación a la llegada del virus y, antes de detectar el primer caso en el país el 27 de enero, instaló un comité permanente de vigilancia, específicamente el 6 de enero.
Wieler agrega otro elemento que puede explicar la baja tasa de muertes en comparación con el alto número de casos positivos: el promedio de edad de los infectados. “Muchos de los contagiados son gente joven, entre 20 y 50 años, entre quienes se presenta un índice de mortalidad menor, mientras que el promedio de edad de quienes han muerto es de 81 años”.
Las restricciones al libre tránsito han sido acatadas por la mayoría de la población de Alemania. Foto/EFE
Aunque el Ministerio Federal de Salud alemán no recomienda hacer exámenes a personas asintomáticas incorpora criterios como el grado de vulnerabilidad o las patologías previas que flexibilizan el protocolo para la aplicación del test.
Otra fórmula implementada para acelerar la detección es el «drive thru» para hacer pruebas a casos sospechosos sin que la persona baje de su automóvil. De esta manera se evitan los contactos interpersonales, que serían más difícil de controlar en clínicas u hospitales.
Así estaba la Puerta de Brandenburgo el 28 de marzo. Foto/EFE
La vigilancia de contactos para descartar nuevos contagios es otras de las medidas que ejecutan las autoridades, acorde con los protocolos de vigilancia de la propagación del COVID-19 establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El monitoreo funciona de la siguiente manera: las autoridades sanitarias estatales envían las alertas al Instituto de Virología, desde donde se ubican a las personas y se toman las medidas de control epidemiológico que correspondan en cada caso.
El gobierno de Ángela Merkel fue criticado por otros miembros de la Unión Europea por prohibir la exportación de equipos de protección para el personal sanitario, como mascarillas, guantes y batas. Países afectados, como Italia, lo asumieron como una muestra de mezquindad.
Contra todos los pronósticos, en Alemania surgió un nuevo delito: el robo de mascarillas. El 16 de marzo un empleado del centro logístico de Colonia, que surte a las clínicas en esa ciudad, denunció ante la policía la desaparición de 50.000 mascarillas protectoras.
Este no fue el único incidente de este tipo, según el servicio de radiodifusión Deutsche Welle. En la Baja Sajonia, la policía estaba investigando el robo de 1.200 tapabocas. En Renania del Norte-Westfalia, el estado federado en el que se encuentra Colonia, los hospitales informaron el robo de cientos de botellas de desinfectante para manos.
El consorcio alemán Bosch desarrolla un test rápido para el coronavirus. Foto/EFE
En Berlín, desinfectantes, respiradores, guantes y ropa protectora fueron robados de la unidad de cuidados intensivos para niños de la Clínica Virchow de Charité.
La presidenta de la Comisión Europea y ex ministra de Defensa de Alemania, Ursula Von der Leyen, pidió levantar la restricción de exportación de equipos de protección con la condición de que el material no fuese vendido a países que no formaran parte de la Unión Europea, y así “evitar la fuga de mascarillas”. Merkel suspendió la medida.
Por su parte, la Unión Europea creó una reserva de emergencia, con un presupuesto inicial de 50 millones de euros, destinado a los países con escasez de insumos de protección contra el COVID-19.
Alemania tiene un robusto sistema sanitario que le da ventajas para combatir la pandemia. Es el cuarto país de las 40 naciones que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) con mayor cantidad de camas hospitalarias por habitante: 8 plazas por cada 1.000 habitante. Además, tiene la mayor concentración de hospitales en Europa: 1.900 para sus 82 millones de habitante, así como 28.000 camas en Unidades de Cuidados Intensivos, según datos de la OMS y de la OCDE divulgados por la BBC.
En un espacio universitario en Wuppertal, habilitaron un hospital para atender a personas con COVID-19. Foto/EFE
A pesar de esas ventajas, el Gobierno alemán aprobó, el lunes 23 de marzo, un programa de ayudas económicas, considerado como la mayor emisión de deuda pública hecha en este país desde la Segunda Guerra Mundial, el cual implica una inversión de 3.500 millones de euros para el fortalecimiento del sistema sanitario. Las asignaciones presupuestarias, que en total suman 750.000 millones de euros, se aprobaron con la certeza de que sobrevendría una vertiginosa propagación del COVID-19.
