
El Puente Internacional Simón Bolívar separa a la población de San Antonio del Táchira (Venezuela) del Corregimiento La Parada (Norte de Santanter, Colombia). Ha soportado el peso de millones de personas que lo han cruzado -en vehículo o a pie- desde que se inauguró el 24 de febrero de 1962. No obstante, luego de que en 2015 se cerrara por un año el acceso a ambos territorios por disputas entre sus gobernantes, se permitió el paso peatonal durante 15 horas diarias, hasta la fecha.

De las 30 mil personas que -en promedio- cruzan diariamente ese puente, se estima que, al menos 3% de ese grupo de transeúntes no vuelve a Venezuela, según las autoridades migratorias colombianas.

“Aquí todo es un negocio”
El comercio y algunos servicios asociados a esa actividad son los más praticados entre San Antonio del Táchira y Cúcuta, la capital de Norte de Santander. Cobran por transportar comida o maletas -a mano limpia o en carretillas-, venden cigarrillos, medicamentos, alimentos y hasta ofrecen comprar cabello natural a quienes se movilizan por esa ruta.

Pero también te pueden cobrar por pasarte por la frontera “sin hacer la cola“; es decir, por una de las trochas o vías ilegales que atraviesan la línea limítrofe, lejos de la vigilancia de los cuerpos de seguridad.

“No vuelvo a Venezuela hasta que se vaya Maduro”
Al cruzar el puente, el ambiente cambia. Aunque hay muchísimas personas, la mayoría anda sin ningún temor con el teléfono celular en la mano -algo que no harían en territorio venezolano- y aseguran que de ese lado de la frontera “al que agarran robando, lo matan al día siguiente”.

Hay colombianos y venezolanos. De estos últimos, algunos de los consultados tienen años viviendo en la zona, pero otros apenas tres meses. Uno de los que compra y vende cabello es de Los Teques (Miranda) y aseguró que no vuelve a Venezuela “hasta que se vaya (Nicolás) Maduro“.

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Fotos: Iván Ernesto Reyes