Parque del Oeste

Al atravesar el arco de la entrada del Parque del Oeste, se observan perros callejeros durmiendo en la sombra, unas pocas personas sentadas en sillas y a un trabajador de Inparques que solo mira desde una mesa. El sol y la brisa, que se mantienen a lo largo del recorrido, dan la bienvenida al cruzar esa primera sombra.

La pared de la entrada la ilustra una pintura de Alí Primera, guitarra en mano con lentes de aviador. En 2007, el parque, recibió el nombre de este cantante venezolano, cuando antes se llamaba Jóvito Villalba.

La gran fuente del suelo que está justo en la entrada para recibir a los visitantes, no está en funcionamiento. Las otras fuentes de parque tampoco funcionan y algunos bustos de personajes se encuentran incompletos y han sido víctimas de vandalismo.

“Estamos en condiciones muy precarias. En un parque donde se deberían realizar importante eventos, no hay suficiente equipos para el mantenimiento y la bomba de la fuente no funciona”, dijo una trabajadora del Instituto Nacional de Parques (Insparques), que prefirió no identificarse.

Ritmos de salsa a todo volumen también reciben al visitante en la entrada del parque del oeste capitalino, junto a las figuras de Nicolás Maduro y Hugo Chávez. La música se mezcla con la bulla que entra de la avenida Sucre, por los vendedores informales y colas de autobuses para viajar a La Guaira.

Por las faltas de limpieza, la grama en el parque se mantiene alta. No obstante, algunos visitantes deciden dormir sobre sabanas encima de la vegetación sin cortar. Familias y deportistas se tomaban el tiempo para recorrer la caminería de kilómetro y medio que bordea el parque.

Ahora pocas personas se acercan al parque, que durante el mediodía se encuentra desolado. Los caminos, de cementos y cerámica, que dirigen al interior están desgastados y en sectores se mezclan con la maleza y la tierra.

Los chaguaramos de este parque, que se encuentran al principio, lograron sobrevivir a la intensa sequía de este año, pero exhiben sus hojas muertas como faldas que guindan en sus troncos.

Sin embargo, este parque, a pesar de las precariedades nació como la necesidad de una parte de Caracas que demandaba un espacio para la recreación. Después del nacimiento del Parque del Este, el oeste exigía lo propio.

“El oeste comenzaba a manifestar que necesitaban un parque de recreación. Se convirtió en lo que es hoy el pulmón verde del oeste de Caracas”, dijo Derbys López, director de Fundación Historia, Ecoturismo y Ambiente (Fundhea).

En el fondo de las áreas verdes, está la laguna del parque. El agua que la rellena a medias es marrón, mientras en otros extremos del propio lago, están secos. El monte alto bordea sus orillas.

López afirmó que, esta laguna artificial, junto a un río que recorría parte del parque, estaban diseñados para un constante flujo de agua. Sin embargo, por el deterioro, tienen más de un año paralizados. “El parque está en pérdida, como lo están todos los parques de Caracas, por la falta de mantenimiento y el olvido del ente encargado. La sequía lo afectó bastante”, añadió.

En las instalaciones, a pesar de que no está diseñado para concentrar una gran cantidad de especies vegetales, a diferencia del Parque del Este, se encuentran algunos ejemplares como los Chaguaramos, Trinitarias y Papiros.

“No está diseñado como un reservorio de árboles completamente, es muy distinto a lo que es del Parque del Este, en el que se se representanta los cuatro principales biomas de Venezuela bosque húmedo, xerófilo, selva y sabana llanera”.

López lo califica como de paisajismo sencillo, donde “se rellenaron algunos galpones, con museos, árboles y esculturas. Resaltó la importancia de la conservación de este parques en la capital, por ser único en su ubicación céntrica.

“Es un parque completamente integrado a la comunidad, es parte de su cotidianidad. Las personas del oeste bajan al parque a trotar. Realizan distintas actividades recreativas, comparten e intervienen. Es la parte de recreación de las familias menos pudientes”.

En abandono

El fondo del Parque del Oeste es ilustrado por los bloques del 23 de Enero, además de las barriadas de la parroquia Sucre. Su ubicación es accesible. Está justo al lado de la estación Gato Negro del Metro de Caracas, frente a la avenida Sucre.

El parque ha sido víctima de abandono. Cuenta con poco personal, debido a la deserción y los funcionarios no son suficientes para garantizar la seguridad, la cantidad no llega a 20 empleados de esta área para los diferentes turnos.

“En las áreas grandes no se pueden custodiar bien, además de que los empleados no tienen los insumos de defensa propia. Han aumentado los robos”, comentó la trabajadora del parque.

Hay necesidad también en los trabajadores. Cuentan con solo un ingreso de 13 mil bolívares semanales, lo que significa 52 mil bolívares al mes. Además, tampoco los dotan de materiales desde hace dos años.

“Trabajamos en malas condiciones. Las ayudas que llegan al parque y no se sabe que hacen con ella. No nos llegan dotaciones. Estamos muy desamparados”, reclamó.

Los baños tampoco sirven en su totalidad. Sin embargo, los operativos son pagos y tienen sus puertas papeles que anuncian el precio de su uso: 200 bolívares y 300  papel higiénico.

El Alí Primera comienza a recibir los primeros visitantes a las 5:00 am, en su mayoría deportistas. Luego a lo largo del día se van integrando más usuarios, hasta las 5:00 pm, cuando cierra sus puertas.

A diferencia del Parque del Este, en este al otro lado de la ciudad, los atractivos son menores, en coherencia con su tamaño de 46 hectáreas: El Museo Jacobo Borges, un anfiteatro, una concha acústica, parques infantiles, jardines y un cafetín.

El Museo Jacobo Borges ofrece sus cuatro salones en exhibición de 9:30 am a 4:30 pm, de martes a domingo. A  finales de junio, los salones inferiores contaban con la exposición del artista Hendrik Hidalgo, con su obra Divinidades, basada en figuras religiosas bajo luces y sombras en las paredes blancas.

Mientras, en los salones superiores ofrecían una exhibición de Simón Rodríguez, con decenas de cuadros con rostros del maestro venezolano. Además, uno de los espacios era ocupado por las obras de Mujer, luz arte y poesía.

El Anfiteatro Ricardo Aguirre permanece cubierto de grama y tierra. Y la concha acústica, es usada por estudiantes de la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad (Unes), para prácticas y ejercicios.

El parque también cuenta con una especie de vivero, llamado Estación de Agricultura Urbana. En el cosechan distintas especies vegetales para consumo y uso de los trabajadores, entre ornamentales, medicinales y frutales.

“Aquí cultivamos más de 15 especies de plantas”, afirmó uno de los empleados.

El método de cultivo es dentro de cauchos pintados de blancos, llenos de tierra y distribuidos por todo el área. En el sembradío destacaban los tomates, lechosas, cebollas, menta, hierbabuena y acetaminofén.

Dentro de las instalaciones de este parque también queda la Escuela Normal Maestro Miguel Antonio Caro. Los estudiantes hacen vida en las fuentes y bancos, en las afueras de la institución.

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Fotos: Mairet Chourio 

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