El ministro de Finanzas y vicecanciller alemán, Olaf Scholz, prometió ayuda financiera a las empresas que asuman la producción de máscaras de protección contra el coronavirus, para paliar los riesgos que implica ese cambio de orientación como fabricantes.
Pese a las políticas implementadas para reducir el número de muertes en Alemania, algunos critican la laxitud de las medidas de distanciamiento social, como las denomina la OMS. Apenas se ha dispuesto un confinamiento parcial hasta el 20 de abril prorrogable.
Aunque hay restricciones al derecho de reunión, están permitidas las actividades laborales que no puedan hacerse a distancia, los exámenes académicos necesarios y el ejercicio al aire libre. La exigencia es evitar estar con más de una persona en espacios públicos y mantener una distancia de más de un metro del acompañante.
Se exhorta a las empresas cumplir con las normas de higiene y protección para los empleados y visitantes. Los restaurantes y las empresas del cuidado personal, como las peluquerías, están cerrados.
El uso del automóvil se permite solo o en compañía de miembros de la familia. La distancia mínima de 1,5 metros debe mantenerse entre los usuarios en los autobuses y trenes.
Berlín insiste que no se levantará confinamiento parcial antes del 20 abril.Foto/EFE
“La gente siguió yendo a restaurantes y bares hasta el jueves de la semana pasada (19 de marzo) y en las últimas semanas la restricción para salir era hasta las 19:00 horas, como si el virus estuviera inactivo hasta esa hora y después se activara. El gobierno aconseja permanecer en casa, pero no obliga. Esto significa que puedes salir acompañado hasta por una persona y hacer lo que necesites. Eso va a contra marcha de lo que está haciendo el mundo. Están cuidando más los puestos de trabajo”, cuestiona Fabián Romero*, enfermero en un hospital en la ciudad de Bremen. Romero es parte del personal extranjero que ha absorbido Alemania para reforzar a los sanitarios.
La cuarentena está reservada para los casos positivos que no presentan síntomas graves y para los casos sospechosos, es decir los que entren en contacto con un positivo o con los viajeros recién llegados al país.
No obstante, Baviera, el estado federado más grande y poblado, declaró estado de catástrofe e impuso restricciones al libre tránsito calle desde el 20 de marzo por un periodo inicial de dos semanas.
Alemania dispone de 28.000 camas en Unidades de Cuidados Intensivos. Foto/EFE
“Permítanme decirles: la situación es seria. Tómenla en serio. Desde la Segunda Guerra Mundial no se había planteado en nuestro país ningún otro desafío, en el que todo dependiera tanto de nuestra actuación solidaria mancomunada”, declaró la canciller alemana en un mensaje a la nación el 18 de marzo. En su alocución subrayó que el objetivo central del gobierno es desacelerar la propagación del virus, extenderla por meses y ganar tiempo para desarrollar un medicamento y una vacuna.
El laboratorio alemán CureVac está desarrollando una vacuna profiláctica, basada en la molécula «ARNm» contra el SARS-CoV-2, en colaboración con la Coalición para la Innovación en Preparación ante las Epidemias. Esperan comenzar el ensayo clínico a principios de junio en Alemania y Bélgica.
“Al principio de la situación se acabaron productos que duran mucho tiempo, como pasta, comida en latas o productos de higiene. Pero no he necesitado nada de eso en este momento”, responde Phillip Lammers, alemán residente en Leipzig.
El ingeniero de 28 años confirma que en la zona donde reside hay pocos locales de comida, supermercados o farmacias abiertos. “Por la calle principal, al lado de mi casa, no pasan casi carros y muy pocos trenes”, detalla.
“No he necesitado de los servicios de salud en estos días, pero según lo que escucho aún funcionan bien. Los hospitales están incrementando la capacidad de terapia intensiva”, responde.
