El hijo de Maritza Molina, recibió un disparo en la sien mientras manejaba por el sector Aguas Claras de Barlovento. El 29 de febrero del 2012, entre las 7 y 8 de la noche, una bala entró por el lado del copiloto hasta llegar a su cabeza, lo que hizo que perdiera el control de la camioneta que manejaba, precipitándose directo al río Tuy. Su novia, Mónica Camacho, estaba a su lado en el incidente. Según lo declarado por ella, logró sacar sola el cuerpo de su pareja de las aguas y sacarlo hacia la carretera cubierta por la noche y la soledad.

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Maritza fue una de las madres que participaron en la actividad Acción por la Vida este sábado 18 de marzo de 2017 en horas de la mañana en Palo Verde. En esta intervención de calle un grupo músicos periodistas, psicólogos, académicos, investigadores y activistas, se unieron para enfrentar el tema de la violencia, exigiendo el control de armas de fuego; las causantes principales de muerte en el país. Además, señalaron como la impunidad contribuye a que los delitos de sangre, no mengüen y sigan protagonizando las noticias de sucesos en Venezuela.
“Yo creo que para que disminuya la delincuencia, es necesario una lucha contra la impunidad. Mientras haya retrasos y no se busque a los culpables, los delincuentes se sentirán libres para asesinar, robar y hacerle daño a las personas.”, señaló la señora Maritza durante la actividad.

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Como ella, Aracelis también relató su episodio con la violencia. “Un día llegaron unos funcionarios del CICPC que en otras dos ocasiones habían invadido mi casa para extorsionarme. Me pusieron un arma de esas largas en las costillas, Yo le grité a mi hijo el que estaba durmiendo. ¡Corre, corre! ¡Aquí está la PTJ nos vienen a matar! Él agarró a su hermanita de once años que estaba durmiendo con él y se fueron corriendo a la platabanda. En ese momento veo que baja mi hijo mayor y me abraza. Estaba asustado, lo habían amenazado, le habían dicho que lo iban a matar. A penas pude, fui a buscar a mi otro hijo que estaba en el tercer piso. El dejó a su hermanita y se lanzó a un callejón que estaba cercano y allí lo masacraron.”

Estas historias tienen en común, que los hechos que llevaron a la muerte de los miembros de sus familias, no se han esclarecido hasta la fecha. Es por eso que quienes relataban, se mantienen en una lucha en contra del olvido, para que los nombres de las víctimas, no se pierdan en la enorme lista de personas muertas por armas de fuego.

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Ya cuando los participantes de la actividad se retiraban, un joven de la comunidad, Samuel Macías, se acercó a los periodistas de Efecto Cocuyo, para contar como en mayo del 2014, un amigo suyo había recibido un disparo que le cegó la vida en esa plaza.

“Samuel, otros muchachos y yo jugábamos con una pelota, cuando intentaron robar a unas personas cerca de donde nosotros estábamos. Los malandros dispararon y una bala lo mató.” En la plaza está una imagen de la víctima plasmada en una pared. El retrato fue hecho por sus amigos y vecinos, que desean que su asesinato no quede olvidado como muchos otros.

Fotos: Iván Reyes

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