Mientras la presidenta de Brasil, Dilma Roussef, sigue desde el Palacio de Gobierno la votación de los 513 integrantes de la Cámara de Diputados,  que decidirá su permanencia en el poder, miles de brasileños están en las calles de Río de Janeiro, Sao Paolo, Brasilia y otras ciudades más a la espera del resultado de los votos que determinarían si el proceso contra Roussef va al Senado.

En la Cámara Alta el juicio político sólo requiere ser aprobado por una mayoría simple y de ser así la mandataria brasileña debe retirarse de la Presidencia y tendría 180 días para defenderse de las acusaciones de haber maquillado la economía del llamado gigante del sur con fines electorales.

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