Agrega que el servicio de internet está más lento por el aumento en la demanda y escucha las noticias de canales públicos para informarse: “Según lo que veo no hay censura de ningún tipo en las noticias. Yo recibo noticias de canales privados igual que públicos. Prefiero ver las noticias públicas, pues me parecen más confiables”.
La policía se encarga de hacer cumplir la prohibición de reuniones de más de dos personas en espacios públicos, como esta plaza de Duesseldorf. Foto/EFE
La suspensión de vuelos internacionales y el cierre de fronteras complementan las medidas de distanciamiento social. El ministro federal del Interior, Horst Seehofer, decidió introducir controles fronterizos temporales para reducir aún más el riesgo de infección por el COVID-19.
Los controles fronterizos internos con Austria, Suiza, Francia, Luxemburgo y Dinamarca se aplicarán inicialmente hasta el 14 de abril. El movimiento transfronterizo de mercancías y viajeros siguen garantizados, pero con restricciones. Hay una lista de los puntos de cruce fronterizos aprobados controlados por la policía.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió el 30 de marzo que es inevitable «una profunda recesión en Europa» debido a la pandemia, ya que cada mes de cuarentena resta un 3 % del PIB anual. Además, la Organización de Naciones Unidas (ONU) pidió una ayuda global de 2,5 billones de dólares, a modo de un “Plan Marshall”, para reducir el impacto económico de la parálisis de muchas actividades económicas.
Por lo que Alemania respecta, su plan de rescate, que prevé inversiones de 750.000 millones de euros, incluye un fondo de estabilización económica para grandes empresas con un capital de 500.000 millones de euros.
Adicionalmente se creó un fondo de rescate para trabajadores independientes y empresas de menos diez trabajadores, los cuales podrían ser favorecidos hasta con 50.000 millones de euros.
El 29 de marzo, las calles de Munich estaban desiertas. Foto/EFE
Para los sectores de la población en situación de mayor vulnerabilidad también se han tomado medidas de asistencia. El Centro de Berlín para la Vida Independiente para Personas con Discapacidad ofrece asesoramiento telefónico y recopiló en su página web enlaces a información útil, algunos disponibles en lenguaje de señas.
Uno de los enlaces es una plataforma que aglutina a las distintas organizaciones de voluntarios que existen en cada ciudad para apoyar a los que lo necesiten en la compra de medicinas y alimentos.
José Rafael Monagas es venezolano y tiene seis meses en Alemania. Afirma que con el COVID-19 la vida ha cambiado totalmente. “Solo los comercios de farmacia y los supermercados pueden estar abiertos. Están prohibidas las reuniones públicas de más de dos personas y el libre tránsito está restringido”, explica.
El ingeniero en Telecomunicaciones pasa los días en su residencia ubicada en Leipzig, atento a las noticias. “Todos los suministros de bienes siguen funcionando bien. El supermercado está semi abastecido. Algunas secciones como la panadería tiene muy pocos insumos, por el riesgo que implica la exposición del pan fresco. Algunos productos de limpieza y el papel sanitario escasean”, indicó.
«Mantente saludable + feliz» dice la improvisada pancarta colocada en la puerta de una casa de Munich. Foto/EFE
Alemania no se duerme en los laureles. Aunque ha logrado detener los contagios y las muertes, al 1° de abril se registran 77.872 casos confirmados de COVID-19 y 920 decesos a causa del virus. Los expertos no cantan victoria y advierten que la situación puede empeorar mientras no exista una vacuna. «El índice de mortalidad específica es, de momento, del 0,8 %. Eso se debe a que empezamos a hacer test muy temprano y muy intensamente. Pero parte de la base de que el índice de mortalidad crecerá», dijo el 31 de marzo el director del RKI, Lothar Wieler.
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Los éxitos de Alemania en el combate al COVID-19 se basan en la detección temprana de los portadores del virus. El país europeo ha dado muestras de su capacidad para aplicar miles de test que permiten ubicar con prontitud los brotes de contagio y apagarlos. Para la cuarta semana de marzo, uno de cada 235 alemanes se había sometido a pruebas de detección, como lo recomienda la Organización Mundial de la Salud.
