Asdrúbal Velásquez pensaba que se trataba solo de una gripe. No se preocupó por el diagnóstico hasta que la orina se volvió oscura, casi negra, y las heces se tornaron blanquecinas. A partir de ese momento, acudió a un laboratorio para hacerse un examen. Fue entonces cuando los bionalistas le advirtieron que podría tratarse de una hepatitis.

Este 28 de julio, Día Mundial contra la Hepatitis, Asdrúbal cumplió poco más de un mes de haberse contagiado con el virus de la hepatitis A.

Esta es una infección viral que se transmite vía fecal-oral por la ingestión de alimentos bebidas contaminados o por el contacto con las secreciones de una persona infectada por el virus.

Tras el diagnóstico, Asdrúbal tuvo que someterse a una dieta estricta y a reposo absoluto. También debió extremar las medidas de precaución en casa para evitar el riesgo de contagio con el resto de sus familiares.

El caso de Asdrúbal ocurrió en Puerto Ordaz, en el estado Bolívar, a finales de junio de este año; pero los contagios por el virus de la hepatitis A proliferan mientras las autoridades sanitarias de Venezuela guardan silencio.

Sin el boletín epidemiológico, publicación periódica que divulgó el Ministerio de Salud por última vez la primera semana de mayo de 2017, se hace difícil saber si Venezuela vive un brote o una epidemia de hepatitis A, explica el infectólogo e integrante de la red Médicos por la Salud, Julio Castro.

Lo que sí sabe con seguridad es que tanto él como sus colegas tienen la sensación de ver más casos de los que normalmente ven.

“No podemos guiarnos por lo que vemos en una consulta porque puede ser un universo muy sesgado y no significa, necesariamente, que lo que estemos viendo ocurre en el resto del país. No sabemos lo que está pasando, pero sí tenemos la sensación de que vemos más casos de los que normalmente vemos. Lo que pasa es que no existe ningún número oficial que pueda afirmar esto”, explicó el médico infectólogo

Castro detalló que él y un grupo de colegas han recabado el número de casos registrados a partir de la cantidad de exámenes de diagnóstico realizados en laboratorios del sector privado.

El resultado, dijo, mostró una tendencia de crecimiento progresivo en la cantidad de contagios desde el año 2013. “Es decir, en el año 2018 hubo más casos que en 2017”, apuntó.

“Estamos viendo un aumento del número de casos en la región capital y pensamos que puede tratarse de un patrón que se está viendo también en el resto del país”, añadió.

Este monitoreo deja por fuera a las personas que se hayan contagiado y que no poseen recursos para realizarse una prueba de diagnóstico en el sector privado. En los hospitales de la red pública, detalló Castro, no se hace el estudio debido a la falta de reactivos.

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) detalla que el virus de la hepatitis A está distribuido por todo el mundo y es la causa de alrededor de 1,5 millones de casos clínicos al año. No obstante, la vacuna nunca ha estado incluida en el programa nacional de inmunizaciones.

Para Castro, el incremento de casos apunta a la crisis de servicios básicos. “Conociendo la forma de transmisión, a través de aguas y alimentos contaminados, es lógico pensar que hay una situación precaria en cuanto a los aspectos sanitarios del país”, dijo.

Sin embargo, Castro aseguró que hay múltiples factores que pudieran incidir en la proliferación de casos y que corresponde a las autoridades sanitarias determinar cuáles son.

“No he visto ningún pronunciamiento por parte de las autoridades, pero al menos debería haber una investigación. El Gobierno debería decir si hay un brote o una epidemia, hacer el diagnóstico de lo que está pasando en el país”, expresó.

Entre las medidas correctivas para evitar el aumento de casos, el médico infectólogo mencionó intervenciones a las fuentes de contagio o realizar jornadas masivas de vacunación.

“Cada causa amerita una estrategia diferente. El problema es que no hay ninguna información oficial sobre la hepatitis A“, afirmó.

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