Cuando Rael Sánchez tuvo que salir a comprar los útiles escolares para su hijo, se dio cuenta de que este regreso a clases no sería como ningún otro. No solo gastó en libros y uniforme para que el pequeño pudiera asistir al colegio público, ubicado en Tucupita, Delta Amacuro. Con el plantel venido abajo, tuvo que pagar otra lista escolar que incluía una hasta una silla para que el niño no viera clases de pie.

No hay pupitres en el colegio. Una maestra me consiguió una silla y un mesón que todavía servían. Solo tuve que reparar la primera y me salió en 4 mil bolívares, pero hay padres que tuvieron que comprar una nueva por 10 mil”, contó Sánchez. Los mismos representantes se han puesto de acuerdo para ayudar a quienes no pueden costear las sillas mediante una “vaca”.

Sin embargo, el pupitre de su hijo no fue lo único nuevo que apareció pendiente por comprar de cara al nuevo año académico. “También nos pidieron una colaboración para comprar ventiladores y pinturas y para hacer reparaciones a puertas y ventanas. Cada dos días nos piden 50 bolívares para que la escuela tenga botellones de agua; pero hay padres que no pueden dar ese dinero todo el tiempo, sino que dan 10 o 20 bolívares”, afirmó.

Para hacer frente a la situación, padres y representantes han dejado constancia de las carencias del centro educativo en actas. Sin embargo, no han recibido respuesta de parte del Ministerio de Educación.

De acuerdo con la diputada a la Asamblea Nacional por el estado Delta Amacuro, Larissa González, el colegio donde estudia el hijo de Sánchez no es el único que se ha venido abajo por la desidia y el descuido. “El Liceo Bolivariano Néstor Luis Pérez, en Tucupita, tiene un déficit de más de 400 mesas y sillas, muchos niños ven clases de pie”, reportaron desde el plantel a la representante parlamentaria del estado.

Esta misma realidad se replica en otras partes del país. En Caracas, Ivonne Chávez la conoce de cerca. Su hijo, quien estudia noveno grado en el liceo Luis Beltrán Prieto Figueroa, en Los Dos Caminos, no comenzó las clases sino hasta el pasado lunes, 31 de octubre. Casi un mes después de la fecha de inicio anunciada para los alumnos de media y técnica por el ministro para la Educación, Rodulfo Pérez.

“Él estaba en la sección H, pero cerraron el salón y repartieron a los estudiantes entre las otras secciones. Estudia en un liceo bolivariano, yo no entiendo por qué les faltan pupitres”, expresó la representante. Una compañera del trabajo, contó, pasó por la misma situación aunque su hijo estudia en el liceo Nicolás de Castro, en Los Cortijos.

“Yo fui estudiante en el Luis Beltrán Prieto Figueroa y a partir de tercer año tuvimos que empezarnos a pelear para tener sillas”, relató Ginnette, una joven de 17 años que se graduó del liceo en julio de 2016. De acuerdo con la egresada del colegio, la precaria situación de las instalaciones se remonta a 2014.

Uno tenía que llegar más temprano o llevarse la silla que tenía a la otra clase para que nadie te la quitara”, explicó la joven, “si uno no conseguía silla, tenía que copiar parado hasta que la clase terminara o sentarse en el piso del salón”. La respuesta entonces sigue siendo la misma de hoy en día: Notificar a las autoridades los obstáculos que tienen los alumnos para tener una educación de calidad. Los llamados de alumnos, maestros y representantes siguen sin ser atendidos.

Sin comida tampoco

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Este año académico 2016-2017 la Corporación Nacional de Alimentación Escolar empezó con el pie izquierdo. Jessica García, madre de Ruth, de cinco años, lo sabe bien. En la escuela donde va su hija, en Valles del Tuy, la comida no alcanza para todos los alumnos y sirven las porciones de manera intermitente. Nadie tiene el pan asegurado.

“Los viernes llega la comida al colegio y ya los miércoles no hay más: solo alcanza para lunes y martes”, dijo. Las porciones son insuficientes para cubrir los dos turnos que tiene el centro educativo. Los más pequeños son los que tienen prioridad al momento de servir el menú, mientras que los más grandes son los que se ven más afectados.

Ginnette recuerda de sus años como estudiante que este problema también estaba presente en el liceo Luis Beltrán Pietro Figueroa. “A veces sí servían y a veces no”, contó sobre cómo se jugaban la lotería todos los días en el comedor del plantel. “Teníamos que llevar algo de comer por si acaso. Si al final nos daban comida, guardaba lo otro para la cena”, aseguró.

El hampa también se lleva el poco alimento que hay en los colegios. Tres días pasaron sin comida los alumnos del Liceo Bolivariano Néstor Luis Pérez, en Tucupita. Fuentes del centro educativo reportaron a la diputada Larissa González que la última semana de noviembre unos delincuentes entraron al depósito del comedor y se llevaron todo.

Sin derecho a la calidad

Orlando Alzurú, presidente de la Federación Venezolana de Maestros, aseguró que ha recibido denuncias de docentes de todas partes del país sobre las carencias en escuelas y liceos. Aunque no han sido contabilizadas, afirmó que en Portuguesa hay al menos dos escuelas que no arrancaron las clases aún por las condiciones del plantel.

“El liceo Luis Beltrán Prieto Figueroa, en Araure, y el Cecilio Acosta, en Acarigua, tienen sus infraestructuras en malas condiciones y los bomberos recomendaron que no empezaran las clases”, señaló.

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Indicó que maestros pertenecientes a la federación también han denunciado que faltan pizarras acrílicas o que no hay tiza para los pizarrones tradicionales. Esto, aseguró, sumado a las recurrentes denuncias de falta de luz y agua en los colegios.

A pesar de que el derecho a la educación de calidad está contemplado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Convención de los Derechos del Niño, pactos internacionales y la Constitución venezolana, parece haber quedado olvidada para las autoridades, mientras maestros, representantes y alumnos sufren día a día los males del sistema educativo del país.

“Todo esto lo que ocasiona es que siga produciéndose una educación de mala calidad. Si no hay pizarrón ni recursos didácticos, tenemos un problema bien grave. Los niños tienen que tener un aula bien dotada y una infraestructura en buenas condiciones para poder aprender”, sentenció Alzurú.

Foto: Cerosetenta

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