El Instituto de Virología Robert Koch (RKI) precisó que en siete días hicieron 348.619 pruebas de laboratorio, según reportes oficiales.
Pero la masividad no es el único factor que influye. El presidente del RKI (por sus siglas en alemán), Lothar Wieler, explicó que los test se comenzaron a hacer en la primera fase de la epidemia, lo cual permitió identificar muchos casos leves.
Alemania se preparó con antelación a la llegada del virus y, antes de detectar el primer caso en el país el 27 de enero, instaló un comité permanente de vigilancia, específicamente el 6 de enero.
Wieler agrega otro elemento que puede explicar la baja tasa de muertes en comparación con el alto número de casos positivos: el promedio de edad de los infectados. “Muchos de los contagiados son gente joven, entre 20 y 50 años, entre quienes se presenta un índice de mortalidad menor, mientras que el promedio de edad de quienes han muerto es de 81 años”.
Las restricciones al libre tránsito han sido acatadas por la mayoría de la población de Alemania. Foto/EFE
Aunque el Ministerio Federal de Salud alemán no recomienda hacer exámenes a personas asintomáticas incorpora criterios como el grado de vulnerabilidad o las patologías previas que flexibilizan el protocolo para la aplicación del test.
Otra fórmula implementada para acelerar la detección es el «drive thru» para hacer pruebas a casos sospechosos sin que la persona baje de su automóvil. De esta manera se evitan los contactos interpersonales, que serían más difícil de controlar en clínicas u hospitales.
Así estaba la Puerta de Brandenburgo el 28 de marzo. Foto/EFE
La vigilancia de contactos para descartar nuevos contagios es otras de las medidas que ejecutan las autoridades, acorde con los protocolos de vigilancia de la propagación del COVID-19 establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El monitoreo funciona de la siguiente manera: las autoridades sanitarias estatales envían las alertas al Instituto de Virología, desde donde se ubican a las personas y se toman las medidas de control epidemiológico que correspondan en cada caso.
El gobierno de Ángela Merkel fue criticado por otros miembros de la Unión Europea por prohibir la exportación de equipos de protección para el personal sanitario, como mascarillas, guantes y batas. Países afectados, como Italia, lo asumieron como una muestra de mezquindad.
Contra todos los pronósticos, en Alemania surgió un nuevo delito: el robo de mascarillas. El 16 de marzo un empleado del centro logístico de Colonia, que surte a las clínicas en esa ciudad, denunció ante la policía la desaparición de 50.000 mascarillas protectoras.
Este no fue el único incidente de este tipo, según el servicio de radiodifusión Deutsche Welle. En la Baja Sajonia, la policía estaba investigando el robo de 1.200 tapabocas. En Renania del Norte-Westfalia, el estado federado en el que se encuentra Colonia, los hospitales informaron el robo de cientos de botellas de desinfectante para manos.
El consorcio alemán Bosch desarrolla un test rápido para el coronavirus. Foto/EFE
En Berlín, desinfectantes, respiradores, guantes y ropa protectora fueron robados de la unidad de cuidados intensivos para niños de la Clínica Virchow de Charité.
La presidenta de la Comisión Europea y ex ministra de Defensa de Alemania, Ursula Von der Leyen, pidió levantar la restricción de exportación de equipos de protección con la condición de que el material no fuese vendido a países que no formaran parte de la Unión Europea, y así “evitar la fuga de mascarillas”. Merkel suspendió la medida.
Por su parte, la Unión Europea creó una reserva de emergencia, con un presupuesto inicial de 50 millones de euros, destinado a los países con escasez de insumos de protección contra el COVID-19.
Alemania tiene un robusto sistema sanitario que le da ventajas para combatir la pandemia. Es el cuarto país de las 40 naciones que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) con mayor cantidad de camas hospitalarias por habitante: 8 plazas por cada 1.000 habitante. Además, tiene la mayor concentración de hospitales en Europa: 1.900 para sus 82 millones de habitante, así como 28.000 camas en Unidades de Cuidados Intensivos, según datos de la OMS y de la OCDE divulgados por la BBC.
