El laureado director de orquestas venezolano Gustavo Dudamel lamentó hoy, lunes 21 de aosto, la cancelación de una gira que le llevaría junto a la Orquesta Nacional Juvenil e Infantil de Venezuela a recorrer cuatro ciudades de EE. UU., una decisión anunciada tras el distanciamiento del músico con el Gobierno de Nicolás Maduro.
“Me rompe el corazón la cancelación de la gira por cuatro ciudades estadounidenses de la Orquesta Nacional Juvenil de Venezuela“, escribió en Twitter el prestigioso director sobre la serie de conciertos que se iniciaría en la segunda semana de septiembre próximo.
La gira reuniría a casi 200 jóvenes de la orquesta juvenil del reconocido Sistema Nacional de Orquestas. “Mi sueño de tocar junto a estos maravillosos jóvenes músicos no se podrá hacer realidad – esta vez”, indicó Dudamenl en un segundo mensaje.
El joven músico, que actualmente dirige la Filarmónica de Los Ángeles, agradeció a los equipos de Wolftrap, Ravinia, Berkeley y el Hollywood Bowl, los lugares donde se celebrarían los conciertos, aunque no precisó los motivos de la cancelación.
Dudamel seguirá “tocando y luchando por una Venezuela y un mundo mejor“, indicó en un último mensaje junto a las etiquetas #LaMusicaUne, #TocarYLuchar, #ContinuaTocando y #Venezuela.
La cancelación de los espectáculos se produjo apenas días después de que el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, se refiriera en un acto a Dudamel, a quien criticó por no comprender a su Gobierno y lo instó a que actúe “con ética” al meterse en política.
En mayo, Dudamel pidió a Maduro rectificar y escuchar “la voz del pueblo” frente a la ola de protestas antigubernamentales que comenzó en abril y que dejó más de 120 muertos.
El director de orquestas había mantenido relaciones cordiales con el Gobierno de su país durante muchos años, durante los que ha pertenecido al programa público de música conocido como el Sistema, que ha recibido una fuerte financiación por parte del Estado venezolano.
Sin embargo, a principio de mayo de este año, Dudamel hizo públicas sus diferencias con el Gobierno luego de que fuera asesinado Armando Cañizales, un violinista de 18 años que formaba parte del llamado Sistema y que participaba en una de las grandes protestas celebradas contra el Gobierno en los últimos meses.
El Sistema es un programa social estatal, creado para sistematizar la instrucción y la práctica colectiva e individual de la música para todo tipo de personas, y depende directamente del Ministerio del Despacho de la Presidencia de Venezuela.
EFE/ Foto: El Universal
Esta vendetta de Nicolás Maduro hacia Dudamel por haberse atrevido a criticar al Gobierno reafirma lo que muchos han venido denunciando desde hace tiempo. Que Dudamel y la pandillita de orquestas ha sido, de manera incondicional, un apéndice de la maquinaria propagandística del régimen. El problema no radica en el hecho de que Dudamel deba o no pronunciarse políticamente. El problema es que Dudamel ES VENEZOLANO. He ahí nuestra desgracia. Como venezolano ha sido utilizado como cortina de humo por los gobiernos para proyectar en el exterior una realidad diametralmente opuesta a la debacle musical que padece nuestro país desde hace cuatro lustros por obra y gracia de esa estafa institucional llamada «El Sistema», a la cual Dudamel está indisolublemente ligado. Durante más de 40 años, el mal llamado «Sistema de Orquestas» ha engañado a propios y extraños haciéndoles creer que Venezuela navega en la cresta de la ola en materia de cultura musical, cuando es exactamente TODO LO CONTRARIO. José Antonio Abreu, promotor de esta diabólica pandillita orquestal, lleva cuatro lustros desmembrando y hundiendo a buena parte de las instituciones musicales venezolanas que se han negado a plegarse a sus requerimiento y han guardado un silencio cómplice ante el sisma musical del país. Callaron cuando el régimen chavista acabó con el Canal Clásico de Radio Nacional de Venezuela. Callaron cuando la Emisora Cultural de Caracas tuvo que desaparecer por falta de financiamiento. Callaron cuando el régimen chavista prohibió hace más de 15 años indiscriminadamente la importación de discos, incluidos los de música clásica. Callaron cuando el chavismo convirtió el Teatro Teresa Carreño en un aforo para las convenciones politiqueras y propagandistas del régimen. Pura hipocresía, pura manipulación. Lo que muy pocos saben en Venezuela es que el mal llamado «sistema de orquestas», además de ser una gran farsa, es una gran industria, muy bien articulada, con un colosal caudal de publicidad (adentro y afuera) que paga (¡y paga bien!), porque para eso tiene asignado un milmillonario presupuesto en dólares proveniente no sólo del erario nacional, sino de los aportes que -a fuerza de lobby- ha logrado José Antonio Abreu del Banco Interamericano de Desarrollo y de la Corporación Andina de Fomento. Con esos recursos financian la red de propaganda que todas las semanas difunde sus notas de prensa. Con ese gigantesco presupuesto, han recorrido Europa varias veces dándose vida de reyes, siempre pagados con dinero de nuestro bolsillo para beneficiar a Abreu y a su grupito. Quienes publicitan el sistema de orquestas le han hecho creer a la gente (dentro de Venezuela y fuera de ella) que los muchachos que integran las orquestas juveniles e infantiles son chamos pobres provenientes de los barrios marginales de Caracas y otras ciudades del país. Le han metido el cuento a la gente de que «El Sistema» los ha rescatado de la droga y el malandraje para ponerlos a «producir» música. Todo eso es una mentira podrida. Sí es verdad que ha habido jóvenes provenientes de zonas marginales, pero representan a una minoría. Y son los que menos posibilidades tienen de desarrollarse profesionalmente como músicos. ¿La razón? Muy sencillo. El instrumento musical, por ser tan costoso, no les pertenece a ellos. Es propiedad de la institución orquestal. Es decir, los chamos sólo pueden ser músicos ejecutantes mientras pertenezcan al sistema de orquestas. Si deciden salirse para enrumbarse por su cuenta, se les tranca el serrucho porque se quedan sin instrumento musical. El precio de un violín, o de un violonchelo u de una flauta (por citar sólo tres) alcanza cifras astronómicas, muy lejos del alcance de cualquier muchacho de clase media y mucho menos de clase pobre. La mayoría de esos instrumentos no se fabrica en el país. En resumen, los chamos quedan prisioneros de una institución musical que los utiliza para fines publicitarios del gobierno y no tienen posibilidad de desarrollarse individualmente como ejecutantes.