En un espacio universitario en Wuppertal, habilitaron un hospital para atender a personas con COVID-19. Foto/EFE
A pesar de esas ventajas, el Gobierno alemán aprobó, el lunes 23 de marzo, un programa de ayudas económicas, considerado como la mayor emisión de deuda pública hecha en este país desde la Segunda Guerra Mundial, el cual implica una inversión de 3.500 millones de euros para el fortalecimiento del sistema sanitario. Las asignaciones presupuestarias, que en total suman 750.000 millones de euros, se aprobaron con la certeza de que sobrevendría una vertiginosa propagación del COVID-19.
El ministro de Finanzas y vicecanciller alemán, Olaf Scholz, prometió ayuda financiera a las empresas que asuman la producción de máscaras de protección contra el coronavirus, para paliar los riesgos que implica ese cambio de orientación como fabricantes.
Pese a las políticas implementadas para reducir el número de muertes en Alemania, algunos critican la laxitud de las medidas de distanciamiento social, como las denomina la OMS. Apenas se ha dispuesto un confinamiento parcial hasta el 20 de abril prorrogable.
Aunque hay restricciones al derecho de reunión, están permitidas las actividades laborales que no puedan hacerse a distancia, los exámenes académicos necesarios y el ejercicio al aire libre. La exigencia es evitar estar con más de una persona en espacios públicos y mantener una distancia de más de un metro del acompañante.
Se exhorta a las empresas cumplir con las normas de higiene y protección para los empleados y visitantes. Los restaurantes y las empresas del cuidado personal, como las peluquerías, están cerrados.
El uso del automóvil se permite solo o en compañía de miembros de la familia. La distancia mínima de 1,5 metros debe mantenerse entre los usuarios en los autobuses y trenes.
Berlín insiste que no se levantará confinamiento parcial antes del 20 abril.Foto/EFE
“La gente siguió yendo a restaurantes y bares hasta el jueves de la semana pasada (19 de marzo) y en las últimas semanas la restricción para salir era hasta las 19:00 horas, como si el virus estuviera inactivo hasta esa hora y después se activara. El gobierno aconseja permanecer en casa, pero no obliga. Esto significa que puedes salir acompañado hasta por una persona y hacer lo que necesites. Eso va a contra marcha de lo que está haciendo el mundo. Están cuidando más los puestos de trabajo”, cuestiona Fabián Romero*, enfermero en un hospital en la ciudad de Bremen. Romero es parte del personal extranjero que ha absorbido Alemania para reforzar a los sanitarios.
La cuarentena está reservada para los casos positivos que no presentan síntomas graves y para los casos sospechosos, es decir los que entren en contacto con un positivo o con los viajeros recién llegados al país.
No obstante, Baviera, el estado federado más grande y poblado, declaró estado de catástrofe e impuso restricciones al libre tránsito calle desde el 20 de marzo por un periodo inicial de dos semanas.
Alemania dispone de 28.000 camas en Unidades de Cuidados Intensivos. Foto/EFE
“Permítanme decirles: la situación es seria. Tómenla en serio. Desde la Segunda Guerra Mundial no se había planteado en nuestro país ningún otro desafío, en el que todo dependiera tanto de nuestra actuación solidaria mancomunada”, declaró la canciller alemana en un mensaje a la nación el 18 de marzo. En su alocución subrayó que el objetivo central del gobierno es desacelerar la propagación del virus, extenderla por meses y ganar tiempo para desarrollar un medicamento y una vacuna.
El laboratorio alemán CureVac está desarrollando una vacuna profiláctica, basada en la molécula «ARNm» contra el SARS-CoV-2, en colaboración con la Coalición para la Innovación en Preparación ante las Epidemias. Esperan comenzar el ensayo clínico a principios de junio en Alemania y Bélgica.
“Al principio de la situación se acabaron productos que duran mucho tiempo, como pasta, comida en latas o productos de higiene. Pero no he necesitado nada de eso en este momento”, responde Phillip Lammers, alemán residente en Leipzig.
El ingeniero de 28 años confirma que en la zona donde reside hay pocos locales de comida, supermercados o farmacias abiertos. “Por la calle principal, al lado de mi casa, no pasan casi carros y muy pocos trenes”, detalla.
“No he necesitado de los servicios de salud en estos días, pero según lo que escucho aún funcionan bien. Los hospitales están incrementando la capacidad de terapia intensiva”, responde.
Agrega que el servicio de internet está más lento por el aumento en la demanda y escucha las noticias de canales públicos para informarse: “Según lo que veo no hay censura de ningún tipo en las noticias. Yo recibo noticias de canales privados igual que públicos. Prefiero ver las noticias públicas, pues me parecen más confiables”.
La policía se encarga de hacer cumplir la prohibición de reuniones de más de dos personas en espacios públicos, como esta plaza de Duesseldorf. Foto/EFE
La suspensión de vuelos internacionales y el cierre de fronteras complementan las medidas de distanciamiento social. El ministro federal del Interior, Horst Seehofer, decidió introducir controles fronterizos temporales para reducir aún más el riesgo de infección por el COVID-19.
Los controles fronterizos internos con Austria, Suiza, Francia, Luxemburgo y Dinamarca se aplicarán inicialmente hasta el 14 de abril. El movimiento transfronterizo de mercancías y viajeros siguen garantizados, pero con restricciones. Hay una lista de los puntos de cruce fronterizos aprobados controlados por la policía.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió el 30 de marzo que es inevitable «una profunda recesión en Europa» debido a la pandemia, ya que cada mes de cuarentena resta un 3 % del PIB anual. Además, la Organización de Naciones Unidas (ONU) pidió una ayuda global de 2,5 billones de dólares, a modo de un “Plan Marshall”, para reducir el impacto económico de la parálisis de muchas actividades económicas.
Por lo que Alemania respecta, su plan de rescate, que prevé inversiones de 750.000 millones de euros, incluye un fondo de estabilización económica para grandes empresas con un capital de 500.000 millones de euros.
Adicionalmente se creó un fondo de rescate para trabajadores independientes y empresas de menos diez trabajadores, los cuales podrían ser favorecidos hasta con 50.000 millones de euros.
El 29 de marzo, las calles de Munich estaban desiertas. Foto/EFE
Para los sectores de la población en situación de mayor vulnerabilidad también se han tomado medidas de asistencia. El Centro de Berlín para la Vida Independiente para Personas con Discapacidad ofrece asesoramiento telefónico y recopiló en su página web enlaces a información útil, algunos disponibles en lenguaje de señas.
Uno de los enlaces es una plataforma que aglutina a las distintas organizaciones de voluntarios que existen en cada ciudad para apoyar a los que lo necesiten en la compra de medicinas y alimentos.
José Rafael Monagas es venezolano y tiene seis meses en Alemania. Afirma que con el COVID-19 la vida ha cambiado totalmente. “Solo los comercios de farmacia y los supermercados pueden estar abiertos. Están prohibidas las reuniones públicas de más de dos personas y el libre tránsito está restringido”, explica.
El ingeniero en Telecomunicaciones pasa los días en su residencia ubicada en Leipzig, atento a las noticias. “Todos los suministros de bienes siguen funcionando bien. El supermercado está semi abastecido. Algunas secciones como la panadería tiene muy pocos insumos, por el riesgo que implica la exposición del pan fresco. Algunos productos de limpieza y el papel sanitario escasean”, indicó.
«Mantente saludable + feliz» dice la improvisada pancarta colocada en la puerta de una casa de Munich. Foto/EFE
Alemania no se duerme en los laureles. Aunque ha logrado detener los contagios y las muertes, al 1° de abril se registran 77.872 casos confirmados de COVID-19 y 920 decesos a causa del virus. Los expertos no cantan victoria y advierten que la situación puede empeorar mientras no exista una vacuna. «El índice de mortalidad específica es, de momento, del 0,8 %. Eso se debe a que empezamos a hacer test muy temprano y muy intensamente. Pero parte de la base de que el índice de mortalidad crecerá», dijo el 31 de marzo el director del RKI, Lothar Wieler.